Volver a vernos
Sabemos que nada ha desaparecido y solo debemos teclear los datos para encontrar lo que perseguimos, pues todo está a la distancia de una tecla
Estamos en la edad del reencuentro, pues ya vivimos una existencia plena. En los años de la nostalgia y del revival, se ha puesto de ... moda quedar con los viejos compañeros de clase y volver al pueblo donde nacimos. Estamos volviendo el rostro atrás, no solo por la edad que contamos, pues ya somos dueños de nuestra propia vida y podemos presumir de ello. Hemos gastado alguna más y en algún caso hemos dejado algún muerto en el camino porque resulta inevitable, y hemos llevado a cabo buena parte de nuestros propósitos, al menos los que planteamos de jóvenes y con los que soñamos, aunque sobre todo disponemos de la infraestructura precisa para una búsqueda exhaustiva. Estamos en el mejor momento para empezar de nuevo.
Hoy somos capaces de encontrar a cualquiera por mucho que se esconda, porque esconderse es casi imposible, nuestro nombre y nuestros datos están por todas partes y, de repente, un día nos viene un saludo de una persona con la que no contábamos al abrir el ordenador y meternos en el correo, estudiamos un par de cursos con ellas, nos vimos en un campamento juvenil o hicimos la mili y trabamos una amistad inquebrantable. El caso es que nos ha visto en Facebook y ha sentido mucha curiosidad, por eso nos escribe, para saber cómo estamos, qué fue de nosotros, cómo nos ha ido la vida.
Aunque lo decisivo, creo yo, es que necesitamos vernos de nuevo, algo quedó pendiente desde la última vez que nos hablamos, no dijimos algo decisivo, no le declaramos nuestro amor secreto a la persona que se despedía de nosotros para siempre y en ese instante no lo sabíamos, omitimos algún detalle importante al que le hemos estado dando vueltas durante cuarenta años y que estamos deseando declarárselo a la muchacha o al muchacho con el que nos veremos muy pronto, pues lo hemos buscado en Facebook y hemos hallado su 'mail' y sabemos que dar con él o con ella es muy fácil. No tenemos que emprender un viaje largo, caro e infructuoso, no vamos a enfrentarnos a la decepción de su rostro cuando nos abra la puerta.
Verse de nuevo, organizar una quedada en toda regla, está empezando a ser una costumbre social que nos libera de esa tensión emocional que hemos mantenido casi intacta tanto tiempo, porque nos hemos arrepentido un millón de veces de no haberla besado en la última cita, de no decirle algo más comprometido que hubiese establecido un nexo entre nosotros, un cable roto o un hilo rojo del que nunca nos hemos separado.
Por fortuna, ahora internet nos permite rastrear con más facilidad nuestro rumbo y dar con la persona que buscamos; es un proceso mágico y misterioso que la tecnología nos ha proporcionado, porque no solo ha traído aislamiento y soledad, sino más bien al contrario, mucha gente ha buscado el nombre de un amigo o de un amor y ha hallado su encaje final de tal modo que hemos llegado a la conclusión de que ya no podemos estar solos y de que la comunicación y las nuevas tecnologías son imprescindibles, no solo para el trabajo y la vida corriente, sino también para ser felices y vivir una existencia plena, pues también las pantallas, en las múltiples pantallas está nuestra vida y también en ellas vivimos. Nuestros datos, nuestras imágenes, nuestros sueños y nuestros deseos aparecen ahí guardados, tienen su lugar en ese mundo nuevo de cables y de espacio donde al parecer estamos todos como en una nueva galaxia.
Por eso acudimos a él cuando nos acordamos de otro tiempo y de los viejos amigos. Sabemos con certeza que nada ha desaparecido y solo debemos teclear los datos necesarios para encontrar lo que perseguimos, pues todo está a la distancia de una tecla, de una web, de un 'mail' o de un WhatsApp. El resto ya es asunto nuestro y buena suerte, buscamos en el negro de las pantallas inquietantes y de repente se hace la luz y nos llegan los datos.
Encontramos como un prodigio a la novia que perdimos a los doce años.
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