Las obras de arte llegan muy pocas veces al futuro. Son frágiles hasta cuando están hechas de bronce porque con él se hacen las campanas y con las campanas las balas de cañón. El camino del arte está lleno de humanos, creadores y destructores. También ... de destinos e infortunios a la griega manera. Cuando no revientan en el bombardeo ruso de Kiev son robadas del Palacio Real de Madrid por los franceses o se dispersan en testamentos. Las lluvias sobre Florencia destrozaron el cristo de Cimabue como un ciclón hizo abstracta una enorme cabeza de Plensa en Estados Unidos. Las obras de arte, tan frágiles, pocas veces cruzan los océanos de tiempo para encontrarnos, como le diría Drácula a Mina en palabras de Bram Stoker. Ellas no son inmortales.

Publicidad

Estos días en la Región disfrutamos de dos exposiciones que tengo el privilegio de comisariar. En el Palacio Almudí está 'La Edad de Plata en Murcia. Cien años del Suplemento Literario de LA VERDAD', algo que no deberíamos consentir que se perdiesen nuestros hijos. En Caravaca arrancamos el Año Jubilar con 'Magna Urbe', que reúne parte de lo mejor de la historia del arte en la gran ciudad que siempre está por conocer. Hemos querido sorprender al visitante, pero sobre todo a los caravaqueños. Hemos buceado en almacenes y trasteros pero, a veces, solo hemos tenido que mirar para ver. Es el caso de la 'Anunciación' del Salvador, un enorme lienzo de principios del siglo XVII, colgado sin iluminar tras una escultura.

Investigarla en profundidad nos ha dado una historia que justifica tanto esfuerzo. Fra Angélico pintó la 'Anunciación' del Prado entre 1423 y 1429 para el convento de Santo Domingo en Fiesole. En 1611 la compró el duque de Lerma para el convento de Santo Domingo de Valladolid. La Abadía encargó entonces otra 'Anunciación' para sustituirla a Jacobo Chimenti, llamado Jacopo da Empoli, un tardo-manierista a la florentina. El cuadro se hizo inmediatamente célebre. Hizo otra réplica para el duomo de Pontedera, cerca de Pisa y a 10 minutos de Émpoli, su pueblo natal. ¿Por qué cuento esta historia? Porque una tercera versión del cuadro acabó en Caravaca, la que mostramos en 'Magna Urbe', de la iglesia del Salvador. Seguramente su destino fue el colegio de los Jesuitas, cuya iglesia estaba dedicada a la 'Anunciación'. Al menos desde 2003 se ha catalogado como anónima, sin ir más allá. Un amigo digital, Ángel Peñalver Martínez, nos facilitó la imagen de dos las versiones de Émpoli y no le puedo estar más agradecido. Silvia Llop situó al artista en el ámbito flamenco en un análisis magnífico. Tras estudiar las dos versiones toscanas, creo que se pintó en Italia, en contacto con ellas. Dudo del uso primario de un grabado viendo la coincidencia de colores, el cuadro de Caravaca se hizo junto al de Pontedera, el de Fiesole está más lejos. No hablamos de una copia servil, el suelo ajedrezado es distinto y el Ángel no viste igual, aparte de otras variantes, pero el modelo está claro y las medidas son similares. Pictóricamente hay distancias, siendo la versión de Caravaca magnífica. El enorme formato de la obra hablaba de su importancia pero ahora el cuadro ha entrado en la gran historia del arte encajado en su lugar natural.

Días antes publicábamos la atribución de la 'Dolorosa' también del Salvador, a Elisabetta Sirani, una de las grandes maestras, apenas representada en las colecciones españolas. El Prado solo tiene dos dibujos. La atribución a esta gran artista que hoy podemos ver como protagonista en la muestra 'Maestras' del Museo Thyssen de Madrid fue planteada por Alfonso Pérez Sánchez ya 1961, no he hecho más que seguir su gran magisterio.

Publicidad

De Italia pasamos a Flandes. La serie de 12 cobres del siglo XVII pertenecientes al Santuario de la Vera Cruz es la más importante colección de arte flamenco en la Región. Siempre han estado en el castillo, pero dispersos en dependencias secundarias. En 'Magna Urbe' se lucen en un imponente conjunto bien iluminados en el altar con un importante estudio del profesor Germán Ramallo Asensio que ha determinado los modelos en Rubens o Van Dick. Y la otra gran escuela, la española, no es una sino muchas. El sobrecogedor yacente castellano, el lienzo del círculo de Alonso Cano, junto al San Jerónimo, probablemente también granadino, dialogan, a través del taller del Greco, con Antonio Arias y la escuela madrileña. La murciana está sobresalientemente representada por varias obras en las que destacan los maestros caravaqueños, José López y Rafael Tegeo.

Todo esto tiene una conclusión: Caravaca ha tenido tal potencia como patrocinadora de las artes que ha podido generar un patrimonio que comprende todas las escuelas artísticas. Es una lectura que ha aportado 'Magna Urbe' y que debe ser tenida en cuenta en adelante a la hora de entender la historia del arte en la ciudad y en la Región. Visítenla, no se arrepentirán.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad