Acomienzos del siglo XV, finalizando la Edad Media y empezando el Renacimiento, una mujer excepcional construyó con palabras e imágenes una ciudad donde respetar la ... capacidad intelectual y la dignidad de las mujeres. Siempre hay que releer a los clásicos, o al menos reconocerlos. Permítame que le presente a la creadora de 'La Ciudad de las Damas'.
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Christine de Pizan (1364-1430) fue la primera mujer de la historia que vivió de su trabajo como escritora. Italiana de nacimiento, se trasladó a Francia de niña, cuando su padre fue invitado a la corte del rey Carlos V el Sabio. Disfrutó allí de una educación exquisita para cualquier hombre y excepcional para una mujer. Siguiendo las costumbres de la corte, se desposó apenas llegó a la adolescencia. Enviudó con 25 años, y tomó una decisión inusual: sostener a su familia con su trabajo. Se puso al frente de un obrador de escritura, un scriptorium, donde dirigió a maestros calígrafos, encuadernadores y miniaturistas. La invención de la imprenta no se produjo hasta 1440, por lo que estos obradores eran entonces la única forma de que circulara la palabra escrita.
Su lucrativa actividad de editora le permitió seguir cultivando su propia obra. Publicó primero poemas y canciones de amor a la moda, para el consumo de la corte. Esto le permitió adquirir fama y lograr el favor de varias casas nobiliarias que pagarían por sus servicios. Era un proceder habitual: buscar mecenas, una selecta clientela que comprara su arte. Fue autora de varias obras reconocidas por sus contemporáneos. La más popular fue un libro donde daba consejos al futuro monarca francés, y del que se encargaron copias para los herederos de los reinos europeos. A este se le unieron otros volúmenes de carácter didáctico sobre la justicia, la educación, las costumbres de las diferentes sociedades europeas, e incluso un libro sobre las leyes de la guerra.
Christine de Pizan fue una de las plumas más reconocidas de la 'querella de las damas', un debate literario y filosófico que duró más de 200 años y que defendía la capacidad intelectual y el rol de las mujeres en la sociedad, enfrentando la misoginia reinante entre los siglos XIV a XVI. Su aportación a la querella de las damas está en dos contribuciones. La más conocida es 'La Ciudad de las Damas', una obra que contó con unas de las más bellas ilustraciones que salieron de su taller. El hecho de que la propia escritora apareciera representada en las miniaturas refuerza su posición como autora profesional y pionera en el control creativo de sus obras. 'La Ciudad de las Damas' es un conversatorio entre la propia Pizan y tres figuras alegóricas que le ayudarán a construir una ciudad simbólica en la que vivirán mujeres destacadas. Estas figuras son la Razón, la Rectitud y la Justicia. En cada uno de estos tres diálogos Christine describe a mujeres reales o mitológicas distinguidas por su saber, su virtud, o su valentía. También señala a los prejuicios que contra las mujeres habían sido perpetuados por hombres en posiciones de poder, laicos o religiosos. Y que, aun habiendo mujeres sabias y notables, sus contribuciones habían sido ignoradas. El diálogo no es solo intelectual, pues durante el mismo se va construyendo una ciudad, un espacio seguro y respetuoso donde las mujeres pueden prosperar sin ser oprimidas.
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La obra de Pizan ofrece una lectura actual, y una reflexión necesaria: se trata de una metáfora de una sociedad más justa e igualitaria, donde se reconoce la capacidad y dignidad femenina. En las sociedades occidentales, afortunadamente, ya no son necesarias murallas para defender a las mujeres. Nuestras sociedades son cada vez más igualitarias y lo seguirán siendo mientras la Razón, la Rectitud y la Justicia sigan siendo respetadas. No sucede así en otras latitudes, como Afganistán, donde el integrismo maltrata a las mujeres apoyándose en dogmas falsos, privándolas de todo derecho. La Razón, la Rectitud y la Justicia son allí ahogadas bajo un oscuro velo de silencio, y encerradas entre las paredes del propio hogar, que no es un lugar seguro. Álcese la voz, y recordemos la necesidad de estar siempre vigilantes frente a la barbarie y la fuerza, sin necesidad de muros que nos protejan de la sinrazón, el abuso y la injusticia.
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