Urgente Una tromba de agua anega calles en Murcia y descarga casi 10 litros por metro cuadrado en 20 minutos

Lo vivido el pasado miércoles en la Asamblea Regional fue ciertamente bochornoso. Que el principal icono y patrimonio natural de la Región –el Mar Menor– ... se encuentre en una situación de deterioro casi irreversible no es suficiente para que las fuerzas políticas votadas por los murcianos se pongan de acuerdo y se comporten como una unidad de acción granítica y eficaz. La política de los intereses generales ha muerto. Aquí solo importa el sesgo partidista y la oportunidad de ganar miserablemente votos. El Mar Menor es víctima de la mediocridad de nuestros representantes, enredados en un debate en el cual solo gana su solipsismo y la incapacidad para priorizar intereses más amplios que los de sus estrechas siglas.

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La precaria armonía entre los dos socios de gobierno –PP y Vox– ha saltado por los aires por mor de la necesidad vital de la ultraderecha de matar al Mar Menor con la propuesta de modificación de la ley que lo protege. Vox nunca se ha escondido, y, desde la misma campaña electoral de las autonómicas, dejó bien claro que su objetivo era hacer compatible el desarrollo de la agricultura con la protección del Mar Menor. Un oxímoron en sí mismo. Dejar que los nitratos campen por sus anchas por el Campo de Cartagena supone practicar la eutanasia a la laguna salada. A la ultraderecha el Mar Menor le estorba: es aquello que impide que las multinacionales agrícolas se enriquezcan depravadamente. Recuérdense, en este sentido, la 'reflexión' que el otro día nos brindó el portavoz de Vox en la Asamblea, Rubén Martínez Alpañez. En ella –y a propósito de la propuesta de modificación de su partido de la ley del Mar Menor–, se mostraba esperanzado de que el resto de fuerzas apoyara su documento, habida cuenta de que lo que se ponía en primer plano en él era a las personas y su derecho al bienestar. Si existe una definición paradigmática del antropoceno, no cabe duda de que es esta. La vida de las personas contra la de la naturaleza, como si ambas fueran destinos diferentes, que se desarrollan en paralelo y cuya sostenibilidad resulta incompatible. A tenor de esta forma de pensar, si he de elegir entre el concepto de persona defendido por Vox y el Mar Menor, yo me quedo claramente con este último.

El sector agrícola –principal sustento electoral de Vox– ha tomado la peor de las decisiones al radicalizarse. Si, históricamente, el campo y la huerta han funcionado como la argamasa identitaria de la Región de Murcia, la ultraderechización del agro ha conllevado que este sector se convierta ya no solo en algo antipático para una parte importante de los ciudadanos de esta comunidad autónoma, sino en un serio peligro para sus intereses de futuro. La principal ideología que subyace a organizaciones como la Fundación Ingenio es 'contamina lo que puedas'. Esta plataforma nacida para proteger el derecho a la insolidaridad de la agricultura del Campo de Cartagena constituye una de las iniciativas más perniciosas de la historia reciente de la Región de Murcia. Algún día Trump hablará bien de ellos y los bautizará oficialmente como satélite mediterráneo de su negacionismo global. Son peligrosos. Y lo peor de todo es que se encuentran incrustados en el Consejo de Gobierno a través de Antelo y los suyos.

La votación el pasado miércoles de la propuesta de modificación de la ley del Mar Menor abrió la primera grieta importante entre el PP y Vox. Los de López Miras se abstuvieron y propiciaron que el texto no saliese adelante. Esto motivó que Antelo amenazara al presidente de la comunidad con revisar su acuerdo de gobierno. Un absoluto paripé. Vox no se va a mover de San Esteban porque no se va a ver en otra de pisar moqueta. Y López Miras mareará la perdiz todo lo que sea necesario para no dar un 'no' tajante a las aspiraciones destructivas de la extrema derecha. De hecho, cualquier partido verdaderamente comprometido con la recuperación del Mar Menor no se hubiera abstenido ante la propuesta de Vox: directamente hubiera votado en contra. Minimizar el impacto de los nitratos sobre la salud de la laguna salada supone un ejercicio de esoterismo político que colisiona contra cualquier criterio científico. De ahí que la abstención del PP resulte cuanto menos escandalosa y ponga de manifiesto cuál es la verdadera prioridad de los de López Miras: mantener el poder a toda costa. Tanto es así que el propio presidente intentó aplacar el enfado de Antelo, abriendo la posibilidad a «mejorar» la ley que protege al Mar Menor –porque «todo es mejorable», según sus palabras.

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Cuando la única aspiración de la ultraderecha es garantizar por ley la libertad a contaminar de las multinacionales agrícolas del Campo de Cartagena, tranquilizar a Antelo diciéndole que «todo es mejorable» no puede sino conducir al pánico. Entre la disyuntiva 'nitratos sí' o 'nitratos no' no caben titubeos ni márgenes de negociación. El Mar Menor agoniza y no tolera más gilipolleces de aritmética política. O estás con él o estás contra él. Vox ha demostrado por activa y por pasiva que está por acelerar su muerte mediante la barra libre al 'sindicato del nitrato'. La pregunta ahora es: ¿de qué lado está el PP?

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