La figura del tenista profesional contemporáneo encaja con la lógica del emprendedor hecho-a-sí-mismo. El éxito de este deportista de élite se fundamenta en su capacidad para cumplir con una disciplina de trabajo autoimpuesta, un compromiso personal desde una estrategia que invierte en ... el largo plazo. El tenista entrena para ganar a otros individuos que se le parecen. Así empieza su carrera, devolviendo los pelotazos que él mismo lanza contra una pared, haciendo callo en el frontón, que es lo más parecido a mirarse a un espejo durante muchas horas. En este momento, cientos, miles de tenistas entrenan en distintas partes del mundo para ser el número uno, para posicionar en el 'ranking' su empresa unipersonal. Y en esas pistas de entrenamiento puede que estén acompañados de una máquina que les lanza las bolas y de un entrenador. Sin compañeros de equipo. Sin banderas ni adscripciones territoriales más allá de su club de tenis.

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Aceptando esta premisa con la que juego hoy, donde se interpreta la consolidación de este deportista profesional como resultado de horas de autogestión e individualidad, ¿por qué un tenista del siglo XXI tendría vocación patriótica? Entiendo la fuerza del arraigo que pueda percibir como ciudadano, y que yo mismo he sentido con nostalgia cuando he vivido fuera de mi entorno. Sin embargo, ¿por qué ese tic de referir al lugar de procedencia cuando se está en el pódium? Aquí no juego la carta antipatriótica, ni nihilista, ni mucho menos despreciativa. Trato de conectar mi hipótesis que explica los orígenes de esta figura contemporánea y que me parecen alejados de otros deportes de equipo que sí se adscriben desde un principio a un país. Mi amigo Gilabert me responde a esta cuestión y me dice que los deportistas hacen deporte y ya está. Yo no me creo que un tenista joven, nativo digital, esté al margen de cuestiones sociales, culturales y políticas. Quiero sostener un romanticismo que me hace pensar que hay espíritu crítico además de potencia física.

Siguiendo este tanteo de preguntas a ninguna parte, ¿por qué la esfera política reclama la imagen de un deportista para promocionar su territorio? Fácil: aprovecha su notoriedad. Pero, ¿por qué la Administración no se centra en resaltar (y antes de esto preservar) los atractivos de patrimonio cultural y natural propios de un territorio como reclamo turístico? Un vídeo promocional del tenista-empresa unipersonal en un velero no es un producto turístico. El perfil de amigos y amigas con los que aparece disfrutando en la playa no es el público objetivo que llena hoteles. Es un recurso publicitario improvisado con golpe de efecto visual que se deshace a corto plazo. Además, nunca entendí bien las lógicas emocionales que se manejan en el marketing, necesito que un experto me lo explique. ¿Una señora de Zamora decide pasar agosto en Playa Honda porque ve un vídeo donde un deportista murciano se baña en una playa? ¿Un señor de Calasparra finalmente se anima a pagar 2.000 euros por 15 días a remojo a pesar de la anoxia por la magia publicitaria? Es un 'anuncio etnocéntrico': hecho por los de aquí para los de aquí. Una autopromoción con recorrido endogámico y estética de vídeo de boda.

«¿Qué es un hombre rebelde?», empieza preguntando Albert Camus en su libro. «Un hombre que dice no. Pero, si niega, no renuncia: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento», responde el autor. A ti, tenista joven que empiezas a tener éxito (popular, normalizado según estándares) y que recibes las mieles de aduladores: aprende a decir no. Recuerda las horas en soledad sin más apoyo que tu familia y tu disciplina. Permítete la arrogancia de hacerte el interesante y configurar tu perfil con personalidad. No corras. En todo caso, aprovecha el capital relacional que te presta la fama (que siempre estará subordinada a tu talento) para decidir a qué saraos prestar tu imagen. No hay prisa. Como dice Javier Moreno, hay un matiz de libertad [él dice aristocrático] en la deserción mediática, en la apuesta por el secreto. Resulta un lujo permanecer ajeno a las redes, a la exposición pública. Además, la desaparición (o la administración meditada de tu cesión pública) puede ser la manera más efectiva de distinción. La autenticidad, el verdadero poder, están ligados a la inapariencia y al misterio.

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Bueno, haz lo que te parezca, que te lo has ganado.

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