Lo más significativo del último barómetro de la UCAM no es que otorgara al PP mayoría absoluta, ni que el PSRM se sitúe en mínimos históricos, ni que Vox siga arañando escaños o que Podemos pierda su representación parlamentaria. No. El dato relevante –por preocupante– ... es que un 40 % del electorado potencial de la izquierda en la Región de Murcia esté desmovilizado, aletargado en una abulia tan paralizante que, ni siquiera ante un presidente como López Miras –que no ha hecho literalmente nada en todos sus años de gobierno–, se active aunque solo sea por desesperación. ¿Cómo tendrá que ser la propuesta de la izquierda para que, frente a un gobierno tan inoperante como el actual, una parte reseñable de la sociedad decida quedarse en su casa? La pregunta se responde por sí misma. Ni en los que votan a lo que hay, ni mucho menos en los que dejan de votar a lo que podría ser existe ilusión alguna. La mayoría que sigue apostando por PP/Vox lo hace por aquello de «más vale malo conocido...»; y los que no depositan su papeleta en las opciones de izquierda se inhiben de participar en las sucesivas convocatorias electorales porque, en el fondo, consideran a la Región de Murcia como algo perdido y sin remedio.
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Cuando el desánimo entre el electorado de la izquierda parecía haber tocado fondo, el actual secretario general del PSRM, José Vélez, anunció que se presentaba a la reelección. Algo insólito, intelectualmente incomprensible y emocionalmente angustioso. Parece como si todos los pasos dados por los socialistas estuvieran encaminados a escenificar un suicidio lento pero eficaz. El veneno del aparato y del poder por el poder es ingerido en sorbos pequeños pero letales que matan la única oportunidad de que esta comunidad autónoma entre en una dinámica democrática –de alternancia periódica de colores– mínimamente normal. Los que observamos desde fuera el desenvolvimiento de la política regional hemos comprobado con estupor cómo, durante los últimos años, el PSRM ha depurado toda la masa gris que tenía en sus filas. Aquellos que tenían arraigo en el tejido social, que agradaban a los de todos los bandos y que eran valorados con buena nota por su desempeño público han sido sistemáticamente apartados para no ensombrecer al mediocre que mandaba. Mal asunto. Esa regla no escrita de que «quien piensa en el PSRM es un peligro para la calle Princesa» se ha convertido en la tumba de un partido que necesita con urgencia un cambio en el timón. Si de verdad José Vélez tiene un sentimiento de responsabilidad hacia la Región de Murcia y quiere contribuir a desalojar a López Miras de San Esteban, que se vaya y deje paso a personas menos viciadas por el 'mal del aparato'.
Afortunadamente, algo ha comenzado a moverse esta semana en el PSRM. Ante el estupor de la sociedad por el inmovilismo reinante, algunos afiliados y miembros destacados del socialismo regional han decidido dar un paso adelante y competirle las primarias a Vélez. El primero en romper el código del silencio ha sido Txema Almela: un tipo excelente, destacado profesional en su ámbito –el de la salud– y, además, el mejor presidente que ha tenido el Real Murcia en la era post-Samper. Este último dato no es menor: el Real Murcia es la institución regional con mayor arraigo social, por cuanto Txema Almela no parte de cero de cara a su conocimiento por parte de la ciudadanía. En este sentido, cabe destacar también que, frente al perfil estándar de la izquierda murciana, Almela no le tiene alergia a las fiestas y tradiciones. La Región de Murcia no es conservadora, sino lo siguiente. Su sentimiento identitario no es ideológico, sino tradicionalista, y se vuelca en sus ritos y celebraciones. A resultas de gobernar durante tres décadas en la región, el PP ha realizado una 'opa emocional' sobre el catálogo de sus tradiciones. Y lo peor no es que la derecha haya intentado establecer una equivalencia entre su gestión y la preservación de estas costumbres, sino que la izquierda se lo ha creído ya ha reforzado tal idea en el imaginario colectivo. Si el PSRM quiere regresar, alguna vez a San Esteban, debe 'municipalizar' su estrategia autonómica e infiltrarse en el tejido popular más íntimo de cada población. Y, para tal cometido, Txema Almela es un perfil idóneo.
A renglón seguido de que este rompiera, por sorpresa, el hielo, la carrera por las primarias se vio animada por dos anuncios más: Diego Conesa e Inma Sánchez Roca. El primero tiene como tarjeta de presentación ser el único candidato de izquierdas en haber ganado unas elecciones autonómicas en las últimas tres décadas –que es mucho, muchísimo–. Y la segunda el conocimiento profundo de la política municipal y el romper ese paisaje hipermasculino y machirulo que domina la política regional. Vélez cuenta con el apoyo de Sánchez. Pero en el último congreso del PSOE, este animó a la reconquista de los territorios autonómicos. Sostener a toda costa a Vélez desde Ferraz y ganar en la Región de Murcia no son hechos compatibles. De ahí que, en un acto de responsabilidad hacia esta región olvidada del sureste y, por extensión, a toda España, el secretario general de los socialistas debería inhibirse completamente en estas primarias y dejar que el descontento y la ilusión se expresen sin miedo. Es el 'ahora o nunca' para el PSRM.
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