Es muy probable que recuerden la famosa frase de Unamuno, «¡que inventen ellos!», que expresaba el escaso interés de España por la ciencia y la ... innovación. Triste, pero reflejando una realidad confirmada por los datos del último siglo, en el que, salvo individualidades, la contribución patria a la creación de conocimiento ha sido muy modesta. Pero hoy no vengo a hablarles otra vez de nuestras miserias nacionales, sino de un tema de relevancia global.

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'Ella' es la inteligencia artificial, que está llamada a jugar un papel central en el desarrollo futuro de la ciencia, y este cambio parece inminente. Hasta ahora, los procesos de invención y descubrimientos se han basado en el ingenio de las personas, el conocimiento previo acumulado y las diversas herramientas disponibles para la búsqueda y exploración. Estas últimas han sido fundamentales para alcanzar los mayores avances en la historia de la ciencia. Piensen en lo que supuso disponer del microscopio para ver todo lo pequeño que había estado oculto a simple vista. Y el sinnúmero de nuevos descubrimientos que acontecieron al abrirse esa posibilidad.

La explosión del uso de la inteligencia artificial puede convertirse en una especie de nuevo microscopio que cambie la forma de investigar. En lugar de buscar y leer algunas decenas de artículos con la información relevante para la investigación que se quiere realizar, la inteligencia artificial puede estudiar miles de ellos y darnos un resumen, o incluso una recomendación de qué pasos seguir.

En realidad, ya llevamos algún tiempo oyendo de contribuciones científicas logradas por el uso de la inteligencia artificial. En 2019, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos, encontró nuevos antibióticos. Lo novedoso fue que habían utilizado un modelo de inteligencia artificial para buscar entre millones de compuestos e identificar aquellos que podrían funcionar mejor contra las bacterias resistentes. El modelo se había entrenado con las estructuras químicas de antibióticos conocidos y propuso una lista de candidatos que potencialmente aniquilaban las bacterias. En el laboratorio probaron la eficacia de cada uno de ellos y se seleccionaron los mejores. Este proceso es similar a encontrar una aguja en un pajar de millones de posibles opciones, y la inteligencia artificial lo hace posible a diferencia de lo que serían los intentos humanos. Este mismo proceso puede usarse en muchas otras disciplinas, como la búsqueda de nuevos materiales, o en la optimización de los procesos de generación de energía.

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En mis tiempos de estudiante, ocurrió una revolución similar con el uso de la simulación numérica. Todos queríamos hacer los experimentos en el ordenador. Esto se convirtió en algo normal y en muchas áreas hemos combinado la teoría con la simulación computacional y los experimentos reales. Podemos ver ahora la inteligencia artificial como algo similar, una nueva herramienta que haga que los procesos científicos existentes sean más rápidos y eficientes.

Sin embargo, hay quien piensa que los cambios serán de mucho mayor calado, produciendo una completa transformación en la forma que se hace la ciencia. Por ejemplo, los llamados 'descubrimientos basados en la literatura' tienen como objetivo realizar nuevos avances mediante el análisis de la literatura científica ya existente. Sería algo así como tener un perfecto 'ratón de biblioteca' que lee sin descanso todo lo que existe, lo analiza, correlaciona y propone soluciones. Aunque esto es algo que no es novedoso, las herramientas actuales permiten obtener resultados de una calidad sin precedentes.

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El siguiente paso será la creación de 'científicos robot' equipados con conocimiento previo en un área específica, datos de investigación y patentes. Luego utilizarían las herramientas de inteligencia artificial para realizar todo el proceso completo, desde la formulación de hipótesis, a realizar experimentos robotizados, evaluar los resultados, modificar sus hipótesis iniciales y volver a empezar de una manera incansable. Como en tantos otros campos, cuando esto llegue puede jubilar anticipadamente a muchos científicos humanos.

Y aunque esto último pueda parecer lejano, lo que ya no lo es, y está cambiando la forma de trabajar, es el uso masivo de la herramienta ChatGPT para preparar proyectos de investigación para solicitar financiación y escribir artículos científicos. En mi tarea de editor de varias revistas científicas, me vengo sorprendiendo por la calidad del texto de muchos artículos que recibo, que, por la procedencia de los autores, solían tener un mal inglés y una redacción extremadamente pobre. Y no es solo algo superficial, sino que también el contenido parece haber ido mejorando. Poco a poco, los que nos dedicamos a esto vamos dejando que 'ella' trabaje por nosotros. Lo dicho, ¡que invente ella!

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