Somos muchos los españoles que soñamos con que vuelva ese PSOE con sentido de Estado y con que el PP se convierta en una derecha seria, europea, laica y que entienda que lo social no es cosa de izquierdas o derechas. Las 'boutades' y burradas ... de Casado y Teodoro llevaron a los populares al mismo borde del precipicio, pero pareció imponerse el sentido común y el partido se salvó a sí mismo despachando a los zagalongos para colocar en su lugar a un tipo moderado, Feijóo, que iba a llevar al partido a lo que debía ser. Pero el líder de los populares lleva unas semanas algo errático y esto empieza a ser preocupante.
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Los ultras en el centroderecha. La aparición del populismo de ultraderecha ha sido un fenómeno catastrófico en todo el mundo, pero donde más daño ha hecho ha sido allí donde algunos sectores de los partidos moderados de derecha han comprado esta estrategia, entiéndase: USA y Reino Unido. Un sector del partido republicano que acabó en manos de Trump y otro de los tories ingleses apoyando a Johnson, terminaron por incorporar las maneras, las 'fake news' y las manipulaciones de la extrema derecha, enmerdando la política y llevando a sus países a situaciones complicadas. Cuando un sector del partido que debe ser centroderecha comienza a asumir las premisas de la ultraderecha y a comportarse como tal, mal vamos. Y esto sucedía con Casi y Teo, que hicieron una oposición antipatriótica y desleal en plena pandemia, sin sentido de Estado, en la que todo valía con tal de echar a Sánchez de la Moncloa. Ese es el estilo de la ultraderecha y, a qué no decirlo, de Ayuso.
Ayusadas. La llegada de Feijóo pareció acabar con este estilo bronco y sin sentido de Estado, de hecho, comenzó a quitar votos al PSOE a cascoporro. Pero el gallego se ha cargado esa tendencia en dos semanas, ¿por qué? Porque poco a poco, casi sin darse cuenta, está volviendo a llevar al partido a ese estilo de derecha tabernaria que en Europa no gusta. Los liberales europeos se lo han afeado varias veces e, incluso, hablan bien de Pedro Sánchez, pero ellos no se quieren dar cuenta. Mientras que Feijóo empieza a perder el rumbo, Ayuso sigue con su estilo ultra: con la sanidad haciéndole aguas, los ciudadanos desatendidos y una huelga en ciernes, no se le ocurre otra cosa que soltar que «Pedro Sánchez quiere dar un golpe, quitar al Rey y poner la Tercera República». Así, para despistar. Y lo consigue. Pero no amigos, no vale todo y no debería valer. Todavía estamos esperando que Feijóo, al que yo creía moderado, salga a desmentir esa barbaridad y dejar en su sitio a esta mujer que actúa como la falangista que fue. De los 219 facultativos que acabaron el año pasado la especialidad de Atención Primaria en Madrid, solo 20 se han quedado a ejercer allí. ¿Por qué? Y luego le echan la culpa al Gobierno central.
Lo de Queipo. Aquí Feijóo perdió otra magnífica oportunidad de condenar al franquismo, quedar como la derecha europea que deben ser y seguir quitando voto a Sánchez. Se equivocó equiparando nuestra Guerra Civil a una discusión «entre nuestros abuelos». Y para rematar, Almeida, el 'pelotazos', se presenta en un homenaje nada más y nada menos que a Millán Astray. Como si la CDU alemana homenajeara a Goebbels. El líder del PP ha perdido la senda de la moderación que le hizo dispararse en las encuestas y no se entera. Si el PP vuelve a copiar, como hacían Teo y Casi, las maneras de Vox, volverán a donde estaban y volverán hacer crecer al partido ultra que está en la UCI. ¿Tomarán nota?
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Cagadas. Tengo una amiga que me dice que las cagadas que protagoniza Feijóo día sí y día también, dejando 'las frases de Rajoy' en mantillas, son producto de que piensa en gallego. Pues si así es, que se prepare los temas. Porque, si a la deriva que está tomando, añadimos esas frases que suelta a lo Mariano Ozores, su imagen va perdiendo caché por momentos. Necesitamos una derecha seria, europea, que no ataque de esta forma a la sanidad y a la educación, que entienda que proteger el medio ambiente es lo más inteligente en un empresariado del futuro y que se desvincule rápidamente de esos gestos de falangista ciego de aguardiente de Ayuso y Almeida. O eso, o no seguirá pescando votos de los socialdemócratas desencantados con Sánchez y volverá a quedar en manos de los ultras.
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