Un Revilla en San Esteban
LAS CUATRO ESQUINAS ·
Con su estilo campechano, sus latas de anchoas y su bigote de abuelo cebolleta, el presidente cántabro ejerce de 'influencer' televisivo para presionar al poder centralLAS CUATRO ESQUINAS ·
Con su estilo campechano, sus latas de anchoas y su bigote de abuelo cebolleta, el presidente cántabro ejerce de 'influencer' televisivo para presionar al poder centralCampechano. Perdona que te diga pero al paso que va, el efecto Revilla y su estilo campechano, directo, amigable, siempre populista y no siempre cordial, acabará estudiándose en las facultades junto a sus latas de anchoas y sus sobaos, sus llegadas en taxi a ... La Moncloa y su bigote de abuelo cebolleta que a los 78 años aspira a seguir gobernando Cantabria mientras que el tiempo aguante.
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Tú ya me dirás si las teles no se rifan a este vivaz pregonero de su tierra hasta el punto de que, pongas el programa que pongas, allí que te aparece este cántabro singular para venderte su último libro o las bondades del hospital de Valdecillas, un suponer. Todo vale para elevar el 'branding' de su tierra. En 'la sexta noche' lo habrán invitado unas treinta veces. No menos de esa cantidad lo habrá llevado Pablo Motos a su 'Hormiguero'. Por supuesto que Bertín le hizo no menos de tres programas especiales en su casa y en la del otro. Y faltaría más que Calleja no se lo haya llevado de aventuras en su helicóptero. La cosa debe funcionar así: que llevamos un tiempo con la audiencia de bajón, llamamos a Revilla. Y ya se encargará Miguel Ángel de levantarla. Una especie de pastillita azul para cuando la caja tonta se nos pone muy tonta. A su lado, Piqueras, Vallés, Prats, Griso o Quintana van a terminar pareciendo meros neoluditas.
Discurso. Tampoco es que tengas que irte a hacer un máster a Salamanca para analizar su discurso. Hace lo de siempre, pero lo hace con gracia. Y sobre todo con campechanía y ocurrencias. Y eso el pueblo, con hartazgo de políticos de cartón piedra, lo compra. Los problemas gordos, Revilla los afronta con chascarrillos fáciles. Y , eso sí, echando manos de sus recursos habituales:
«Es intolerable...», «es una vergüenza, es un escándalo», «es un vertedero de mierda...». Luego puede que te suelte su palabra fetén: «Chorizos», para mostrarse indignado con la corrupción de la clase política. Es de suponer que siempre, siempre, lo debe hacer en tercera persona porque, que se sepa, Revilla lleva mucho tiempo dedicándose a la política y no a la floricultura, precisamente. Recursos retóricos inflamados que podrían incurrir en lo monótono. Pero lo cierto y verdad es que tiene gracia el jodío. Y conecta.
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Así que lo mismo te lo encuentras pontificando sobre el Emérito, que sobre la salida de Merkel, el balance del 'Brexit', las presuntas juergas de Ábalos o las diferencias, si es que las hay, entre Casado y Díaz Ayuso. Para muchos en la tele resulta que si Revilla locuta, la causa es finita. Tú ya verás.
Y luego está el manto protector que las cadenas echan sobre su 'influencer'. Que lo pillan en su escaño del parlamento ojeando aquella revista 'Interviú' ante una despampanante señora en paños menores, es que estaba buscando un interesante reportaje. Que lo cazan mintiendo con puro incluido en aquella polémica comida en el interior de un restaurante cuando estaba prohibido hacerlo para el resto de los mortales por las restricciones de la Covid, es que Revilla estaba negociando con empresarios importantes inversiones en Cantabria. Y así...
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«Estafador social». Claro que en su tierra no todos son días de vino y rosas para el presidente. Walter García, radiofonista de referencia en Cantabria, no duda en calificarlo como «el mayor estafador social de España».
Lo que no sé si sabes es que este presidente catódico, que lo mismo se abraza con Sánchez que lo reprueba, que llegó a participar en un mitin de apoyo a Zapatero, que buscó y consiguió en otros tiempos el apoyo del PP y que ha tenido que esperar al diecinueve para ganar unas elecciones, en sus tiempos mozos fue destacado preboste del sindicato vertical franquista. Como lo oyes. O mejor, como lo lees. Y que por los años setenta proclamaba los ideales joseantonianos, ya no sé si con camisa azul incluida.
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Un Revilla en San Esteban. El caso es que, a lo que iba: ¿tú te imaginas un Revilla en San Esteban? Con el plantón de Sánchez de año y medio, la infrafinanciación, el matarile al Trasvase, la isla ferroviaria y demás. Ya te digo yo lo que ocurriría. Similares palabras a las que le dedicó a Rajoy por un desaire similar: «Me ha hecho puto caso cuando estoy reclamando lo que es de justicia y de ley para mi región. Es un grosero que está tratando a nuestros ciudadanos de forma grosera». Y se iría con su pataleta de viejo cascarrabias a contar la historia televisión por televisión. Y como el jodío tiene gancho al final habría llamada de Moncloa y genuflexa si falta hiciere. Ya sé que no se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Pero ahí lo dejo. Ahora vas tú y me lo empatas.
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