Hubo un tiempo en que, en Andalucía, se comentaba que, a lo largo de toda su historia, solo habían estado gobernados por los moros y ... por el PSOE. La imagen -por hiperbólica- reflejaba perfectamente la eternización de un partido en el gobierno, hasta el punto de convertirse en una suerte de destino histórico -más allá del sano juego democrático-. Pues bien, si nos desplazamos geográficamente hacia el Sureste español, esta misma imagen podría servir para calificar lo que sucede en la Región de Murcia; solo que, en este caso, es el color de las siglas el que cambia: el PP ha llegado a convertirse en un sistema de poder tan inamovible que casi parece formar parte de la esencia de esta comunidad autónoma. Y no parece que las cosas vayan a cambiar por un tiempo prolongada. El Barómetro de Invierno del Cemop ha vuelto a refrendar un estado de opinión con escaso margen de cambio. Lo peor que le puede pasar a una sociedad democrática es que el voto de los ciudadanos se encuentre al margen de cualquier coyuntura, y que, con independencia de lo que suceda, no se materialice alternativa alguna.
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Según esta nueva entrega del Cemop, el PP volvería a ganar las elecciones con los mismos 21 escaños con que lo hizo el pasado mayo aunque con unas décimas menos. Por su parte, Vox ganaría un escaño (10), que se lo arrebataría al PSRM (12). Por lo que nos encontramos ante una doble y preocupante realidad: de un lado, y en un contexto en el que Vox baja a nivel nacional, la Región de Murcia se consolida como una ínsula retardataria en la que la ultraderecha mantiene un constante crecimiento; de otro, la derecha radical amenaza con dar el 'sorpasso' al Partido Socialista, en lo que supondría una catástrofe para el futuro de nuestra comunidad autónoma. Pero, además, el barómetro del Cemop señala un aspecto que no puede resultar más elocuente: un porcentaje significativo de murcianos se muestra insatisfecho con el actual gobierno de PP y Vox. ¿Y cómo reaccionan a esto? Aumentando su apoyo a estas dos formaciones y castigando más a la izquierda. Como laboratorio sociológico, la Región de Murcia es una mina que desafía cualquier lógica. En rigor, lo que subyace en este dato es que a los murcianos no les gusta lo que tienen, pero no quieren las alternativas posibles. Este matiz entre 'no gustar' y 'no querer' resulta tan significativo y digno de estudio que traslada gran parte de la responsabilidad del panorama esclerótico actual hacia las opciones de izquierda. Y aquí es cuando pinchamos en hueso.
La izquierda, en la Región de Murcia, necesita abrir un periodo de reflexión a pecho descubierto y sin autoengaños mentales. ¿A qué nos referimos con 'autoengaños mentales'? A culpabilizar de todos sus males a terceros, y no asumir la propia y necesaria cuota de culpabilidad. Cada vez que se afirma que la izquierda murciana -y muy especialmente el PSRM- necesita reflexionar, surgen enseguida las voces ofendidas que recriminan el hecho de que siempre se recurra al mismo argumento. Según una opinión generalizada e incrustada en sus arterias, el problema máximo que tiene esta región es un electorado mediocre, enrocado 'per saecula saeculorum' en un voto conservador y cada vez más secuestrado por PP y Vox. La Región de Murcia vendría a ser, en este sentido, la capital española de 'fachalandia', y, frente a esta incultura generalizada, no habría nada que hacer. Es cierto que, conforme pasa el tiempo, la mediocridad que nos gobierna modela con más eficacia a la ciudadanía gobernada, y que el declive de las instituciones culturales de esta región es histórico. El último estudio del Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea ha sido inmisericorde con la Región de Murcia: es la última comunidad española en innovación y calidad cultural. No se puede caer más bajo.
Ahora bien: incluso en comunidades autónomas ligadas históricamente a un signo político -es el caso antes referido de Andalucía o, incluso, de Valencia-, se han producido movimientos capaces de provocar un cambio de gobierno. Puede que el voto se halle enquistado en según qué territorios, pero no podemos caer en el fatalismo fácil de pensar que el electorado es de una forma monolítica y de que su forma de pensar no se puede revertir. Si en otras regiones se ha producido el cambio, ¿por qué en la Región de Murcia no? La respuesta está clara: por más que PP y Vox no convenzan en su gestión de gobierno, las alternativas que se le proponen al ciudadano convencen menos. Y esto no es problema de los murcianos fachas y tozudos, sino de una izquierda que ha de dar un giro de 180º si no quiere llegar a convertirse en una realidad residual. En la Región de Murcia, la estrategia nacional de «que vienen los franquistas» no vale porque estos ya están en San Esteban. Habrá que pensar en reforzar el discurso mediante la introducción de nuevas ideas y la eliminación de seculares prejuicios. Si en la Región de Murcia, PP y Vox huelen a viejo, la izquierda no queda atrás. En sus planteamientos, el PSRM evidencia una caspa equivalente a la de sus adversarios de la derecha. Y, claro está, entre una caspa que ya conocemos y otra que está por descubrir, nos quedamos con la que tenemos, que, aunque disguste y no convenza, no deja de ser 'nuestra caspa' de siempre. Reflexionar nunca está de más. Pero hay casos en los que resulta urgente.
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