Llegó el día

Imagine que usted votó a Ciudadanos en 2019 pero por distintos motivos ha decidido ahora votar al PSOE. Seguramente lo haya hecho porque le decepcionó que no pactaran en su momento, porque no quiere que el PP gobierne o porque le gustan los imputados al frente del Ejecutivo, que es una querencia como otra cualquiera. Si así fuera el caso y usted llevara muchos meses, incluso años, tomando la decisión de votar al PSOE, cuando un encuestador le llamara preguntándole a quién votó en 2019 la ciencia demuestra que es muy probable que usted no respondería que votó a Cs, sino que seguramente diría que ya entonces votó socialista.

Esto sucede por varios motivos. En primer lugar, porque cuando uno cree que ha votado mal prefiere negar la mayor por no reconocer la vergüenza de su error, pero en segundo lugar también porque la estructura mental de los votantes cambia tanto y tan rápido que nuestro pensamiento nos impide asimilar que hubo un momento en el que nuestras creencias no eran así. Ocurre también que cuando alguien gana con rotundidad todo el mundo recuerda haberle votado. Le pongo otro ejemplo: después de las elecciones andaluzas el recuerdo de voto de los encuestados al PP era el equivalente a una mayoría de esas que tenía Valcárcel en los buenos tiempos de la Región. Sin embargo, casi nadie recordaba haber apostado por Vox a pesar de haber obtenido nada menos que 14 escaños. Vamos, que todos queremos ganar.

Le cuento todo este rollo de las encuestas porque hoy es el día en el que usted tiene que tomar una decisión que le va a acompañar los próximos cuatro años, aunque se mienta a sí mismo y en unos meses recuerde haber apostado por otra opción. Lo que usted meta en la urna va a condicionar los intereses de la Región y seguramente también los de España, porque el claro vencedor de hoy será el que más posibilidades tenga de revalidar La Moncloa.

Se podrá arrepentir después o no, o se podrán configurar las mayorías que quiera o las que desprecie, pero hoy tiene que votar en conciencia, y eso se puede hacer de muchas formas posibles.

Es perfectamente válido, probablemente incluso deseable, apostar por el tan manido voto útil. Porque como esto no es una votación pasional para ver quién gana Gran Hermano sino una elección para decidir quién va a gestionar su dinero durante una legislatura, parece razonable apostar por aquel miembro del bloque ideológico que le convenza (ya sea derecha o izquierda), que tenga más probabilidades de éxito. Quizá se siente más identificado con Vox, pero si el PP es el que le garantiza que la izquierda no gobierne por supuesto que es válido apostar por la razón y no por el corazón.

Lo contrario también sirve. Si es usted de Podemos y quiere votar en conciencia porque piensa que en el PSOE son unos vendidos al capital y a las infracciones del Código Penal, está usted en su derecho de apostar por una formación que, aunque probablemente no obtenga representación, sí que actúa en conciencia con sus intereses reales.

Puede votar algo hoy y en seis meses en las elecciones generales votar otra cosa, la misma, su contraria o en blanco. Todo vale, pero por favor vote después de reflexionar, con la cabeza o con el corazón, qué quiere para su Región o, incluso, más importante aún, que no quiere bajo ningún concepto.

En estos cuatro años han pasado muchas cosas y ésta que les escribe se examina profesionalmente en una ciudad a 400 km de aquí, pero esta noche hay otra contienda que, por justicia, me ocupa más que ninguna: ojalá podamos celebrar una victoria contundente del alcalde Ballesta y los murcianos le recuerden a sus censores el lugar nefasto que les corresponde en la historia.

Por lo demás, mucha suerte a todos. Mañana volvemos a la vida normal.