Urgente Una tromba de agua anega calles en Murcia y descarga casi 10 litros por metro cuadrado en 20 minutos

La columna de hoy iba a tratar sobre un tema que no tiene absolutamente nada que ver con esto, pero me acabo de indignar y ... he decidido que mejor lo comparto con usted porque esto de los psicólogos empieza a ser demasiado 'mainstream' y no está la economía como para gastar dinero en sobrellevar traumas pasajeros.

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Acabo de leer una entrevista a la cantante joven de moda del momento. No le digo quién es porque en realidad el pecador da igual en relación a este pecado, pero se lo imagina si cotillea un poco en la lista de Spotify de su hija, sobrina, nieta o adolescente en edad de subir fotos a Instagram. La susodicha en cuestión, que merece todos nuestros respetos porque ha sido capaz de monetizar de forma millonaria canciones cuyas letras oscilan el nivel intelectual de un niño de tres años, al parecer presenta un disco en el que habla de «su madurez». Presumiblemente abandona las letras para niñas sin más y ahora se adentra en el mundo de las letras para niñas que creen que cumplir dieciséis es sinónimo de senectud y experiencia vital desorbitada.

Pero volviendo a mi indignación, la cantante afirma en su entrevista que está harta de que «a las mujeres se nos exija siempre perfección y a los hombres nunca». Entiendo de verdad que es muy aburrido no formar parte de ningún grupo oprimido real porque esto del victimismo siempre da mucho relato y sirve como ejemplo de autosuperación de la nada, pero llega un punto en el que el ridículo tiene que parar.

Las mujeres no somos víctimas por sistema. No tenemos una tara física o mental por la que necesitemos cuotas, ni necesitamos una especial protección más allá de garantizar que los violadores sigan en prisión a pesar de la voluntad del Ministerio de Igualdad. En el mundo normal a las mujeres no se nos colectiviza. Ni se nos exige una perfección superior a la de los hombres o que demostremos el triple para que nos valoren la mitad. Quizás ocurrió antaño, ahora es sencillamente mentira.

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Que una cantante de éxito diga que si no está delgadísima y es muy guapa no triunfa en la misma década en la que la cantante Adele se convirtió en la artista más escuchada del mundo pesando 120 kilos es, sencillamente, una broma de mal gusto que ni siquiera merece la pena comentar. Plantear siquiera que a los hombres no se les exige el mismo nivel de perfección cuando todos los actores famosos del momento –piense usted en cualquiera de 'La casa de papel', de 'Élite' o de cualquier producción de Netflix que se le ocurra– son musculitos prototípicos de anuncios de Calvin Klein es, de nuevo, una idiotez sin contemplación.

No sé en qué momento se ha producido el trastorno global por el que ahora hay un sector de la población que si no se siente oprimido por algo que le es completamente ajeno es como que su vida deja de tener sentido y su relato personal se desvanece. Que una artista de éxito con una genética envidiable necesite decir que en su belleza natural radica su opresión es una patología que aún está por diagnosticar, pero que sobre todo es muy peligrosa porque corre el riesgo de que alguna niña se crea de verdad lo que dice su ídolo y, entonces sí, se traumatice por problemas que no tiene y que a pesar de ello le generan problemas reales.

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Quizás la cantante cuya entrevista me indigna crea que le hace más interesante decir que supera una opresión inexistente, pero lo que provoca es que una generación completa crezca creyendo que tiene unas barreras que no existen. Durante muchísimos años las feministas de verdad lucharon para que no tuviéramos que depender de nuestros maridos y nuestra voz se escuchara al mismo nivel que la de cualquier hombre. Que hayamos llegado al absurdo de que una vez liberadas del yugo masculino ahora nos tengamos que enfrentar a la opresión retórica femenina es un atraso de gigante con unas consecuencias que aún no somos capaces de prever.

Ojalá empiece a ponerse de moda decir a las niñas de hoy que el único límite que tiene su futuro son ellas mismas. Ahí sí habremos salido de la opresión. De la de los machirulos y de la de las aliadas. Feliz sábado.

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