La sobreactuación del PP
MAPAS SIN MUNDO ·
Una cosa es reafirmarse en las esencias ideológicas y otra muy distinta caer en el histrionismo a la hora de defender determinadas conviccionesMAPAS SIN MUNDO ·
Una cosa es reafirmarse en las esencias ideológicas y otra muy distinta caer en el histrionismo a la hora de defender determinadas conviccionesSi a la obsesión con Pedro Sánchez y su gobierno «socialcomunista» se suma esa voz de la conciencia ultraderechista que es Vox –la cual no ... deja de susurrar al oído «derechita acomplejada, derechita acomplejada»–, se obtiene el escenario perfecto para que el Partido Popular se sienta obligado a sobreactuar. Es cierto que el espíritu de los tiempos no invita precisamente a políticas de perfil bajo –el convulso contexto nacional e internacional en el que nos encontramos exige posicionamientos firmes y soluciones decididas a problemas casi ingobernables–. Pero una cosa es reafirmarse en las esencias ideológicas y otra muy distinta caer en el histrionismo a la hora de defender determinadas convicciones. Por momentos, el PP parece haberse convertido en una caricatura de ese partido de centro-derecha que en otro tiempo fue. Los argumentos han dejado paso a un fanatismo que impide mirar más allá del mismo día desde el que se habla. Las decisiones de futuro se toman desde la urgencia de ganar la batalla diaria y –lo que es incluso peor que este cortoplacismo– por la exclusiva voluntad de sabotear al Gobierno central.
Publicidad
Tomemos, en este sentido, el ejemplo de batalla por la política fiscal y la transformación de la bajada de impuestos en munición de guerra. Cuando desde diferentes autonomías del PP, sus barones se arrojan con determinación al abismo de la bajada de impuestos, la conclusión que cabe extraer –entre otras cosas porque ellos lo dicen así– es que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos. Circunscribámonos a este argumento general: cuanto más dinero tengan los ciudadanos en sus cuentas, más consumirán y mayor reactivación experimentará la economía. En esta dialéctica Estado-ciudadano, el PP se coloca del lado de la ciudadanía. La cuestión, en este sentido, que enseguida asoma es: ¿por qué cuando el Gobierno de España decide subir el sueldo de los empleados públicos en un 9,5 % durante el próximo trienio y las pensiones en un 8,5 % para el próximo año, la reacción de la derecha es arremeter contra esta medida por populista y porque compromete los Presupuestos del Estado para las próximas generaciones? Si el mantra ideológico que se repite por parte de cada dirigente popular es que hay que liberar dinero del Estado para que este rinda mejor en el bolsillo del ciudadano, ¿a cuento de qué viene vomitar bilis contra la subida de las pensiones y de los funcionarios? ¿No implica igualmente esta medida una mayor disponibilidad de dinero para una gran parte de la ciudadanía que impedirá su pérdida de poder adquisitivo en estos tiempos de inflación rampante?
Pero lo mejor de todo viene cuando, como argumento para subrayar el populismo de esta medida, se afirma que, con tales subidas en sueldos y pensiones, se compromete el futuro de nuestros hijos y nietos. Efectivamente, cualquier subida del sueldo de los funcionarios y de las pensiones supone un drenaje de los presupuestos públicos. Pero, ¿acaso la bajada de impuestos –sobre todo a las grandes fortunas– no lo supone? Claro que lo supone, y eso el PP lo sabe muy bien, porque, cuando en tiempos de crisis gobernó Mariano Rajoy, bajadas de impuestos no hubo muchas. Además, y como consecuencia de esta caída en el histrionismo, la mente se nubla y no se es capaz de percibir determinadas contradicciones que hieren a la inteligencia. Así, por ejemplo, el pasado lunes saltó la noticia de que Moreno Bonilla –el presidente de la Junta de Andalucía– pedía al Gobierno de España mil millones de euros para combatir la sequía cuando había renunciado a 900 millones en impuestos propios. El diputado por Compromís Joan Baldoví reaccionó en su cuenta de Twitter con un breve comentario que deconstruía con pocas palabras esta actitud: «Ahora el PP quiere que la bajada de impuestos a las grandes fortunas andaluzas la paguemos los valencianos, los extremeños, los murcianos... Bienvenidos al Paraíso». Cuando la política se convierte en sobreactuación, la rotura de costuras amplifica su sonido hasta hacerse ensordecedor.
Cómo dejar de obviar, en este sentido, otro de esos callejones sin salida al que lleva el histrionismo político. Cuando la primera ministra británica, Liz Truss, cometió el acto suicida de presentar su reforma fiscal, el PP se apresuró a utilizar la bajada de impuestos a los ricos que recogía ésta como una legitimación de su política fiscal en las autonomías que gobernaban. No transcurrió mucho tiempo antes de que esta oportunidad se convirtiera –por mor nuevamente de la sobreactuación– en un atolladero argumentativo del que resultaba muy difícil salir: de llevarse a cabo, dicha reforma fiscal implicaría la desaparición de algunos servicios públicos y, con ello, una hecatombe social. Naturalmente, los propios compañeros de partido de Liz Truss obligaron a esta a eliminar el punto estrella de la bajada de impuestos a las grandes fortunas so pena de haberse convertido en la primera ministra más breve de la historia. Entonces, aquí en España, el PP tuvo que recular y marcar distancia con el 'caso británico', aduciendo que la bajada de impuestos que ellos proponen es distinta. El ridículo no ha podido ser mayor. Y parece que es una impronta nada efímera de este nuevo PP, que, cegado por su obsesión con Sánchez, se muestra incapaz de articular un discurso que no caiga en una triste y patética sobreactuación.
El mundo cambia, LA VERDAD permanece: 3 meses x 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.