De una manera sobrevenida, forzada por la necesidad de investir a Illa como presidente de Cataluña, Pedro Sánchez puso en el centro del debate un concepto que, a lo largo de la democracia, ha aparecido y desaparecido 'guadiánicamente' de la escena política: el del federalismo. ... Qué duda cabe que el concierto económico catalán supone una rasgadura en el tejido autonómico español que rompe el 'status quo' del último medio siglo. Este nuevo régimen fiscal genera un manifiesto desequilibrio entre Cataluña y el resto de España que ni la más esmerada de las piruetas argumentativas de la ministra Montero puede disimular. La cuestión, no obstante, que surge a propósito de este nuevo contexto creado por el concierto catalán es si contentarnos con el empleo del federalismo como un comodín o cortina de humo para vender el privilegio a un territorio como un cambio de sistema o, por el contrario, aprovechar de verdad la oportunidad que ofrece el chantaje independentista para remar decididamente a un modelo de Estado federal. Pero, claro está, no un 'modelo federal' de diferentes velocidades y disimétrico que vulnere la igualdad de todos los españoles ante la ley, sino un federalismo plenamente desarrollado que permita subsanar los numerosos déficits y agravios que ha provocado la España de las autonomías. Si, de verdad, Pedro Sánchez apuesta por reformular la idea de España a partir de un federalismo moderno y plenamente satisfactorio para todas las regiones, yo me sumo a ese proyecto. Si, en cambio, lo del 'modelo federal' es un mero Macguffin para desviar la atención de la sociedad de los temas verdaderamente importantes, entonces que no cuente conmigo.
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Si nos atenemos a los hechos, el debate sobre el federalismo parece más un bluf que un sólido proyecto de Estado. En la Región de Murcia, hemos tenido un ejemplo en los últimos días: el Ministerio ha negado la reapertura de la línea ferroviaria Lorca-Guadix que, desde 1985, lleva cerrada. La razón que ha ofrecido para justificar esta negativa es que, según sus estudios, se trata de una línea deficitaria. A lo que yo añado que no nos tomen por gilipollas. Uno de los indicadores más flagrantes de la pésima vertebración ferroviaria que sufre España es precisamente la ausencia de conexiones directas que existe entre las diferentes provincias de su mitad sur. Uno de los grandes males a los que nos ha condenado el actual sistema autonómico es a una red ferroviaria que es esencialmente radial y que, en términos casi absolutos, parte de Madrid. Todo lo que no pase por la capital no existe. E, incluso, para las mentes supuestamente más progresistas y que piensan en una España más descentralizada, España es Madrid y poco más. Vivimos bajo un centralismo asfixiante del que los madrileños no son capaces de darse cuenta porque, entre otras razones, tienen absolutamente normalizado que España son ellos. Quizás, y en este sentido, uno de los mayores insultos que hemos recibido los ciudadanos de la periferia fue el anuncio realizado por Renfe de un convoy directo entre Murcia y Málaga. El tren en cuestión parte de Murcia y de Málaga, llega a Madrid, hace una parada técnica interminable y luego sigue a su destino final. En total son siete horas de viaje y una indignación muy grande. Nos toman por tontos.
El centralismo voraz que sufre España no es algo que haya que achacar a un partido político en concreto. Ahora está el PSOE y es al que le toca gestionar aquello de 'Madrid y nada más' –ahora se ha incorporado lo de 'Cataluña somos todos'–. Pero, cuando ha estado el PP en La Moncloa, el comportamiento ha sido igual o, incluso, más restrictivo si cabe: para la derecha, no es que España se reduzca a Madrid, sino, más concretamente, al barrio de Salamanca. Durante mi etapa en la política, coincidí con gobiernos del PSOE y del PP, y puedo afirmar con rotundidad que nunca he sentido mayor desprecio y actitud chulesca que por parte de los ministros del PP con los que me tocó lidiar. Su displicencia hacia todo lo que oliera a periferia era sumamente vomitivo. Además, no tenemos que olvidar quién gobierna actualmente en la Comunidad Autónoma de Madrid: una tal Díaz Ayuso. La lideresa del PP viene mostrando un empeño casi camorrista con que el Corredor Mediterráneo pase por Madrid. ¡Manda ovarios! La única oportunidad histórica que todas las regiones del Mediterráneo tenemos de estar decentemente conectadas sin necesidad de pasar por Madrid, y la miserabilidad centralista nos la quiere arrebatar. ¡Pero si las dos estaciones que tienen ya no dan abasto y se han convertido más en un callejón sin salida que en un 'hub'! Quiero una España federal, sí. Pero un federalismo realmente descentralizado, en el que uno pueda ir desde Murcia a Andalucía sin tener que recurrir por cojones a autobuses que te los venden a precio 'supra' y luego se caen a pedazos. España ha tenido hasta ahora un problema: Madrid. Y Pedro Sánchez se encuentra ante una disyuntiva histórica: que, en lugar de uno, existan dos problemas –con la suma de Cataluña–; o que el concierto económico catalán se utilice de verdad para implementar un federalismo de amplio recorrido que permita a muchos millones de españoles vivir en mejores condiciones. Y para los fachas que solo repiten el mantra de 'España, grande y una', decirles una cosa: la única manera de que España se encuentre verdaderamente bien vertebrada y unida es mediante un proyecto federal que nos libere del secuestro centralista.
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