Parece que, entre los dos modelos de PP que se han consolidado en los últimos tiempos –el de Díaz Ayuso, tan cercana a Vox que ... sus políticas se solapan con las de la ultraderecha; y el de Feijóo-Moreno Bonilla, renuentes al pacto con los radicales–, el Gobierno de la Región de Murcia se inclina por el de la presidenta madrileña. Los acontecimientos más recientes no han hecho sino confirmar que Díaz Ayuso funciona como gurú ideológico de San Esteban. De hecho, la presente semana comenzó con el anuncio, por parte de la lideresa, de que retiraría todos aquellos libros de texto que incurriesen en adoctrinamiento. A renglón seguido, la consejera de Educación de la Región de Murcia no quiso ser menos, y advirtió de que su departamento revisaría los libros de texto de la Lomloe porque «no respetan los principios de neutralidad ideológica».
Publicidad
Tratándose de una ex de Vox y con un claro perfil de ultraderecha, el concepto de 'neutralidad ideológica' sorprende cuando menos. Para Mabel Campuzano, el no respeto de la «neutralidad ideológica» viene dado por el hecho de que, en los manuales adaptados a la Lomloe, se aborden cuestiones como la perspectiva de género, el transfeminismo, la teoría 'queer', la ley de eutanasia, la memoria histórica o la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Dicho de otro modo: lo que molesta al Gobierno de la Región de Murcia es la democracia y los derechos a ella asociados. Todo lo que sea reconocer la diversidad sexual, la igualdad de mujeres y hombres y la eliminación de símbolos franquistas es denunciado desde el supuesto del determinismo ideológico. Si combatir la memoria del franquismo se considera adoctrinamiento, nuestra democracia tiene poco futuro. Si el que los niños y niñas sean educados en el respeto a todas las opciones de género y de sexualidad es tildado de proselitismo, es que algunos de nuestros representantes políticos consideran una aberración romper el 'statu quo' generado por el machismo y la LGTBIfobia. En definitiva, si combatir la violencia desde la educación es contemplado por algunas mentes capciosas como una estrategia del 'sanchismo' para abducir conciencias, no cabe duda de que lo que se pretende es una perpetuación de la violencia.
Pero profundicemos en esta joya epistemológica que la consejera de Educación ha denominado como «neutralidad ideológica». Por lo pronto, nos encontramos ante una aporía en toda arregla, solo asumible desde la candidez y la pubertad intelectual. Hablar de «neutralidad ideológica» equivale, en este y en cualquier otro contexto, a pretender la existencia de una 'neutralidad cognitiva'. Para Vox, sus tránsfugas ultraderechistas y facciones afines del PP resulta posible aspirar a un conocimiento natural, no mediado culturalmente, en el que la realidad es objetiva y dada a priori, los hombres son hombres, las mujeres, mujeres, y viven felices en un régimen heteropatriarcal. Todo lo que se salga de esta imagen edénica, previa a la depravación histórica precipitada por la expulsión del paraíso, forma parte del determinismo ideológico. Y no es así. Claro que no es así. Habría que empezar informando a los productores de 'mordazas educativas' de que no existe conocimiento que no sea subjetivo. La realidad está construida culturalmente –incluida la suya; esa que es machista, LGTBIfóbica y franquista–. El sesgo subjetivo del conocimiento siempre está ahí. Y, a priori, dicho sesgo subjetivo no es ni bueno ni malo. Todo depende de cómo se emplee.
Cuando la intención que sirve de motor al conocimiento es ampliar el margen de derechos que regula la convivencia de una determinada estructura social, el sesgo repercutirá positivamente sobre los ciudadanos. Cuando, por el contrario, la subjetividad cognitiva se utiliza para segar libertades y segregar, categorizar entre sanos y enfermos, normales y anormales, rectos y desviados, patriotas filofranquistas y democráticos antiespañoles, entonces el sesgo solo genera daño y violencia. Y, ciertamente, la «neutralidad ideológica» defendida por Mabel Campuzano y el Gobierno regional se fundamenta en un rancio y pernicioso determinismo ideológico. Curiosa 'neutralidad' la que se funda en la exclusión de los estudios de género, el feminismo y el antifranquismo. O formulado en otros términos: 'neutralidad ideológica' es lo que la ultraderecha dice que está bien y lo que está mal. Para Vox, incluso, recordar a las víctimas del Holocausto es adoctrinamiento. A partir de aquí, no es difícil derivar que lo que ellos y sus satélites entienden por «neutralidad ideológica» no es sino un estado de aberración democrática desde el que se pretenden preservar los principios heteropatriarcales del franquismo.
Publicidad
Llevo más de veinte años enseñando en las aulas. Mis clases están llenas de alusiones al feminismo, la teoría 'queer', el poscolonialismo, el antitotalitarismo... Jamás nadie me ha acusado de adoctrinar. Solo pretendo generar preguntas a mis alumnos y que aprendan a pensar libremente, sin límites ni coacciones. A la mayoría de profesores no nos van a callar los practicantes de las políticas del odio. Seguiremos trabajando para que de las aulas salgan ciudadanos críticos y sin miedo.
El mundo cambia, LA VERDAD permanece: 3 meses x 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.