En su andadura temporal, las palabras van sumando connotaciones, unas veces positivas, otras negativas, que enriquecen su significado originario. Son agregaciones movidas por muy variadas ... circunstancias. La palabra y el símbolo 'arroba', por ejemplo, pasó casi sin transición del mundo agrario de las medidas para líquidos y peso al universo de la informática, debido a la, últimamente inevitable, dependencia del inglés (yo he comprado, hasta no hace mucho y en determinadas bodegas, vino de barril por medias arrobas). En el idioma inglés, la @ significa 'junto a' y 'en', por lo que su grafía a la mitad de una dirección de correo electrónico muestra que un usuario está ubicado en un determinado servidor o dominio.
Publicidad
Algún avispado publicitario pensó que si el jamón de postín era el 'pata negra' (por las pezuñas del cerdo, pintadas de ese color para distinguir los jamones exquisitos de los normales), de donde pasó a calificar la excelencia de cualquier producto, por qué no podía trasvasarse esta expresión a los vinos, con el resultado de que ya existe un tinto manchego llamado Pata Negra. Así que, para evitar la confusión, es conveniente que, cuando vayamos a un restaurante, al pedir un 'pata negra' se explicite claramente si se trata de vino o de jamón.
Tales cambios los mueve, en ocasiones, el azar. Otras, se deben a intereses variados, a tabúes, a correcciones movidas por el mandato social de usar un lenguaje políticamente correcto y, en los últimos tiempos, a una actitud de servilismo frente al inglés que nos lleva a abandonar determinadas palabras propias para reemplazarlas por otras cuyo origen y significado desconocemos, pero que nos dan la sensación de ser más modernas. Por corrección política, y en determinados ámbitos, la palabra 'negro' ha sido sustituida por 'subsahariano', igual que a 'mandadero' y 'recadero' los ha desbancado 'reader', y expresiones tan bellas como 'entre bambalinas', 'entre bastidores', 'tras el escenario' y 'trastienda' van siendo absorbidas por 'backstage'.
Al grupo social de los mayores le ha tocado también una revisión de los varios apelativos que lo denominan. Primero se les llamó, con cierta displicencia, 'viejos' a secas, compartiendo este nombre con el adjetivo referido a cualquier objeto, construcción o elemento, material o no, pasados de años y vicisitudes. Significado que convivía con otro de cierta delicadeza: 'mi viejo' o 'mi vieja' decían algunos hijos de sus padres con indisimulada ternura. La brújula de la corrección política advirtió lo inadecuado de aunar en una misma palabra los elementos materiales y los humanos, de manera que se utilizó la palabra 'anciano', menos despectiva. Ciertas instituciones educativas superiores dirigidas a jubilados han dado con respetuosos y acertados nombres como 'Universidad de Mayores' y 'de la Experiencia'.
Publicidad
Procedente del mundo angloparlante, y entre personas elevadas socialmente, va afianzándose subrepticiamente 'senior', que distingue a hijos –'junior'– y padres con idéntico nombre y apellido. En España, y en ciertos ámbitos populares, las coincidencias de tipo familiar se solventan por vía materna: Pepe 'el de la Matrona', Paco '(el) de Lucía'...
Ahora, a los mayores nos llaman 'silver', que no deja de ser un halago interesado, un eufemismo trapacero procedente de la economía de mercado, que intenta elogiar con un nombre-adjetivo pretendidamente elegante a las personas de edad avanzada, no por la deferencia debida a los años sino en tanto que posibles consumidores en el escaparate voluptuoso de la sociedad de consumo. 'Silver' es plata en inglés, ese idioma que invade casi todas las esferas de nuestro tiempo, y alude a las canas que suelen coronar la cabeza de los ancianos –y también de numerosas personas maduras que han decidido lucir las canas sin prejuicios–.
Publicidad
No descarto que 'silver' tenga que ver con una secuela del viejo mito que definía la juventud y, en general, una época de felicidad y despreocupaciones, como 'la edad dorada', mientras que a la madurez y la ancianidad les convendría la definición de 'edad de plata'. En los últimos tiempos, los mayores han atraído la atención de la sociedad en general y de sus fuerzas políticas, que entienden el deber ético de cuidarlos, evitando situaciones de desamparo, porque son personas que han contribuido a la prosperidad y el progreso del país y porque es justo que se les atienda en épocas de menor aliento vital.
Me temo, sin embargo, que esta última denominación tenga que ver con que muchos mayores son potenciales clientes de la sociedad de consumo, porque gastan en una vida saludable, una nutrición adecuada, un envejecimiento sano, inquietudes culturales, ropa, cuidados corporales... Los anuncios a ellos dirigidos lo testifican con claridad: se habla de la 'generación silver', una vida 'silver', viajes 'silver'... denominaciones que vienen a parar, como casi todo en este tiempo, en el dinero, en la 'silver economy' o, dicho en cristiano, la economía plateada.
Primer mes por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.