Junio de 2005. Carolina y Sonia iban detrás, Fod y yo delante corríamos por el largo andén de la estación de Milán. Deprisa, deprisa, esquivando gente. Sonia y Fod llevaban maletas sin ruedas y yo llevaba la de ella sobre la cabeza. El tren salía. ... Deprisa, deprisa. Cuando ya se movía pisamos el estribo y subimos sudando. Tardamos en encontrar sitio, habíamos comprado billetes de los baratos, que entonces en Italia no te garantizaban sitio en Venecia durante la inauguración de la Biennale, aquella que comisariaron Rosa Martínez y María Corral, de la que tanto nos acordamos estos días. Íbamos a Basilea, nuestra primera visita a la gran feria después de la gran bienal, todo junto en el tiempo en que vivíamos todo por primera vez. Basilea nos recibió con la gran fiesta y nosotros dormíamos en el youth hostel. Éramos tan jóvenes que da vértigo en los años en que nadie compraba a gente tan joven, en los que pocos confiaban en nosotros y aun así seguíamos adelante con la fe del fanático medieval, con la seguridad y la arrogancia del que está dispuesto a morir por esa causa tan gloriosamente incomprensible que es el arte.

Publicidad

Esta semana, Sonia Navarro ha recibido el 38 Premio de Pintura BMW de manos de la Reina Sofía en el Teatro Real. Entre aquella tarde asfixiante de Milán y el martes, 18 años y un universo de logros por medio.

Una galería de arte puede ser un negocio o el proyecto que da sentido a una vida. Carolina y yo marcamos la B y eso requería de artistas que pasaron a ser nuestra familia, empezando por Sonia, Fod y Miguel Fructuoso, con los que llevamos trabajando desde el día en que abrió T20, el 13 de enero de 2000. El álbum es una gran historia del arte hoy, de hecho es historia de ese arte actual que en Murcia costó tanto trabajo.

Mientras Sonia subía las escaleras que la llevaban a recibir el galardón que nadie ha merecido más, yo repasaba éxitos y fracasos; precariedad y hoteles baratos, vuelos a inciertas ferias en México o Perú. Años de vivir sin la seguridad del mes siguiente, confiando en lo que hacíamos. Cuando la situación es difícil lo frecuente es hacer concesiones. Todos sabemos que hay un arte que se vende muy fácil, solo hay que encender los colores, mirar al paisaje y tirar de estómago. Ellos, como Miguel, como todos los artistas que hoy forman esta familia, jamás hicieron eso. O el mundo asumía lo que hacían o que se fuera a la mierda el mundo. Esto sería épico o no sería. Y fue.

Publicidad

Al llegar ante la Reina, el auditorio se venía abajo y todo lo que ha pasado cobraba sentido porque la fe en lo que haces es lo que te debe llevar a ser quien eres, por el camino eres un proyecto.

Es muy emocionante ser parte de estas realidades tan poderosas, de artistas tan grandes, pero sobre todo del territorio que es Sonia Navarro, mi artista favorita desde hace más de dos décadas. Su obra es un canto a lo que es y al lugar de donde viene, ese espacio físico y mental en el que la mujer habita una historia de silencios solo rotos por el tacatacataca de la máquina de coser. Sonia cose y rinde homenaje a mujeres de Puerto Lumbreras que la precedieron, que prepararon el terreno para que ella fuera lo que es y como es, la deslumbrante construcción del relato biográfico de mujeres poderosas en mundos injustos y dolorosos. El dolor está en su obra, como está la belleza, como está su percepción de la mujer, incontestablemente clara y honesta. Hoy, cuando las ferias y bienales se llenan de tejidos y costuras, cuando la moda dicta las pautas de telas cosidas, es conveniente recordar que Sonia se plantó en ARCO 2001 con poco más de 20 años en una T20 que no llevaba un año abierta y con telas cosidas cuando nadie cosía, aparte de Teresa Lanceta y poco más. El recuerdo y el homenaje a Louise Bourgeois, a Rose Maríe Trockel, a la otra Sonia, porque no se podía llamar de otra forma la de Puerto Lumbreras, son pasos en su camino, herencias recibidas en la distancia de una causa de la que ella es hoy bandera como ha sido siempre. A las duras y a las maduras. Bueno, casi siempre a las duras.

Al bajar la escalera, Sonia era la misma que había subido. Ningún premio cambiará a alguien que siempre ha sido mayor, desde niña. Hablo de alguien que lleva tatuada la dureza de la vida en la fijación de las mangas de sus figuras al suelo. El movimiento y su imposibilidad. Marcos y su recuerdo. Sonia es lo que es porque es la más potente de las artistas, también, porque ha tenido en Teresa y Bernardo pilares sobre los que proyectarse. Casi siempre somos lo que somos porque venimos de donde venimos, vuelvo al principio.

Publicidad

Hace años que no vamos a hoteles baratos. La vida ya no es tan dura como entonces y nos llaman para pedirnos cosas los que antes no nos cogían el teléfono, así que celebramos muchas cosas. Pero no hemos celebrado nada con tanta alegría como este premio a Sonia.

Eres la más grande, Navarro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad