Urgente Una tromba de agua anega calles en Murcia y descarga casi 10 litros por metro cuadrado en 20 minutos

Usted quizás es demasiado joven para recordarlo, pero hubo un tiempo en el que creímos sinceramente que cuando llegara el AVE a Murcia se acabarían ... todos nuestros problemas de conectividad con la España de segunda, que es toda aquella fuera de la Región.

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Estas líneas redactadas en plena efervescencia de un buen número de pecados capitales las escribo desde el asiento 16A de un avión dirección a Alicante, opción 30 € más barata que el más barato de los trenes a Murcia. Ni siquiera hablo del tiempo que voy a ahorrar y de lo absurdo que es tener que viajar a otra ciudad con menos población para poder llegar a la nuestra, pero en fin. Vamos al tema.

Viajar a Murcia es un atraco a mano armada. Con premeditación, alevosía, violencia, sufrimiento y dolor. Es impresionante que a la séptima ciudad de España se tarden 3 horas en llegar desde Madrid en la única frecuencia diaria de AVE que además genera que la ida/vuelta cueste casi lo mismo que un tercio del salario mínimo interprofesional. Y esto sólo para uno, imagine el drama si tiene que viajar usted en familia.

Hay un error de concepto de base que probablemente haya costado demasiado caro en el planteamiento. A mí me enseñó el camino hacia la luz mi queridísimo Juan Antonio Megías, Presidente del Casino y en los buenos tiempos consejero de prácticamente todo. La conectividad de la Región de Murcia no debe estar concebida para que los murcianos, que somos pocos aunque siempre bien avenidos, viajemos fuera. Nuestras infraestructuras tienen que tener vocación de acogida: el objetivo es que los de fuera nos visiten con comodidad y seamos una opción atractiva para empresarios, veraneantes y disfrutones en general.

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Leía el otro día que el turismo en Cartagena ha bajado algo más de lo esperado, pero lo sorprendente es que haya podido llegar alguien con la absoluta desventaja competitiva que tiene nuestra joya turística en relación a sus competidores directos. Piense en cualquier destino del Levante español: ¿Gerona? AVE. ¿Barcelona? Ni le cuento. ¿Tarragona? AVE. ¿Castellón? AVE. ¿Valencia? AVE. ¿Alicante? AVE. ¿Costa murciana? Seis horas de coche, un millón en autobús, veinte combinaciones de trenes, cercanías y demás farándula y ya si eso una paliza y media después a leer la trilogía completa del 'Señor de los Anillos' en el atasco de entrada a La Manga.

La Región de Murcia es un lugar incomparable como epicentro turístico y empresarial. Se pueden hacer un millón de reformas fiscales y proyectos estratégicos de atracción de empresas aquí y en la China popular, que diría Carod Rovira, pero más de 300 días de solazo al año los tiene usted, los tengo yo y los tienen en Yecla. A partir de ahí, nada. Somos el lugar con vocación de ser la tierra más sana del planeta, la huerta de Europa y el sitio donde se practica deporte tan en serio que hasta ganamos Wimbledon con un zagal de El Palmar. Hay playa, hay montaña, hay sol, hay huerta, hay cultura, hay catedral, teatro romano, balnearios, vino, muebles, año santo y, sobre todo, murcianos. ¿Saben lo único que no hay? Un medio de transporte que no convierta en una odisea llegar a la mejor tierra del mundo.

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La lucha del Gobierno regional por el aeropuerto ha sido una apuesta acertada que tiene que consolidar el salto cualitativo que debe dar la Región en los próximos años. El trazado del AVE ha sido una broma de mal gusto que probablemente tardemos más en arreglar, pero tener el horizonte de que no debemos conformarnos con ser lo peor cuando, como dice Alcaraz, somos lo mejor, es la única vía para poder conquistar un futuro que nos pertenece por derecho.

Le contaba al principio de estas líneas que escribo este artículo entre unas nubes que permiten divisar con cierta dificultad el Mediterráneo, pero aun así adivinan un paisaje árido, caótico, singular y lleno de vida. El lugar de Europa donde vive el sol a tan solo unos kilómetros al sur de donde aterrizará este avión que, después de muchos años viviendo a no menos de 500 km de aquí, me va a llevar a un sitio que a pesar de la distancia física siempre será, simple y llanamente, mi hogar.

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