Urgente Una tromba de agua anega calles en Murcia y descarga casi 10 litros por metro cuadrado en 20 minutos

Prepárense para el escándalo. Aquí va: «Creo que no puede ser equiparable para nada el fútbol femenino y el masculino porque todo va en función ... de los ingresos que generes y de la repercusión mediática. Y ahí no hay comparación. Seguro que hay otras deportistas de otros deportes a las que les gustaría cobrar como las jugadoras de la selección española femenina y no pueden, como a mí me gustaría cobrar lo de Cristiano Ronaldo, pero no puedo ser tan bueno. Es lo que hay. Cada uno tiene que saber dónde está y lo que genera. No se pueden quejar de lo que es actualmente el fútbol femenino. Ha evolucionado pero deben tener los pies en el suelo y saber que no se pueden equiparar en ningún sentido con un futbolista hombre. Tengo una opinión bastante discrepante respecto a la mayoría con todo lo que está ocurriendo. Me parece muy bien que las mujeres tengan su espacio y sus derechos, como creo que tienen actualmente y desde hace bastantes años. Hay mujeres trabajando en todos los cargos de grandes empresas y nadie les cierra ya la puerta».

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¿Se han levantado en armas por leer la verdad? Yo tampoco. ¿Saben quiénes sí lo han hecho? Los políticos de izquierdas que pretenden que los españoles le pidamos perdón a la extrema derecha supremacista y separatista a través de una amnistía que borre sus delitos por la conveniencia electoral de Pedro Sánchez. A esos la verdad les incomoda porque la mentira cambia el foco del problema de forma magistral. Pero a usted, que aún sabe discernir entre el bien y el mal, no se la cuelan ni por error.

Estas declaraciones, que por supuesto puede usted compartir o no, las emitió en una entrevista en 'El Mundo' Alfonso Pérez, futbolista de reconocido prestigio que jugó en prácticamente todos los equipos importantes de nuestra Liga. A raíz de ello han borrado su nombre del estadio municipal de Getafe, su ciudad natal. Se limitó a dar su opinión respetuosa sobre el delirio en el que se está convirtiendo la selección femenina de fútbol, una modalidad de nuestro deporte rey que no le interesaba a nadie hasta este verano pero que ha provocado que, simplemente por opinar, a Alfonso Pérez le hayan asesinado socialmente. Es impresionante cómo estas chicas consiguieron conquistar con el deporte lo que hasta entonces era un sueño imposible (que todo el país vibrara con ellas como si a alguien le hubiera importado alguna vez el fútbol femenino) para tardar diez minutos de reloj en destruir con política el fandom artificial que se formó este verano a su alrededor.

No les voy a hablar de Rubiales ni de Jenni Hermoso, que falló el penalti de la final que casi nos cuesta el título y que le está robando protagonismo a la merecida heroína española, que es Olga Carmona. Me dan igual ellas porque España es mucho más grande que sus ideas políticas o sus reivindicaciones sindicales, y la estrella que consiguieron ya no es suya, ahora es nuestra. Pero lo que la turba mediática está haciendo con Alfonso Pérez no es proteger los derechos de la mujer ni censurar opiniones que atentan contra la dignidad humana, lo que están haciendo es consolidar una cultura de la cancelación inquisitorial por la que si no comulgas a la perfección con el dogma estricto de la izquierda doblegada al separatismo entonces, de manera irremediable, acabas muerto socialmente.

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Entiendo que en este mundo frívolo la verdad duele, pero ya está bien. La dictadura social ha llegado a un punto en el que de facto no existe libertad de expresión. Si hemos llegado al delirio por el que un deportista de élite merece que le expulsen del espacio público simplemente por decir que si no generas ingresos de estrella es difícil que te paguen un salario acorde a una estrella, la pura verdad es que habrá que empezar a asumir que la democracia ha muerto ya.

La batalla que se está librando en el campo de la verdad (en el mundo 'trans', con la amnistía, con el mal llamado feminismo, con la cultura de la cancelación en general) es el debate político más importante del siglo. Nos están robando la libertad en la cara y encima lo quieren disfrazar de protección.

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Basta ya con este autoritarismo de pandereta. La verdad duele, y a los malos les dolerá más. Ya verá usted cómo pasa.

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