Últimamente hemos leído noticias negativas del tráfico del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia (AIRM). Esto ha motivado que hasta el consejero de Fomento ... del Gobierno regional cuestionase en su día su necesidad. Vaya por delante que las cifras no son buenas, por lo que carece de sentido ponerle paños calientes al asunto. El aeropuerto parece estancado en un millón de pasajeros, y eso no justifica la inversión de 200 millones de euros que costó (San Javier llegó a alcanzar en 2007 los 2 millones de pasajeros).
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Sin embargo, que esto no lleve a equívoco al lector: el AIRM es una infraestructura estratégica para la Región de Murcia. Yo no participé en su génesis, cuando los primeros estudios señalaban que el 35% de los vuelos que operaban en Alicante tenían relación con la Región de Murcia. Sin embargo, he podido estudiar a fondo la problemática del aeropuerto desde mi puesto en la universidad y, en mi época de director general de Transportes, fui al que le tocó hablar con los gestores aeroportuarios de todo el planeta para ofrecerles su explotación. Y si algo me quedó claro entonces fue que todos con los que hablé pensaban que el AIRM tenía un enorme potencial.
El único actor que nunca tuvo interés en que Corvera tuviese un aeropuerto siempre fue Aena, a la sazón, su actual gestor. En mi opinión, si la gestión hubiese recaído en un gestor privado, la cosa, aunque seguiría costando años, pues un aeropuerto tiene un periodo de maduración largo, tendría una inercia bien distinta (el aeropuerto de Alicante no nació así, ha costado 50 años generar sus 15 millones de pasajeros, y cientos de millones del Ministerio de Fomento en ampliaciones, modernizaciones y obras complementarias, como por ejemplo ahora la conexión con el AVE). Aquí el problema es que a Aena nunca le va a interesar que el AIRM despegue, porque la única manera de hacerlo es a costa de quitarle tráfico a Alicante, que es una de las cinco joyas de la corona de Aena junto a Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Málaga.
Para quien no esté familiarizado con Aena, esto es un empresón semipúblico que tiene el monopolio de la red de aeropuertos en España. Sin embargo, las cuentas de Aena son sencillas: de los 50 aeropuertos que tiene, tiene unos 6 o 7 que le generan un montón de beneficios; una veintena (entre los cuales estaba San Javier), que ni fu ni fa; y luego tiene 25 pequeños aeropuertos deficitarios, que los mantiene por razones políticas, pero que, si fuese por la parte privada de su consejo de administración, se los quitaban todos de encima en menos de lo que canta un gallo. Por cierto, para quien le parezca un exceso que la séptima ciudad de España tenga aeropuerto: en este país hay prácticamente un aeropuerto en cada capital de provincia, y tenemos aeropuertos en una docena de ciudades con menos de 80.000 pasajeros/año (algunas como Córdoba, Burgos o Huesca con menos de 5.000).
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Mientras tengamos a Aena, la cosa seguirá yendo a medio gas. Si se les aprieta políticamente, posiblemente se conseguirán mejoras, pero nunca competirá de verdad con Alicante para no dañar uno de los pilares de su empresa. Y no nos engañemos: un turista inglés, alemán o noruego, que aterrice en Alicante, nunca cogerá un autobús para hacer un viaje de hora y pico a visitar Caravaca de la Cruz, ni la Catedral de Murcia, ni las playas de Mazarrón o Águilas. Quizá algún fan se pasa por Cartagena, o algún curioso va al Mar Menor, pero poco más. Porque Alicante, con Benidorm, Orihuela y toda su costa, tiene oferta turística de sobra de playas, parques temáticos, etc., para que uno no necesite meterse más de una hora de viaje para ir a la región vecina.
Una pequeña anécdota personal para finalizar. Hace años convencí a una de las editoriales más prestigiosas del mundo de organizar un congreso científico internacional en la UPCT. Dicha empresa americana, cuando vio el dosier que le envié con los edificios históricos de la universidad, el buen clima de Cartagena, y las posibilidades de visitas a museos y agasajos gastronómicos, me puso alfombra roja (obvio decir que estas cuestiones son fundamentales para el éxito de cualquier congreso internacional). El problema vino cuando hubo que organizar la logística para ver cómo los señores congresistas de los cinco continentes venían a Cartagena. Les dije que había un aeropuerto internacional en Alicante muy bueno a 1 h 15 min. No sé cómo se torció la cosa, que al final el congreso se celebró dos años después, sí, pero en la Universidad de Alicante. Esto es lo que hay, por nadie pase.
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