Uno de los problemas de estos tiempos para la opinión es que los temas que se pueden tratar confortablemente sin que te llamen de todo ... son cada vez menos. Por supuesto, algunos son auténticos campos minados de los que no se saldrá bien parado se diga lo que se diga. Entre estos asuntos, los de los terruños y los llamados de género se llevan la palma.

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Con buen tino, algunos amigos me insisten en que me mantenga alejado de ellos en esta cita quincenal con ustedes, pero mi natural rebelde puede más que la prudencia y los consejos. Así que aquí me tienen hoy, dándoles noticia de unos números que me han llamado poderosamente la atención sobre la proporción de chicas y chicos entre los estudiantes universitarios. Los datos, cuando son correctos y sin manipular, deberían ser incontestables. Pero lo cierto es que a menudo suelen utilizarse solo cuando apoyan unas determinadas ideas, quedando en el olvido si no es así.

El signo de estos tiempos, nuestro 'zeitgeist' en los países desarrollados, y particularmente en España, es el de una insistencia en el debate de la desigualdad por razón de sexo donde las noticias y los datos que suelen tener mayor difusión son aquellos que refuerzan la idea de una sociedad donde las mujeres siguen estando discriminadas. Mi sensación, sin embargo, es que estamos inmersos en un movimiento pendular, tan del gusto hispánico. Viniendo de una sociedad profundamente machista, donde las mujeres estuvieron relegadas, afortunadamente hemos ido avanzando paso a paso hacia la igualdad con la contribución de varias generaciones de hombres y mujeres. Lo curioso es que con el ruido ambiental pareciera que las cosas sigan siendo como hace 60 años, cuando la realidad es que quizás nos estemos pasando de frenada en aspectos importantes.

En esa línea pueden tener un valor los datos recientes del número de estudiantes que terminaron sus carreras el curso pasado en la Universidad de Murcia. Fueron exactamente 4.578 estudiantes, de los que el 67,6% eran mujeres. Los números son similares en otras universidades españolas generalistas. Simplificando, dos de cada tres graduados universitarios son chicas. Por curiosidad, he mirado los porcentajes en las principales universidades del mundo y es raro encontrar unos números tan alejados de la igualdad del 50%.

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En los últimos años era bastante normal, sobre todo en algunas carreras, que la mayoría de los estudiantes fueran chicas. Sin embargo, que en el cómputo completo de egresados en todas las disciplinas los números sean tan extremos debería llevar a una cierta reflexión. El proceso histórico ha sido continuo en España desde los años 60 del siglo pasado, en el que el número total de estudiantes mujeres no llegaba al 20%, hasta los años 90 en los que se alcanzo el 50%, para llegar a las cifras de este curso, cerca del 70%. Si esta tendencia continúa así, dentro de 20 años el número de estudiantes masculinos puede estar por debajo del 20%, así que, no solo se habrá alcanzado la igualdad deseada, sino que se habrá dado por completo la vuelta a la tortilla.

Me parece, por supuesto, estupendo que todas estas chicas completen sus carreras universitarias. La pregunta, sin embargo, es: ¿dónde están los chicos? Claramente abandonan los estudios antes por obtener peores resultados académicos y probablemente acceder al mercado laboral en puestos de baja calificación o quizás en estudios profesionales no universitarios. Yendo a la escuela, la tasa de abandono de los estudios elementales es un 8% superior en los niños. Los maestros conocen de primera mano que quienes obtienen los peores resultados académicos son los chicos, y entre estos especialmente los de un entorno económico más pobre. Los niños se van quedando por el camino y no llegan a la universidad, y, de los que llegan, son también más los que abandonan la carrera sin llegar a graduarse.

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Utilizando un argumento muy utilizado en el pasado, se podría pensar en la cantidad de talento, en este caso masculino, que se puede estar perdiendo por estos abandonos masivos. Si suponemos que, en el futuro, los jóvenes mejor formados serán los que irán ocupando los puestos más relevantes, es fácil imaginar que estas serán mayoritariamente mujeres. En aras de un cierto equilibrio que se me antoja beneficioso para toda la sociedad, ¿no se tendría que empezar a pensar en medidas correctoras? ¿No habría que cuidar también a los chavales desde los primeros años escolares? O simplemente nos conformamos con decir adiós a los muchachos, dejándolos que rellenen mayoritariamente los niveles más bajos del mercado laboral.

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