El café sabe diferente cuando te despiertas con una alerta planetaria. Te lo tomas de otra forma. Yo no lo supe hasta que la ONU activó el otro día, por primera vez, el protocolo de seguridad ante la posibilidad de que un asteroide impacte contra ... la Tierra y dejemos todos de hacer el idiota en diciembre de 2032. Y lo hizo como si en el planeta pudiéramos sentarnos a hablar sobre cooperación y el bien común y ponernos a trabajar para salvarnos, que sabemos de lo que somos capaces porque tenemos ahí nuestro histórico de acuerdos para frenar el calentamiento global.
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Tampoco hacen falta análisis de política internacional. A mí me basta con echar un vistazo a la calle para perder el optimismo. Me quedo mirando cómo los coches que no encuentran sitio a la primera aparcan sobre la tierra del parque adyacente y sobre las aceras, sin importar si bloquean el paso a cualquiera que tenga dificultades, solo porque les viene mejor eso que dar otra vuelta. En ese ambiente solidario nos movemos.
Nos salvará probablemente la estadística, nuestra mejor baza. Los cálculos dicen que solo hay un 1,9% de posibilidades de que no celebremos el año 2033, aunque el miedo es libre, como la esperanza. Tenemos un 0,001% de probabilidades de ganar el Gordo en la Lotería, pero ahí nos vemos cada año, comprando números.
Lo peor no es el asteroide, sino la espera. Bob Dylan lo dijo una vez, después de que lo amenazaran estando en un escenario: «¡No me molesta que me disparen, me molesta que me lo digan!».
«Sabremos más en 2028, cuando el asteroide vuelva a pasar por la Tierra», le he leído decir a una astrónoma y astrobióloga del observatorio australiano de exoplanetas Minerva-Australis. No sé cómo se toma ella el café, pero sí puedo imaginar cómo se lo va a tomar un día de dentro de tres años. «Las observaciones que haremos entonces nos permitirán aprender sobre el riesgo potencial de impacto y comenzar a planificar una respuesta», ha explicado para tranquilizarnos. Tendremos, desde ese momento, cuatro años.
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Para entonces, a saber dónde está la ONU, una organización de la que Estados Unidos parece ir desertando por fascículos. Hace unos días abandonó el comité de Derechos Humanos en otra muestra de responsabilidad moral por parte de Donald Trump, que sigue concitando en cada derrape los aplausos de su club de fans en Europa, aunque el deslizamiento consista en amenazar a la propia Europa. El sábado, los 'Patriots' se reunieron en Madrid para prometer hacer al Viejo Continente «grande otra vez». Me acordé de esos comercios que abren al lado de otros para vender lo mismo tras ver lo bien que les ha ido, y también de que lo peor del asteroide puede ser la espera.
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