Después del intercambio de acusaciones de los últimos días entre el Gobierno central y el Ejecutivo regional sobre el origen de todos los males de un moribundo Mar Menor, convertido en un cementerio de peces en plena temporada alta turística, resultó ayer alentador ver al presidente López Miras y a la ministra Teresa Ribera enterrar el hacha de guerra y volver a la senda del consenso para salvar la laguna. Es lo que deberían haber hecho hace mucho tiempo. Dicho esto, veremos si este pacto se traduce en actuaciones concretas, basadas en criterios científicos y, sobre todo, ejecutadas de inmediato, porque la laguna no aguanta un solo retraso más. Se muere. El 'cinturón verde' que propone Ribera parece una buena idea, pero lo urgente pasa por frenar de raíz los vertidos de la rambla del Albujón. Y al Gobierno regional le corresponde aparcar los lamentos, erradicar el regadío ilegal y liderar, con todas sus consecuencias, la recuperación de nuestra joya natural. Ahora o nunca.
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