Me preocupa ir a un juicio y que el señor juez sepa a quién voto. No era algo previsto, me educaron en la separación de poderes y en la idea de que los jueces habían trascendido, en cierta manera, las debilidades comunes para servir al ... Estado y para protegerlo de los malos. En televisión el telediario se va desplazando imperceptiblemente al territorio de Scorsese y los días parecen menos luminosos, aunque a la vez el calor de este diciembre nos habla de verano. La suma de todo ello da una desorientación extrañamente melancólica que va a otro director, Lars von Trier, un depresivo que sabe que la melancolía es un producto de nuestro tiempo, es la tristeza elegante, la de los que leen.

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Ante el televisor caben hoy muchos sentimientos, el principal la ira de los estafados porque nos engañaron en el colegio. Las instituciones que nos dijeron serían sólidas como rocas asemejan altísimas torres bailando al ritmo de un terremoto. Algunas bandean peligrosamente, como la monarquía, otras han evidenciado una debilidad estructural previsible, como el estamento político, algunas están carcomidas por enfermedades horribles, como la Iglesia, pero no esperábamos que la judicatura fuese tan coloristamente poliédrica ni tan pragmáticamente política. Del cine americano pasamos a la España de los 70 para poner la claqueta en manos de Ozores.

La polarización es inevitable, algo natural en un mundo libre. Siempre ha sido así, en las mesas siempre nos hemos peleado con la cuñada facha o el primo comunista y luego nos hemos comido el turrón hablando de fútbol, pero hoy el fútbol es más política que nunca en manos de Qatar, un país del Antiguo Régimen que quiere mandar en el nuevo utilizando la debilidad de nuestras instituciones y el fútbol, que se presta gustoso a cambio de dinero. Entonces irrumpe Sorrentino con su peli 'La mano de Dios' para salvarnos de la mediocridad de nuestro tiempo. Maradona aparece en un coche paseando por Nápoles y el universo cambia en medio de un drama como el que todos podemos llevar dentro, pero contado como ninguno sabemos hacer. El arte es un territorio de vida, pensamiento y aspiración a la trascendencia que algunos nos hemos inventado para evitar vivir en este valle de lágrimas construido por un promotor murciano de los años 70, es decir, con malos materiales, mal gusto y poco respeto por los demás edificios.

El PSOE habla de golpe de Estado. Se han acostumbrado a recurrir a eso y, cuando se les acaba la retórica, lo utilizan contra el PP. No pensaba que aquella imagen del 81 con los guardias civiles borrachos volviese pero lo ha hecho para quedarse, como tantas cosas que ya no iban a pasar, desde una guerra en Europa a la selección española despidiéndose en cuartos. Me voy acostumbrando a esta vida circular en la que solo el arte en sus múltiples vidas, sobre todo el cine, me puede salvar, y recurro a Nanni Moretti, que en 'Aprile' grita: «¡D'Alema, di qualcosa di sinistra! (¡D'Alema, di algo de izquierdas!)». Haciendo de sí mismo, Moretti ve por televisión un debate en las legislativas de abril de 1996, las que perdió Berlusconi ante el centro-izquierda y, cuando el comunista Massimo d'Alema hace un despliegue de moderación para convencer a los centristas y no asustar a los conservadores, Nanni Moretti grita lo de ¡Haz algo de izquierdas! Y, por primera vez en su vida, cabreado por tanta 'politesse', se fuma un porro enorme.

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Fumar porros me da mucha pereza, es como viajar a los 80 y encontrar a aquellos camellos de barrio que llevaban el hachís en los calzoncillos. Siempre me pareció un poco deprimente el sopor que imprimían aquellos cigarrillos clandestinos, pero viendo el jueves el debate en el Congreso, por primera vez en mi vida, tuve ganas de fumarme un porro. No por la decepción de los míos, como le pasa a Moretti, los míos no están en el Congreso, sino para alejarme de la realidad que nos construyen, una en la que los intereses generales han dejado de ser prioritarios. Para eso hicimos la Revolución Francesa, la industrial, la tecnológica... para que nos tomen por tontos y resulte que, a lo mejor, lo somos.

Hablo con amigos que defienden a su partido y atacan al otro y me preocupa, porque no formar parte del juego significa que nadie te defenderá cuando estés en peligro. Uno de los episodios más lamentables de la historia reciente es la defensa que el PP ha hecho de Ángel Carromero, un personaje propio de una peli de Guy Ritchie con un historial de torpezas y maldades castizamente desafortunado. Conducía el coche en el que se mató el líder opositor democrático cubano Oswaldo Payá y, al salir de la cárcel, lo recolocaron. Desde entonces su nombre aparecía en todos los sitios malos, parecía ser el de los puñales. Tuvo que caer el presidente del partido para que lo echasen. La moraleja de este cuento es que lo importante en política es ser uno de los nuestros.

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Vivir con todo esto encima es como cuando a Charlie Brown le llueve una nube negra que solo está sobre él, así que hoy nos vamos a casa de Fernando y Sol a comer. Allí nos va a dar igual todo porque tendremos lo importante, que es los unos a los otros. La vida es demasiado corta como para comer rápido, beber mal o amar poco.

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