En una reciente entrada en Facebook (única red social que visito de vez en cuando) hablaba de teoría, el 'theorein' en filosofía, y decía que esta, la teoría, gozaba de mala prensa, no tanto refiriéndome a la prensa en general como a la opinión pública, ... a la visión que la ciudadanía tiene sobre la teoría como una abstracción absurda e innecesaria, inútil; y no digamos la que tienen los políticos en conjunto sobre la filosofía.

Publicidad

Entró a hacer un comentario a mi texto (un honor para mí) el maestro Patricio Peñalver, el catedrático de Filosofía (no lo confundan con otras personas del mismo nombre, como el escritor y también colaborador en este periódico) para puntualizar que cierta prensa, a la que le tiene ojeriza, sí defiende la teoría, es decir, a la filosofía, pero que es, a su vez, para defender a Pedro Sánchez, quien presume de impulso de su Gobierno a la filosofía en la enseñanza, cuando, según la percepción del maestro Patricio, es lo contrario.

Pero volvamos a la teoría. Teoría, palabra de origen griego, significa contemplar, mirar, observar. Y ahí viene la mirada despectiva de buena parte de la sociedad hacia la teoría, que sería, repito, una especie de abstracción vacía y nada práctica ni útil,, frente a la praxis, la acción, que sería lo importante. Sin embargo, si no contempláramos, si no observáramos, no avanzaríamos. Por ejemplo, si Galileo no hubiese mirado el cielo no sabríamos que esto, la tierra, «se mueve».

Es cierto que para contemplar hay que tener tiempo, ocio, y solo los privilegiados que tenemos ese tiempo, entre comillas ocioso, podemos teorizar, es decir, contemplar, observar. Sin embargo, esa posibilidad no es solo para élites millonarias o cosas así; por ejemplo: un campesino antiguo, o un pastor, tenían tiempo para contemplar, para mirar al cielo, a las nubes, y consecuencia de ello preveían las lluvias, el futuro próximo del tiempo climático.

Publicidad

En cambio, con los trabajos modernos, estando ocho, diez o doce horas en el tajo, en trabajos duros o sin 'alma', es difícil tener tiempo para la contemplación reflexiva. Por el contrario, gente rica o millonaria, o simple mentalidades 'pequeñoburguesas' con el estómago saciado y la mente embotada (no voy a recordar lo que escribe Marcuse en 'El hombre unidimensional') despreciarán la teoría como tonterías absurdas o 'poéticas' frente a una buena francachela, como si ambas cosas fuesen incompatibles: no hay más que recordar lo que hacían Sócrates y sus amigos en el diálogo 'El banquete', (lo traduzco a propósito por El banquete y no por El simposio, 'Sympósion, como también se le conoce). Es decir, que no se trata solo de privilegios económicos o laborales, sino de actitud.

Pienso que ahora, en tiempo veraniego y vacacional, tal vez tengamos tiempo para contemplar, aunque sea el quinto de cerveza en el chiringuito playero. Pero quizás pida demasiado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad