Nico y Juan cuentan muchas cosas. Empezamos a hablar con ellos en la cola que hay a las afueras del estadio olímpico de Montjuïc, en el arranque de la gira europea de Springsteen, porque dos horas hasta la apertura de puertas dan para mucho, sobre ... todo si todo el mundo quiere hablar de lo mismo. Juan cuenta cómo logró sus entradas. También dice que tiene en casa la guitarra con que Antonio Vega grabó 'El sitio de mi recreo', una vieja Yamaha que nunca se atreve a tocar.

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Es viernes por la tarde y todo gira alrededor de la música y de lo que es más importante: los recuerdos que van con ella. A falta de hora y media para poder acceder al recinto, se escucha salir del estadio la voz de Springsteen, que prueba sonido con 'Human Touch'. Espontáneamente, la cola rompe a aplaudir como si remontáramos algo. Y puede que lo estemos haciendo. Muchos de los que la vitorean no habían nacido cuando la canción se lanzó en 1992 y pienso que no deja de tener gracia que la escuchemos bajo el pebetero olímpico que hizo historia en el mismo año. Por eso me acuerdo de algo que vimos en la autopista del Mediterráneo, a 92 kilómetros exactos de Barcelona, donde alguien debió decidir poner un cartel informativo fingiendo que nada tenía eso que ver con la nostalgia ni con sus recuerdos: 'Barcelona 92'.

«No hay amabilidad en los rostros de los extraños», canta Springsteen, pero los extraños le llevan la contraria y levantan las cervezas de supermercado más caras de la ciudad en un brindis colectivo. Los de la venta ambulante piden dos euros por las primeras latas, dos y medio por las segundas y cuatro por las terceras. La espiral inflacionista, señala uno, puede que Juan. Sospecho que parte de la alegría que se percibe al entrar al estadio tiene que ver con que el atraco vaya a poder empezar a pagarse con tarjeta. Otra parte tiene que ver con que estamos a punto de acceder a un recuerdo que formará parte de las colas de conciertos del futuro.

En Murcia, dos días después, también hay retazos de añoranza. Tras la cancelación del Warm Up el sábado y las muestras de resistencia en las lavanderías, la gente llega al recinto con ganas. Allí, Iván Ferreiro descarga una maleta llena de canciones de otro tiempo. Toca 'M' de Los Piratas y el público se reparte entre quienes la cantan a gritos y quienes ni siquiera la conocen. La nostalgia es una nube muy definida: o te cala hasta los huesos o te deja seco por unos metros. Lo que está claro es que algún día miles de personas recordaremos el festival en que el cielo se nos puso en contra sin doblegarnos. Otras miles no podrán olvidar la visita de Springsteen a España, la noche en que cantó «no vas a encontrar milagros aquí» y todos supimos de inmediato que nos mentía.

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