Este Mundial de fútbol es un escándalo. Y no me refiero al desastre de la selección española –de eso no voy a hablar–, ha habido muchos desastres de selecciones previamente favoritas. No, no hablo de los resultados deportivos ni tampoco de la organización, todo eso ... no me interesa ahora.
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El escándalo es muy anterior al comienzo mismo de este Mundial. El escándalo, ya lo saben, es el hecho mismo de que se esté celebrando allí, es el hecho de que la FIFA eligiese este lugar opresor a cambio de un buen puñado de petrodólares. Pero la FIFA, como la UEFA, ya se sabe, es una panda de caraduras que defienden cualquier cosa menos el deporte.
¿Qué esperaban sus directivos, que por hacer unas declaraciones rimbombantes y llorosas 'sintiéndose' no sé qué cosas se iban a respetar los derechos humanos en general y los de las mujeres en particular? Un país en el que aparece un supuesto sociólogo por televisión explicando a un niño cómo hay que golpear a una mujer? Eso sí, sin hacerles muchos moretones ni sangre. Qué disparate.
Una vergüenza. Pero, por cierto, ya que entramos en el plano de la vergüenza, lo que sí da vergüenza es recordar las palabras del actual entrenador del Fútbol Club Barcelona cuando vivía allí, en Qatar, diciendo que aquel sí que era un país democrático, y no España. Lo que hace vivir bien pagado y entre algodones sin enterarse –digo yo– de lo que ocurre alrededor. Un país de dictadura vitalicia familiar en la que se nombran y deponen entre ellos, en el que rige la lapidación...
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Y ya puestos a recordar indignidades, no digamos nada de Pep, el adalid del juego bonito, eso sí, con los millones a mansalva de otro país de petrodólares. Y él insultando a España por su falta de democracia y sin decir ni media de la falta de respeto a los derechos humanos en el país que le paga, Emiratos Árabes, a ver si el City gana alguna vez la Champions. España tiene muchas carencias, pero nada comparable con esos países en asuntos democráticos.
Pero, en fin, volvamos a Qatar y a su caluroso Mundial, que de paso ha paralizado en el peor momento todas las ligas nacionales. Ya sabemos que el fútbol dejó hace mucho tiempo de ser un deporte del pueblo o controlado por los socios de sus clubes. Ya sabemos que todo es dinero, fichajes aquí y allá y poca o nula cantera, pero al menos no se deben traspasar ciertos límites, qué mínimo que aparentar que no todo lo puede comprar el dinero.
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Pero a estos mango-mandantes del fútbol les da ya igual todo. Y todavía hay algunos –precisamente entre quienes más se benefician del dinero pestilente– que distinguen entre el fútbol del pueblo y el fútbol millonario. Vivir para ver.
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