¿Cómo puede un programa de becas para chicas que quieran estudiar ciencias e ingeniería de apenas 50.000 euros condicionar unos presupuestos de más de 6.000 millones de euros para toda nuestra Comunidad Autónoma? Esta pregunta me la hacía un colega francés de ... una de las instituciones de educación superior que pertenece a la Universidad Europea de Tecnología, y a la que la Universidad Politécnica de Cartagena pertenece desde 2020.

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Durante la feria de ciencias de la Casa Blanca en 2014, el presidente Barack Obama incidió en la necesidad de afrontar la escasez de mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) con la siguiente metáfora deportiva: «...No estamos poniendo a la mitad de nuestro equipo a jugar en la cancha, y tenemos que cambiar esas cifras...». En la última década se han puesto en marcha en todo el mundo programas de fomento de vocaciones STEM, incidiendo en las chicas, y ello ha generado un ligero aumento de estudiantes en estos campos. Con todo, aún se percibe una distancia considerable con el número de chicos que finalmente se dedican profesionalmente a estos ámbitos y ocupan puestos de responsabilidad. Ojo: no se trata de una brecha salarial cuando se comparan uno a uno puestos de igual responsabilidad, sino de una brecha en la cantidad de efectivos que, con excelentes capacidades académicas, optan por esta vocación.

Numerosos informes concluyen que existen factores sociales y de entorno que pesan más que los buenos resultados e interés demostrado por las chicas para estudiar ciencias e ingeniería, y eso lleva irremediablemente a la infrarrepresentación de nuestras estudiantes en estos campos. Entre esos factores me atrevería a destacar la ausencia de modelos o referentes de científicas o ingenieras que impacten directamente en las inquietudes de nuestras jóvenes. A modo de ejemplo, habrán visto que series de televisión como 'Anatomía de Grey' o 'Suits' despliegan con todo lujo las vicisitudes de médicos y abogados, mientras que 'The Big Bang Theory' se detiene en la extravagancia de científicos e ingenieros que, a la hora de la verdad, serán el pilar de la transformación tecnológico-humanista que demanda ya nuestra sociedad.

Y ahora aterrizamos en la Región de Murcia. Las universidades públicas, la Fundación Séneca y algunas otras iniciativas del Gobierno regional han tratado de poner el foco en este problema y favorecer que nuestras estudiantes se incorporen a carreras científicas y de ingeniería. Las escandalosamente bajas tasas de chicas en estos títulos parece no ser un problema para las dos personas que, desde sus respectivos puestos de representación del pueblo murciano, exigen la eliminación de estos incentivos. Me gustaría conocer qué les ha llevado a poner el foco en este tema y olvidarse, por ejemplo, de reclamar una financiación adecuada para las universidades públicas, de la política general de becas, de la mejora de las infraestructuras o de los programas propios de fomento de la I+D+I.

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Toda acción política responsable, tanto de gobierno como de oposición, debe huir de las decisiones de baja deliberación. Pero su inevitable simplificación cuando se convierte en un mensaje, tuit o titular que busca el máximo número de votantes, sigue trufando el discurso político de esperpentos inconsistentes. Me gustaría pensar que el próximo mes de mayo podría conciliarse algo más la acción política con los intereses generales de los murcianos, pero mientras tanto parece que toca seguir más atentos al escaparate que al contenido de las políticas.

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