La erupción del volcán de La Palma, con toda la crudeza que para muchos habitantes de la isla ha implicado perderlo casi todo, ha puesto en valor el papel de los medios de comunicación regionales y locales y lo trascendente que puede llegar a ser ... que una noticia de tal calibre sea contada, en primera persona, por los profesionales del lugar. El director de 'Hora 25' en la cadena SER, Aimar Bretos, que hace unos días se trasladó a Tenerife para realizar desde allí su programa, quiso destacar este trabajo, al referirse a sus compañeros de las emisoras provinciales. «La catástrofe de La Palma ha evidenciado la importancia del periodismo local y regional, la necesidad de que existan redes de informadores, recursos, fuentes que se activan sin necesidad de que aterricemos aquí los periodistas de otros lugares. Algo que no se sostiene sin una inversión decidida y permanente. Es un aviso para los jefes que nos estén escuchando», advirtió el periodista donostiarra, entre los aplausos del público asistente.

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En ese mismo sentido, la reciente LXXX Asamblea de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), celebrada en Algeciras, aprobó una propuesta de resolución, a iniciativa de las tres asociaciones canarias, en la que se hizo «un reconocimiento expreso al esfuerzo, dedicación, valor y labor de servicio público» de profesionales y medios de Canarias que, «salvo contadas excepciones», han informado con veracidad y sin sensacionalismo. Esas excepciones, triste y lamentablemente, suelen proceder, como casi siempre, del mismo estercolero farandulero.

Es evidente que la presencia del periodismo local es cada vez más necesaria. Y me refiero, en especial ahora, a los medios audiovisuales. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se tiende a centralizar la información en las redacciones nacionales de esos medios. Un ejemplo: ocurre un suceso y al editor del informativo, desde su mesa, en Madrid, lo que le interesa es que le lleguen cuanto antes las imágenes y declaraciones de los afectados, al tiempo que un redactor o redactora se sitúe en un punto de directo para, en poco más de 30 o 40 segundos, dar una breve pincelada del asunto y demostrar de esa manera que se está en el lugar. De la pieza en sí, de minuto y medio o dos minutos de duración, ya se encargará otro redactor de elaborarla desde la redacción central, aunque tenga que llamar veinte veces al periodista que está en el sitio para consultarle esto o aquello.

En la radio, cada vez los espacios de programación local y regional están más encorsetados. Las cadenas tienden a globalizar sus programas, dejando meras ventanas en medio de estos para que las emisoras introduzcan sus boletines o espacios. Lo que entendíamos como radio local corre serio peligro, cada nueva temporada, cuando las principales cadenas anuncian sus firmes apuestas, centradas casi siempre en las grandes figuras nacionales.

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Sin embargo, episodios como los de La Palma nos hacen volver la mirada hacia el medio autóctono. Es el caso de la Radio Televisión de Canarias (RTVC), la emisora autonómica que ha surtido de imágenes impactantes al resto de las cadenas con la generosidad que solo busca la solidaridad. Los periodistas canarios, así como los reporteros gráficos, productores, técnicos y todo el elenco que conforma la realización televisiva, han dado un ejemplo admirable, significando que ellos estaban ahí para vivirlo y también para contarlo. Las empresas informativas, y especialmente sus directivos, nunca deberían olvidar esto.

A veces los periodistas de provincias, como eufemísticamente se nos suele calificar desde donde algunos creen que hacen girar el mundo, pueden sorprender por su profesionalidad y eficiencia. «Nunca fui tan feliz como cuando esperaba, ya de madrugada, junto a la rotativa, la primera tirada del diario. Me gustaba mancharme las manos de tinta y luego, con el redactor jefe, comerme en el bar de al lado un bocadillo de anchoas regado con vino blanco de Rueda. 500 pesetas era mi sueldo al mes», escribió el inolvidable Manu Leguineche, sobre su estancia en 'El Norte de Castilla' dirigido por Miguel Delibes, quien prefería que se nos llamara, más que periodistas de provincias, periodistas del interior, porque era algo que «cabría decir con más propiedad».

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