Selección disruptiva
DEMASIADO PERRO ·
La política española entró desde 2010 en una dinámica de selección natural disruptiva en la que crecen los dos extremosHay tres tipos fundamentales de selección natural: la estabilizadora, que tiende a que los individuos de una especie vayan hacia un valor intermedio, por ejemplo, ... en la especie humana, el peso de los recién nacidos en torno a 3,5 kg; la direccional, en la que se ve favorecido un rasgo extremo, por ejemplo: las jirafas con cuello largo que tuvieron ventaja sobre las otras y terminaron sobreviviendo; y la tercera, la disruptiva, que tiende a favorecer a los extremos. La política española entró desde 2010 en una dinámica de selección natural disruptiva en la que crecen los dos extremos, retroalimentándose y generando una situación de bipolarización que no deparará nada bueno. ¿Quién puede frenar eso? Los partidos que hay junto al centro: PSOE y PP, buscando la moderación y criticando y poniendo en su sitio a unos y otros.
El juego de la cuerda. Como aquí unos tiran de la cuerda en un sentido y los otros en el otro, los dos grandes partidos se sienten inclinados a escorarse un poco más y un poco más, por miedo. Y es un error, porque dejan a la mayoría de los votantes del centro huérfanos. Eso provoca que esos dos partidos bajen más en votos y dependan aún más del partido que tira de ellos hacia el extremo. Y nos metemos en un proceso de selección disruptiva donde los extremos van creciendo y PSOE y PP van a peor, porque a la hora de competir en terreno chusco, faltón, extremista, los partidos moderados se van a ver siempre superados. Llevo meses diciendo que el hecho de que el PP se echara al monte al principio de la pandemia fue un error. Allí los montaraces les ganan. Y luego, con el canguelo consiguiente, Casado ha ido dando bandazos: ahora soy moderado, ahora derecha dura, y de camino se va dejando al electorado que da el triunfo. Son muchos los que jalearon la foto de Colón, pues bien, de los tres participantes dos están fiambres políticamente (Rivera y Casado) y se ha beneficiado el tercero en cuestión. Que tome nota la derecha moderada de si trae cuenta o no aliarse con la extrema derecha y blanquearla.
Como el Mar Rojo ante Moisés. Así comenzó a romperse el centro político, donde moran millones de votantes, cuando tras la crisis de 2010 surgió un proyecto ilusionante, Podemos, a la izquierda del PSOE. Casi una década después, los integrantes más moderados se han ido, los más interesantes, gente como Errejón o Urralburu, ya no están. En las organizaciones se suelen imponer las tesis de los más extremistas y el líder mesiánico, Iglesias, arrasó con cualquier atisbo de pensamiento crítico en la organización radicalizando el discurso y provocando una gran pérdida de voto con sus excentricidades y contradicciones. Y entonces pasó lo de Cataluña, un intento de golpe en toda regla aquel 1 de octubre que hizo resurgir, lógicamente, el sentimiento español. Porque los habitantes de Cáceres, Tomelloso o Murcia estábamos hasta los cojones de que durante 40 años solo se hablara de los problemas de 4 millones de tíos obviando el destino de los otros 43. Y ahí creció la ultraderecha.
Gasolina al fuego. Después de una aparición fulgurante, la extrema derecha comenzó a bajar lentamente y todo el mundo decía que les pasaría lo que a Podemos. Hasta que, justo antes de las generales, y coincidiendo con el aniversario del 1 de octubre, ardió de nuevo Barcelona. Sánchez tuvo la ocasión de mostrarse como un dirigente con sentido del Estado y hacer valer la ley, lo que le hubiera deparado un triunfo electoral en España (a veces olvidamos que las elecciones se celebran en todo el territorio), pero le temblaron las canillas por un futuro pacto con Esquerra y anduvo flojo. Conclusión, bajó en voto en España, tuvo que pactar con Podemos y, a consecuencia de aquellos incidentes, resucitó la derecha extrema. Y en esas estamos, cada vez que en Cataluña apedrean a los del partido verde, este sube como la espuma y cada vez que este sube, pues sube el voto 'indepe' como reacción. Cada vez que un político del Gobierno justifica la violencia en la calle, suben 'los de siempre'. Cada vez que hay un exceso policial, pues suben los amigos de Lenin. ¿Y los partidos moderados? A verlas venir. Deberían ponerse las pilas y demostrar que están donde hay que estar, en la mesura, en la calma, en el cumplimiento de la ley, y no en los extremos donde siempre, siempre, siempre, perderán.
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