Si no eres capaz de entender lo que te está pasando nunca sabrás cómo te va a matar lo que te está pasando. Por ejemplo, la izquierda tras las elecciones madrileñas. Si en Vallekas con 'k' arrasa Ayuso y no el fugado Iglesias, que es ... de esos poquísimos que, por el daño causado al país, no merecen magnanimidad, es que los Vallekanos están hasta donde yo te diga de que haya gente que piense su barrio con 'k'. Está harta de que sentencien en su nombre sobre qué deben querer en la vida. Resulta que en cualquier lugar tradicionalmente rojo de Madrid (ahora a los barrios humildes la izquierda los llaman 'diversos') la gente quiere que su barrio sea un lugar de orden. Podrán ser rojos votantes de Ayuso, pero orden. Si ese señor del «sindicato de manteros» (sic) no ha aportado ni un voto, ¿no será porque los que conviven con los manteros y sus amiguitos saben perfectamente de qué va toda esta delincuencial estafa?
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He creído entender que la vicepresidenta Carmen Calvo, a la que me cuesta traducir a algún idioma conocido y eso que las distorsiones fonéticas sureñas del idioma no tienen secretos para un murciano, ha hablado de que los berberechos y las cañas son nazis. Que vaya a Vallecas y pregunte a la gente qué prefiere: si que ella diga que lo que han votado lleva directo a los campos de concentración o que Madrid, como Barcelona, sea para okupas, manteros, camellos y otras minorías oprimidas y necesitadas de observatorios. Se sorprendería de la respuesta. No han aprendido la lección de la anterior República española, que tenía perdida la guerra de 1936 ya en el 31, porque desde el primer día no pudo mantener ningún orden –cómo podría mantener el orden gente que no es de orden–. El español podrá ser anarcoide en su yo más íntimo, pero es sobre todo amante del orden en su barrio y en su bar. No han aprendido la lección del 31 como luego no aprendieron la del 36 y por eso la Guerra la volverán a ganar los de siempre. Mucho mejor les iría si emplearan la vieja táctica socialdemócrata europea, no la altermundista, que cuando ganaban era cuando la policía daba los porrazos más contundentes y, a cambio, había una libertad social y opinativa como ya no existe. Y los bares siempre abiertos.
No es que hoy haya obreros que voten derecha, sino que los obreros votan derecha. Que los insulten demuestra que no les preocupa ninguna de sus preocupaciones (hasta el asesor personal de Pablo Iglesias, Verstrynge, dijo que le dolía la boca de aconsejarle que combatiese la inmigración ilegal, «tiene que abrir ese melón»). Ciertos partidos se nutren de jipipijis, gansadas de género, qué buenos somos, infierno fiscal y la vida al merodeo en los parques. Y eso no parece ser lo que quiere un vecino normal. No saben por dónde les viene y por eso hostia va a hacer más daño.
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