Desde hace 35 años, el 28 de mayo se festeja el Día Internacional de la Salud para las Mujeres para poner en evidencia que la ... forma de enfermar de las mujeres es diferente a la de los varones. Asimismo, se hace énfasis en los datos de mortalidad materna y de morbilidad de las mujeres en todas las edades. Por ejemplo, el hecho de que las mujeres viven más años, pero no con mejor calidad de vida.

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Aunque este día de acción sobre la salud de las mujeres se originó en 1987 durante la reunión de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos, en estos siete quinquenios se ha puesto de manifiesto que la falta de investigaciones específicas, diferenciadas por sexo, conduce a errores ya que no todos los signos y síntomas que sufren los varones se pueden aplicar al 100% a las mujeres.

Así, la falta de aplicación sanitaria con perspectiva de sexo y de género puede ser perjudicial para la integridad de más de la mitad de la población mundial, torpedeando el centro de flotación de uno de los derechos universales, del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El derecho a la salud presupone que se tiene acceso oportuno y asequible a los servicios de salud con una atención adecuada, aceptable y de calidad.

Tradicionalmente, los estudios e investigaciones en salud se realizaban esencialmente en varones, jóvenes adultos y blancos

Los hombres y las mujeres somos diferentes biológicamente. Los síntomas, la expresión de diversas enfermedades, su curso y la respuesta a tratamientos son diferentes en las mujeres respecto a los varones. Pero no solo eso, también tenemos diferentes papeles sociales, corremos riesgos diferentes y es reconocido que las diferencias culturales afectan a las mujeres de forma diferencial, tanto en los países industrializados como en los menos industrializados. Si bien es cierto que en las sociedades más depauperadas las diferencias entre la salud de hombres y de mujeres son más acuciantes, en nuestros países también hay oportunidad para la mejora, siendo más acuciante cuando se trata de grupos de mujeres marginadas o vulnerables.

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Los estereotipos se han transmitido de generación en generación y, tradicionalmente, los estudios e investigaciones en salud se realizaban esencialmente en varones, jóvenes adultos y blancos. Este sesgo solo ha variado hace escasos años, pero aunque ya se realizan estudios diferenciados en varones y en mujeres (y de diferentes edades), la realidad es que en muchas especialidades el conocimiento sigue siendo escaso.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha estudiado la salud de las niñas y las mujeres, a nivel global, y han concluido que existen desigualdades dependiendo de los países, pero que el común denominador es que la salud de las mujeres y de las niñas muchas veces ni se diagnostica ni se trata adecuadamente, porque la mayor parte de las investigaciones estaban realizadas en varones a nivel clínico o en animales macho en experimentos preclínicos. El sesgo está tan arraigado de forma silente que sería prioritario aplicar políticas públicas de salud que incluyan el enfoque de sexo y de género en los diagnósticos, en los tratamientos, en la investigación sanitaria y en la atención en salud para evitar las desventajas de salud del sexo femenino.

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Desde la OMS se incide en que se precisa un cambio de paradigma que llegue y que se conozca a todos los niveles, comenzando por enseñarlo en las universidades, en las facultades de Medicina y en todas las facultades de ciencias de la salud. Los proyectos europeos 'Gender Eranet 'trabajan por ello, como el 'Going Forward' que, desde 2019, estudia las diferencias de enfermar de las mujeres en enfermedades no transmisibles. En el consorcio, liderado por la Universidad McGill, participan el Instituto Karolinska, la Universidad de Viena, la Universidad de Ferrara y la Universidad de Murcia y el IMIB, con la colaboración de Fundación La Caixa.

Hay que disminuir las desigualdades en salud en base al sexo y al género comenzando por una campaña mundial de concienciación que visibilice la salud de las mujeres y de las niñas. Por ello, la necesidad de proyectos específicos de investigación y de intervención de salud con perspectiva de género y de 'entrenar' a profesionales en cada comunidad para que sean los agentes activos a nivel local, que apliquen los conocimientos con las características específicas de cada sociedad. No se debe olvidar la divulgación desde las escuelas de salud, ya que algunas de las confusiones están tan generalizadas que, en ocasiones, no se es consciente del significado y/o gravedad de los síntomas.

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