No es frecuente en la literatura española la presencia de animales que acompañen a los personajes en sus peripecias, y menos aún que alcancen protagonismo. ... Dejo a un lado los relatos populares y la fábula, género este protagonizado por animales y sustentado en la ficción de atribuirles conductas propias de seres humanos con un propósito moralizante. Por eso, adquieren una mayor relevancia aquellos que, con carácter principal o secundario, han transitado las páginas de algunos libros.

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En una de las obras inaugurales de nuestra literatura, el 'Poema de Mío Cid', aparece 'Babieca', el caballo del héroe. Posteriormente, en 'La leyenda de Cardeña' (S. XIII) se cuenta que en este caballo montó la esposa de El Cid su cadáver para aterrorizar a sus enemigos haciéndoles creer que aún vivía.

Particular belleza encierra el viejo romance medieval 'del prisionero': «Que por mayo era, por mayo / cuando hace la calor...», donde un presidiario se queja de su encierro. Es el mes en que la primavera hermosea los campos, cuando cantan las aves, y en el que los enamorados dan rienda suelta a sus devaneos amorosos. Por contra, el prisionero, atribulado por su encierro, solo sabe del paso de días y estaciones por la presencia de una avecilla en su ventana. La dramática muerte del ave por un ballestero quiebra la secuencia del tiempo, que vuelve a sumirlo en la maldición de la ausencia de libertad. Un tierno y hermoso romance considerado, a pesar de su sencillez, como uno de los más delicados poemas líricos de nuestra literatura.

La milana es una grajilla cuya muerte de un escopetazo desencadena una tragedia de enormes dimensiones

Cervantes dio voz protagonista a dos canes, 'Cipión' y 'Berganza', en 'El coloquio de los perros', novela dialogada, pareja formalmente de la fábula y conformada como una novela picaresca protagonizada por 'Berganza'. En ella, habiéndoseles concedido una noche la facultad del habla, ambos se cuentan su vida, especialmente 'Berganza', cuyo relato como mozo de muchos amos emparenta con el género picaresco. Por otra parte, 'Rocinante', compañero de aventuras de Alonso Quijano, disfruta la gloria vicaria de haber acompañado a su dueño en increíbles aventuras, por lo que ocupa uno de los pedestales de la gloria junto a los personajes de la obra inmortal. Cervantes concede al rocín momentos de protagonismo, si bien desde un ángulo humorístico, como cuando solicita de 'amores' a una mula y sale de su intento erótico, como suele ocurrir con su amo, coceado y humillado.

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Los ratones pueblan las fábulas, pero hay una ficción celebérrima que se ha convertido en elemento cultural vinculado a la infancia y que peregrina de generación en generación en ese espacio mágico donde reinan las leyendas: la cigüeña que trae a los niños de París, la llegada de los Reyes Magos o la del 'ratoncito Pérez'. Este último es un cuento recogido de la tradición anterior, escrito por el padre Coloma para Alfonso XIII cuando era niño y que derivó en la costumbre popular de poner un regalo o dinero bajo la almohada a los niños cuando se les cae un diente de leche.

Particular belleza posee 'Platero y yo', un texto injustamente olvidado, debido a Juan Ramón Jiménez y publicado en 1914. Escrito en una prosa poética heredera del Modernismo, el libro cuenta la vida, peripecias y muerte del burro 'Platero' con un lenguaje bellísimo que no excluye temas profundos como la soledad, la muerte, el sufrimiento, la crueldad... En esta obra se halla uno de los más delicados retratos de un animal presentes en toda la literatura española: «Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas...».

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Y, en fin, popularizada por la novela 'Los santos inocentes', de Miguel Delibes, la milana es una grajilla cuya muerte de un escopetazo por el señorito Iván, cacique de tierras feudales, desencadena una tragedia de enormes dimensiones, que incluye muerte, desahucios y otras sevicias. El ave es utilizada por Azarías, un disminuido psíquico, un 'inocente', como reclamo para cazar otras aves. Entre animal y hombre se establece una singular y tierna relación de afecto que se quiebra con la muerte alevosa del ave por su amo. La realización de una excelente película en 1984, dirigida por Mario Camus y ganadora en Cannes del premio al protagonista (compartido por Francisco Rabal y Alfredo Landa), convirtió al ave en un referente moderno del amor y respeto por la naturaleza y sus criaturas.

A raíz del resonante éxito de la película, Francisco Rabal llamó 'Milana Bonita' al chalet que poseía, y donde veraneaba con su familia y amigos, situado al pie de la playa de Calabardina, en Águilas.

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