Se está celebrando la quincena de la salud de las mujeres, que culminará el Día Internacional, el 28 de mayo, coincidiendo este año con las ... elecciones en España. Los días internacionales sirven para llamar la atención sobre un asunto de interés público para que los ciudadanos, al estar informados, puedan exigir a sus gobernantes, con conocimiento de causa, que diseñen políticas concretas para solucionar esa inequidad.

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Respecto a mejorar la salud de las mujeres se precisa concienciar a toda la sociedad ya que, a pesar de ser la mitad de la población mundial, históricamente su salud, como colectivo, no ha sido prioritaria. Por ejemplo, en temas de investigación sanitaria, el criterio científico entendía que, debido a los cambios hormonales periódicos del sexo biológico femenino durante la vida fértil, que en la especie humana son al menos 30 años, introducir mujeres o animales hembra en los grupos experimentales añadiría un sesgo irreparable a los resultados.

A lo largo de toda la vida, desde el nacimiento a la senectud, el sexo biológico y la carga genética influyen en la salud de las mujeres, de forma diferencial al sexo masculino. Pero no solo el sexo biológico es importante. Las normas culturales de cada área del planeta y un conjunto variable de factores sociales determinan el género de cada individuo. El género se entiende como un constructo social en el que los factores sociales, culturales y económicos interseccionan modificando los parámetros personales de salud y de enfermedad. Por ello, para conquistar el estado de salud integral física, psíquica y social todos estos factores deben ser tenidos en cuenta.

En los siglos XX y XXI hemos asistido a una revolución de la medicina, de modo que la esperanza de vida ha aumentado considerablemente en todos los países, siendo de media cuatro años mayor en mujeres que en varones. Sin embargo, aunque las mujeres viven más que los varones, la paradoja es que, al analizar su calidad de vida en edades avanzadas, se evidencian tasas superiores de morbilidad femenina. Independientemente de la alta frecuencia de cáncer de pulmón, de mama o de cuello de útero, con elevadas tasas de mortalidad entre las mujeres, las enfermedades crónicas son causa de mortalidad silente y de morbilidad. Adicionalmente, no son desdeñables los frecuentes cuadros de ansiedad, cefaleas, estrés y depresión, que son significativamente más prevalentes en mujeres que en varones, siendo la depresión unipolar incluso dos veces más frecuente en el sexo femenino.

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¿Por qué la calidad de vida de la mayoría de las mujeres añosas es deficiente y cómo podríamos revertirlo? Como comenta el doctor Rodríguez Mañas, un aspecto a tener en cuenta es que «se está tratando a mujeres ancianas con medicamentos y dosis que han sido probadas en varones adultos y jóvenes». Las dosis de fármacos administradas a mujeres, máxime si son mayores, pueden ser excesivas y esa inadecuada dosificación tiene como consecuencia reacciones adversas, que se soportan, pero se acumulan.

Históricamente, la salud de las mujeres ha sido infraestudiada e infradiagnosticada y, en consecuencia, infratratada. Excepto en enfermedades relacionadas con el sistema genital femenino, la salud de las mujeres no se ha estudiado en profundidad y existe confusión con síntomas que están bien tipificados en varones, pero que, en mujeres, se pueden atribuir a ansiedad, a conflictos emocionales o a otros síndromes. Por ello, se deben definir los síntomas propios de las mujeres con el fin de conseguir diagnósticos personalizados y adecuados a cada sexo. Adicionalmente, los ensayos clínicos y preclínicos de nuevas estrategias terapéuticas deben incluir mujeres de todas las edades ya que el cuerpo femenino no responde igual que el masculino y las respuestas a fármacos varían dependiendo de la edad.

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La sociedad no puede permitir que, por errores acumulados por la inercia, la mitad de la población viva más años, pero en condiciones infraóptimas. Para mejorar la calidad de vida y la salud de las mujeres se deberían modificar los patrones mentales que han dominado la investigación biomédica por decenios. Se precisan políticas activas que incentiven estudios de investigación de salud, con perspectiva de género, tanto en trabajos clínicos como experimentales, sin olvidar la importancia de incorporar esta mentalidad en la Atención Sanitaria y que se enseñe activamente en todas las facultades de Ciencias de la Salud.

Como en la actualidad las mujeres son mayoritarias en la atención sanitaria, superando el 70% del personal sanitario, de auxiliares, de enfermería, de la clase médica y de investigación biomédica, la esperanza es que el cambio se acelere y que la medicina de género sea pronto una realidad que beneficiará a toda la sociedad.

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