Se veía venir: el mensaje de que las estrategias de protección de la naturaleza frenan la prosperidad económica y arruinan a agricultores y ganaderos es uno de los principales argumentos electorales en este 9-J a la derecha y más allá del espectro político.
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La ... sospecha ambiental funciona en España y en otros países europeos como Italia, Francia, Países Bajos, Alemania e incluso Portugal. Como hace treinta, veinte y, al menos en la Región de Murcia, no tantos años, cuando presidentes autonómicos y dirigentes empresariales echaban humo ante limitaciones urbanísticas de cajón y normativas de mínimos para espacios protegidos que, por cierto, siguen sin aprobarse. Tantas décadas de fervoroso europeísmo para regresar al punto de partida.
Vamos para atrás cuando agitar la Agenda 2030 como el mantra de la «tiranía progre» e identificar a inmigrantes con delincuentes deciden el voto de sectores poco o mal informados cuya frustración se justifica, seguramente, por otras causas.
Tenemos la inteligencia artificial y aspiramos a colonizar Marte, pero ciertas inercias primitivas no hay quien las cambie.
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