Sé que le va a sonar a la típica anécdota que cuentan los escritores de artículos de opinión para darle veracidad a sus tesis, pero ... le juro que lo que le voy a contar es rigurosamente cierto. Hace un par de días, recorriendo el centro de Madrid en taxi, el conductor escuchaba una entrevista a Arturo Pérez-Reverte. Sobre la RAE, el lenguaje inclusivo y este tipo de cosas que usted y yo detestamos y departimos en esta columna a menudo. Mientras le oía, a mi derecha se encontraba una parada de autobús con una imagen de Carlos Alcaraz promocionando el Open de Tenis de abril. Al fondo, un cartel que ocupaba la fachada de todo un edificio con la cara de Milena Smit como protagonista de la serie 'La chica de nieve', una producción de Netflix que lleva a la pequeña pantalla un thriller español superventas.
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En apenas cinco segundos de diferencia en el corazón de la nación se respiraba Murcia por todos los poros sin que nadie pareciera darse cuenta. Nuestro escritor más reconocido sentando cátedra mientras nuestro deportista abre las puertas de España al espectáculo y nuestra nueva chica Almodóvar copa las portadas de medio mundo. ¿Desde cuándo hemos cotizado tanto y tan alto sin saberlo?
Probablemente estemos ante la edad de oro de la influencia murciana y en la Región no lo estamos viendo venir como corresponde. Usted sabe que ser murciano es compartir raíz con el inventor del submarino, con el Rasputín patrio más poderoso del Imperio español, con el precursor real de la aviación, con el tenista más prometedor de su generación o con la nueva actriz de moda. Usted lo sabe porque es de aquí, pero, ¿no convendría que el orgullo narcisista se transformara en una política activa de reconocimiento de este córner de España como polo de explosión de talento?
No le hago 'spoiler' si le digo que fuera de nuestra frontera con Alicante, Albacete y Almería la opinión que se tiene de Murcia es, en muchas ocasiones, dejémoslo en regular. Creen que como no queremos pronunciar la ese no entendemos español, como si el acento fuera un pecado peor que no saber la diferencia entre 'la' y 'le', como los mesetarios que violan con premeditación y alevosía el diccionario cada vez que abren la boca. En el norte piensan que ser la huerta de Europa es sinónimo de analfabetismo rural, como si no lleváramos años ganando una lucha feroz contra competidores directos que ofrecen limones a la mitad de precio sin que por ello hayan sido capaces de arrebatarnos el liderazgo. Como no nos promocionamos como Ibiza ni tenemos el aeropuerto de Alicante en muchas partes de España creen que esto es como un Benidorm pero en cutre, aunque ya le gustaría a la Costa del Sol que su mejor playa fuera la mitad de buena que nuestra peor.
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No hay que luchar contra el supremacismo de los que creen que tener fábricas industriales es más refinado que ser una potencia turística y agrícola internacional, pero sí hay que combatir el estereotipo. Y la tierra y la cultura son elementos esenciales, pero como en todo en la vida lo importante son las personas y, como usted y yo sabemos, nosotros tenemos a los mejores. ¿Es casualidad que en Radio Nacional pontifique un cartagenero conocido en el mundo entero, que el número 2 mundial del tenis sea de El Palmar o que la próxima ganadora de un Goya haya vivido siempre en Murcia? Pues quizás sí, pero por qué no convertir lo casual en causal.
Esta tierra tiene todos los elementos necesarios para dar el salto de calidad que merece: las condiciones ambientales y climatológicas nos posicionan como una de las ciudades con más y mejor calidad de vida, estamos rodeados por dos comunidades autónomas punteras a nivel económico y social, tenemos enfrente al Mediterráneo y al sur una parte esencial de África. ¿Por qué no aprovechar que en el mundo se escucha, se siente y se habla en murciano para entender que aquí nace todo lo que está triunfando?
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Somos un lugar humilde en un país que se quiere poco a sí mismo para la importancia que tiene, pero que nos veamos feos y pequeños por lo que dicen nuestros enemigos de nosotros no quiere decir que ante el espejo no seamos grandes y admirables. Y no sé lo que verá usted ahí en Murcia mientras lee el periódico, pero aquí en Madrid, en la plaza de Colón, los carteles están llenos de murcianos.
Por algo será.
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