Nunca he sido de seguir a famosos y me repatea bastante ver al personal babeando por cantantes, futbolistas y otras celebridades de medio pelo que ... pululan por doquier. Pero reconozco mi admiración por personas que con su genialidad cambiaron la vida y el destino de la humanidad. Son mis héroes en un tiempo poco dado a reconocer a los que son claramente mejores y que eleva a la gloria a auténticos petimetres.
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Uno de los más sobresalientes del siglo pasado fue John von Neumann. Su figura se ha puesto recientemente de moda a raíz de un libro titulado 'MANIAC', escrito por el escritor chileno Benjamín Labatut. Una sorpresa sobre este libro es que se encuentre entre los más vendidos en varios países, incluido el nuestro, lo que no deja de ser una buena noticia que indica que no todo está perdido y dice de la existencia de personas que leen y piensan.
John von Neumann, nacido a principios del siglo XX en Budapest como János Neumann, fue un genio polifacético con contribuciones que abarcaron desde las matemáticas y la informática hasta la física, la biología y la economía. Era un prodigio matemático que ya demostró una aptitud extraordinaria desde niño. Dicen que era capaz de realizar cálculos mentales complejos desde los seis años y que tenía una memoria casi fotográfica que le permitía absorber y recordar información que utilizó en numerosas disciplinas a lo largo de su vida.
De origen judío, se trasladó a los Estados Unidos donde se convirtió en uno de los primeros miembros del famoso Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde coincidió con otras figuras eminentes como Einstein o Gödel. La decisión de mudarse a los Estados Unidos fue influenciada por el clima político en la Europa de entreguerras con el ascenso del nazismo, que representaba una amenaza creciente para los académicos y científicos judíos.
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Una de las muestras de la genialidad consiste en ver cosas que el resto ni siquiera intuye y hacerlas realidad o imaginarlas para el futuro. En esto, von Neumann fue un avanzado que condicionó nuestro presente de una manera extraordinaria. Como uno de los padres de los ordenadores imaginó en su cabeza muchas de las actividades que hoy tenemos por habituales, desde el pronóstico del tiempo a la búsqueda de nuevos medicamentos. El progreso es un proceso tan sutil y continuo que ahora nos parece que sería imposible vivir en un mundo en el que nos quedáramos de un día para otros sin ordenadores. Historias de catástrofes, como las de un posible apagón, nos muestran hasta qué punto dependemos hoy de algo que hace 70 años tan sólo estaba en la cabeza de unos pocos.
La influencia más significativa de Von Neumann se encuentra en la arquitectura de los ordenadores. Anteriormente se habían construido aparatos capaces de realizar cálculos cerrados para un fin dado. Conseguían superar en velocidad a los humanos, en ese tiempo normalmente grupos de mujeres calculistas, pero no permitían un uso general. Von Neumann ideó una arquitectura que sigue siendo la base de los ordenadores actuales. Las instrucciones del programa y los datos se almacenan en la misma memoria de acceso aleatorio, y una unidad de procesamiento ejecuta estas instrucciones. Esta arquitectura permitió la creación de ordenadores más flexibles y potentes, y es un concepto que sigue presente hoy desde los ordenadores personales hasta los grandes servidores. 'MANIAC', que da título al libro de Labatut, fue uno de los primeros ordenadores que utilizó la arquitectura de von Neumann, bautizado por sus siglas en inglés: 'Mathematical Analyzer, Numerical Integrator, and Computer'.
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En otra contribución que por sí sola ya es grandiosa, Von Neumann, con Oskar Morgenstern, desarrolló la teoría de juegos. Estudia las decisiones estratégicas en situaciones en las que el resultado para un participante depende de las decisiones tomadas por otros. Esta teoría se convirtió en una herramienta esencial en múltiples campos, ofreciendo una base para analizar y comprender las interacciones en situaciones tanto de competición como de colaboración. Von Neumann soñaba con predecir y numerizar el comportamiento humano. Lo cierto es que el impacto de esta teoría ha influido sobremanera en muchos aspectos de nuestras vidas, desde la economía a las aplicaciones más recientes de la inteligencia artificial.
Von Neumann murió relativamente joven, a los 53 años, aunque dejando un legado que hubiera ocupado varias vidas de muchos hombres brillantes juntos. No dejo de pensar en un escenario en el que la inteligencia artificial produzca miles de entes pensantes del calibre de Von Neumann y los ponga a trabajar. ¿Quién teme al futuro?
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