Cuando pasee usted por las calles de Murcia, Cartagena o cualquier lugar de playa desde el que tenga la inmensa suerte de leer el periódico ... este maravilloso Domingo de Resurrección, verá que la ciudad está llena de carteles del Papa Francisco con un grupo de jóvenes. Es un documental nuevo de Disney, sorprendentemente (o no) producido por Jordi Évole y cuyo objetivo es observar al Santo Padre conversando con chavales de entre 20 y 25 años que, en su inmensa mayoría, tienen una afinidad con la iglesia católica sólo comparable a la que usted y yo tenemos con las tradiciones populares de la China medieval.

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El concepto es interesante desde muchas ópticas. Por la propia singularidad ideológica de un Papa atípico, por el formato moderno de comunicación de grandes masas en la institución más antigua de la humanidad, por el perfil de los jóvenes seleccionados y porque de vacaciones uno consume un volumen de chorradas tan aberrante que cuando de repente aparece algo interesante parece que merece la pena dedicarle un pelín de atención cualitativa.

No les voy a hacer spoiler porque de verdad que merece la pena verlo, pero sí les voy a hablar de uno de los jóvenes que lo protagoniza. Una, en este caso.

Para sorpresa de nadie, la productora quiso llevar a una chica que la izquierda pudiera estereotipar de lo que ellos creerían que acabaría de forma cruel: del Camino Neocatecumenal, hermana mayor de seis, estudiante de Universidad privada y cuyo mensaje esencial es que vive su vida a través de la fe. Muchos artículos de diarios conservadores han llegado hasta a ridiculizar a su madre por una toma en la que guía a sus hijos en una oración, como si fuera abyecto ser cristiano y en consecuencia, de manera sorpresiva, vivir la vida como un cristiano.

Nos hemos anestesiado tanto contra el sentido común y la razón que ya creemos que es más representativa de la Fe una señora que la última vez que fue a misa fue en su boda (y porque la decoración era más bonita que el juzgado) que una chica que reza cada noche antes de dormir. Como si ser católico fuera algo que en España ocurre a nuestro pesar y como elemento de atrezzo y no como una cuestión intrínseca e indivisible a un porcentaje elevadísimo de compatriotas.

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Pero es que en todo caso, a efectos de lo que les voy a contar, su fe da igual. O quizás al contrario es el elemento que lo justifica todo. Pero en cualquier caso, María, que así se llama la joven, expuso ante Jordi Évole y nueve personas más que detestan todo aquello que representa que su forma de entender la vida orbita alrededor de Jesús. Que cada sábado va a intentar salvar vidas a una clínica abortiva y que, si bien sus padres le guiaron en la Fe desde pequeña, ahora es lo suficientemente mayor como para decidir por sí misma que esa es la vida terrenal que ella quiere.

En un mundo en el que se habla a todas horas de lo importante que es tener jóvenes comprometidos, reivindicativos e inconformistas, aquí tenemos al mayor exponente que hayamos visto en años: una chica joven que se atreve a decir delante de literalmente el mundo entero que puede verla a través de Disney que ella, al contrario que todos los jóvenes que aparecen en televisión en series como 'Élite' o 'Física o Química', tiene convicciones reales que son mucho más importantes que la opinión de todos los que intentan desmerecerla. Qué mayor acto de valentía punk que ser cristiano conservador y estar orgulloso de serlo delante de un Évole que, empero, sólo pretendía ridiculizar su estereotipo.

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Le salió rana la niña a la izquierda porque María, que por cierto tiene sangre murciana en sus venas, ha resultado ser valiente además de creyente. Y con independencia de si comparte usted o no sus ideas o su forma de entender la fe, lo cierto es que es un auténtico placer saber que hay jóvenes con capacidad para decidir que nadie tiene derecho a juzgar o a decidir si su forma de vivir la vida es correcta, moderna o inclusiva. Que sobre su felicidad o sobre su futuro manda ella y no una avalancha de tuiteros votantes de Yolanda Díaz intentando explicarle que se equivoca siendo feliz cuando lo correcto es ser desdichado con ellos.

Qué descubrimiento ha sido María. La juventud libre existe y reza. Insospechado pero, felizmente, cierto.

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