Elogio al 'pequeñoburgués'
Primero de Derecho ·
Saber cuidar y disfrutar de la familia es un signo cultural que nos distingue y que, sinceramente, en estos tiempos que corren conviene no descuidarPrimero de Derecho ·
Saber cuidar y disfrutar de la familia es un signo cultural que nos distingue y que, sinceramente, en estos tiempos que corren conviene no descuidarComo «un 'pequeñoburgués' liberal, ciudadano de una república parlamentaria» se definía Chaves Nogales en el prólogo a su obra A sangre y fuego. Añadía este periodista que, como pequeñoburgués liberal, era un «trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera ... inmediata de la aristocracia terrateniente», que «ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos».
Publicidad
Identificaba así un fenotipo sociológico, un tipo de hombres que han sido fundamentales para el sostenimiento de nuestras democracias modernas. Una contribución que no se sustenta tanto en las grandes obras que algunos de estos personajes singulares han realizado, como en el ideal de vida que encarnaban aquellos a quienes la historia no recuerda. Por ello, en un país como España, donde todos estudiamos el tópico literario del 'pícaro' o del 'hidalgo' venido a menos, aunque en algunos casos expresión de generosidad y nobleza; en donde el murciano Espinosa escandalizó describiendo la Fea burguesía del franquismo, quiero ahora reivindicar ese otro modelo de vida pública y familiar, de correcto desempeño del trabajo y de compromiso, que representa, a mi entender, el 'pequeñoburgués' liberal.
Es la pluma de Galdós la que traza un retrato excelso del mismo: «Compartiendo su espíritu entre los gratos afanes de su comercio y los puros goces de la familia; libre de ansiedad política; amante de la paz en casa, en la ciudad y en el Estado; respetuoso con las instituciones que protegían aquella paz; amigo de sus amigos; amparador de los menesterosos; implacable con los pillos, fuesen grandes o pequeños; sabiendo conciliar el decoro con la modestia, y conociendo el justo medio entre lo distinguido y lo popular, era acabado tipo del burgués español, que se formaba en el antiguo pechero fundido con el hijosdalgo».
Se observa, así, cómo el 'pequeñoburgués' liberal sintetiza ese ideal de ejemplaridad pública que nos ha enseñado el filósofo Javier Gomá: la aspiración por construir un 'yo civilizado' en un proceso de emancipación moral comprometido con la polis. Una maduración personal que se logra, precisamente, a través de dos vías fundamentales: «fundar una casa y desarrollar un oficio al servicio de la comunidad». Y que requiere, adicionalmente, cumplir con un deber general de colaborar con nuestra comunidad.
Publicidad
Trabajo, familia y compromiso social serían sus signos distintivos. Nuestro orden social, económico y también político se sostiene sobre la idea del trabajo. No en vano, Constituciones como la italiana todavía hoy predican en su artículo 1 que la República democrática se funda sobre el trabajo. En el caso del 'pequeñoburgués', normalmente desempeñando el comercio o aquellas profesionales que conocemos como liberales o intelectuales (profesores, médicos...). De ahí que el 'pequeñoburgués' sea también una persona que haya disfrutado de una educación que le permite elevarse de la vulgaridad, pero sin desprecio por lo popular. En segundo lugar, el saber cuidar y disfrutar de la familia es un signo cultural que nos distingue y que, sinceramente, en estos tiempos que corren conviene no descuidar. Porque el hogar es el primer lugar de sociabilización, pero también el refugio del alma. Lejos de las grandes gestas, es en ese reducto donde cada uno podemos aspirar a ser protagonistas de una bella historia. Y, por último, frente a la atomización individualista, el pequeñoburgués es consciente de la importancia del compromiso con la sociedad, a través de la política y de forma más amplia participando en la vida cultural y social. Los casinos provinciales, los ateneos o las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País dan buen testimonio de ello. Su enraizamiento en la tierra chica no riñe, además, con una mirada cosmopolita. Y ese deje conservador del pequeñoburgués, amante de la paz social y del confort doméstico, no es contradictorio con la vocación de progreso, con capacidad de impulsar reformas incluso de signo radical, pero sin dejarse seducir por utopías revolucionarias. Todo lo cual se adorna, a mayores, con un humus ético cristiano en el que brotan virtudes como la caridad y la humildad, la honradez o la idea de justicia social.
Hoy día, ese 'pequeñoburgués' liberal se presenta como un icono contracultural. Frente a la liquidez y las urgencias de nuestra vida actual, cada vez más acelerada y centrífuga, diluidos en el anonimato de grandes ciudades y redes sociales; frente al adanismo y a la mundanidad rampantes, y frente al afán desnudo por la acumulación de riquezas, volvamos la mirada a ese 'pequeñoburgués' liberal comprometido.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.