Lo interesante de la lengua que hablamos es que posee múltiples formas para expresar una misma idea, añadiendo de paso matices que muestran las diferentes intenciones que pueden albergar unos mismos mensajes. Cuando hablamos de negaciones, la primera que acude a la cabeza es el adverbio absoluto 'no', que es firme, rotundo, breve, y expresa una oposición radical a lo que se dice, se solicita o se propone. Sin embargo, la riqueza de la lengua permite diversas posibilidades para negar. Veamos la voz 'nanai', que suele integrarse en frases coloquiales indirectas como: 'dijo que nanai' y que indican una negación tajante. En cuanto a variantes como 'nanay', algunos sugieren una procedencia del andalucismo popular 'na de na'.

Publicidad

Si alguien responde con la interjección 'ca', o su sinónimo 'quia', a una propuesta o información, sabemos que está negando la posibilidad de realizarla o su veracidad. Hay expresiones de orígenes curiosos, como 'ni hablar del peluquín', que refuerzan la negación. Esta se hizo famosa, según Pilar Serrano, por haber aparecido en la comedia musical 'Canelita en rama', de 1943, donde se canta una canción con idéntico nombre. El argumento cuenta que un señor con peluquín pretende a cierta joven. La madre de ella le recomienda, en una tonadilla, que evite ridiculizarlo, pues va en serio: 'La madre dice, hija mía, / como viene con buen fin, / andando a la sacristía / y ni hablar del peluquín'. La frase se hizo célebre y ha llegado hasta hoy, aunque casi nadie conozca su origen. La locución adverbial 'ni por pienso', frecuente en obras clásicas, refuerza la negación e indica que algo no solo no ha ocurrido sino que ni siquiera ha pasado por el pensamiento. Hoy expresamos lo mismo diciendo 'ni pensarlo'. Otras locuciones como 'en absoluto', 'de ninguna manera' tienen la función de negar.

Sobre la expresión 'naranjas de la China' o 'nanay de la China' está documentado un origen plausible. Según 'Del hecho al dicho«, libro de Gregorio Doval, antiguamente la gente no creía posible traer naranjas en buen estado desde la lejana China. Por ello, cuando algún frutero afirmaba que sus naranjas venían del remoto país, la gente lo tomaba como una invención producto de la fantasía y el afán comercial, algo imposible (para los medios de transporte de épocas pasadas, claro).

Los gestos con la cabeza o el índice, movidos de izquierda a derecha, sirven para negar, así como el lenguaje onomatopéyico o los ruidos. Un doble chasquido de la lengua sobre el alveolo dental, acompañado de un giro derecha-izquierda de la cabeza cumple la misma función negativa que las palabras. Recuerdo que un guía, durante un viaje por Sicilia, intentó explicar esta forma de negación como una singularidad del dialecto isleño. Hubo que explicarle que también se empleaba en España. Y no solo aquí. Un relato del israelí Etgar Keret, titulado 'La novia de Korbi', cuenta que, a la pregunta de un cliente, un tendero persa le responde 'con un ruido similar al de medio chasquido de la lengua, un ruido que, aunque no entiendes persa, sabes que quiere decir no'. Así pues, este modo de negación no es solo español e italiano sino algo compartido en todo el Mediterráneo por gentes de diversas lenguas.

Una manera peculiar de negación se logra con dos afirmaciones seguidas y una irónica entonación especial: 'días pasados estuve tomando cervezas con Jennifer López' dice un ligón presuntuoso. 'Sí, sí', responderá con incredulidad y retintín el compadre, dando a entender no solo que descree tal afirmación sino que, además, la estima de veracidad imposible.

Publicidad

El coloquial 'nasti de plasti', tan ultramoderno hace años, ha caído en desuso, salvo para algún que otro nostálgico, y puede resultar desconocido entre jóvenes. Podría interpretarse como un 'no' rotundo, o un 'de eso nada'. En el caló, forma expresiva de los gitanos, 'nasti' equivale a una negación. El añadido 'plasti' es de dudoso origen. Quizá se derive del vulgar 'plasta', sustituto de 'chapuza', mientras que algunos piensan que es un añadido rítmico y humorístico, como su equivalente 'nasti monasti'. El reciente modismo 'para nada', perfectamente sustituible por 'de ningún modo' o 'en absoluto', se ha afianzado como negación, a pesar de sus contradicciones, pues la preposición 'para', que indica finalidad, se anula con la forma negativa 'nada'.

Como anécdota, cabe comentar que en 2012 la expresión 'nasti de plasti' alcanzó la efímera celebridad del número uno en las redes, por boca del entonces portavoz del gobierno catalán, Francesc Homs, quien la utilizó en una rueda de prensa. Hoy no cabe el asombro: algunos parlamentarios han decidido dejarse de tiquismiquis y emplear los registros más sonrojantes de la lengua vulgar, sobre todo el catálogo de insultos, con un ímpetu y una soltura que hacen palidecer la lengua de los bajos fondos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes por 1€

Publicidad