Establecemos el trato con otras personas por medio de la palabra. Si bien no solo por medio de esta se fragua el intercambio entre dos cuerpos frente a frente al emanar, de modo instintivo, una serie de factores gestuales. El sonido, la mirada, incluso el ... olor, el tacto, como señales de aproximación, emiten mensajes en los que se calibra, hasta cierto punto, la imagen del otro, en un acto irreflexivo forjando una primera impresión.
Publicidad
El encuentro entre dos personas, médico y enfermo, resulta esencial en la práctica cotidiana de la medicina, con la intención de establecer una confianza mutua. La presencia, modo de presentarse y los gestos expresan sensaciones percibidas por el enfermo en las consultas como en el ámbito del enfermo encamado, hospitalizado. En un conjunto de signos como el tono de voz, la postura, el ademán sosegado, decisivos en la percepción del paciente sobre la atención y el interés que se le dispensa. No resulta lo mismo la sensación de prisas, de estar ocupado en otros asuntos por lo que en esa vista médica se propugna permanecer sentado, al lado de la cama para interesarse como personas.
En sus raíces etimológicas clásicas ya se transmitía pues, en definitiva, asistencia clínica deriva de 'ad sistere' –estar sentado al lado de 'clinos', la cama–. Cabe en este aspecto que se demanda de humanizar el trato con los pacientes, dejar la impaciencia en la puerta de la habitación, sin descuidar aspectos esenciales no de la práctica, si no de una correcta forma de comportarse ante cualquier persona, más aún si está enferma. Con reiteración, los expertos en educación médica enfatizan su importancia para no caer en comportamientos rutinarios, asépticos y despersonalizados, en lo que se ha calificado con propiedad como de medicina basada en la etiqueta. Un concepto imbuido por la docencia médica norteamericana, cuyo fundamento, muy simple, se resume en que en el contacto entre un médico y un enfermo hay que observar una buena educación. De premisas básicas. Se trata de afrontar esa cada vez más denunciada falta de empatía por el agobio asistencial, la necesaria sobrecarga administrativa, unidas a la imponente oferta tecnológica.
Las propuestas de sus promotores hacen hincapié en comportarse de manera natural, sin complejidad fácil de llevar a cabo en cualquier contexto, en ese ambiente especial señalado. En los enfermos hospitalizados, se trata de llamar, solicitando permiso para entrar en la habitación. A renglón seguido, identificarse ante el paciente y darle la mano si las circunstancias, guantes o proceso infeccioso, lo permiten. Explicarle el motivo de la visita y sentarse. El hecho de permanecer sentado acerca posturas y contribuye, al menos, a percibir por el enfermo que el facultativo merece toda su atención, le dedica su tiempo, sin prisas, pareciendo ocupado en otros asuntos diferentes. De modo simbólico subrayan la importancia de una silla en tan singular encuentro, aunque el actual diseño hospitalario a veces dificulte su encaje en la habitación. En un texto clásico de la medicina se resume esta postura de modo magistral al señalar: «Para obtener la confianza y la compenetración del paciente no te detengas junto a la puerta en lugar de sentarte junto a la cama, los pacientes pueden asumir que tienes prisa...». Preséntate como una persona sin urgencias, interesada y comprensiva. Siéntate a la altura de los ojos, sin estorbos para la mirada y con voz pausada acércate a los relatos del enfermo».
Publicidad
Como se ve, un elemento tan sencillo del mobiliario de uso cotidiano como la silla presenta una serie de utilidades singulares, en este caso para la medicina. Como para el arte cuando los grandes del diseño se han atrevido con propuestas, a cuál más atrevida, en exposiciones y montajes. En una deriva de su función esencial, sentarse. Recuerdo, sorprendido, acudir a una espectacular exhibición dedicada en exclusiva a las sillas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Como fuente de inspiración en composiciones pictóricas relevantes. De este interés renovado para la medicina, resalta en los foros de educación para los estudiantes de medicina un cuadro tomado como emblema perfecto. Se trata como reflejo admirable de'«El doctor de Sir Luke Field' de 1887 plasmando la atmósfera de emociones al abordar la enfermedad. Utilizado como compendio y esencia visual de una imagen emblema de medicina de etiqueta, humanizada. Un atildado doctor decimonónico, en una habitación de pobres hechuras, sentado, observa fijamente mientras toma la mano del enfermo, con atenta escucha y mirada compasiva.
Con tan simple útil como una silla, se establecerá una comunicación formidable para abordar las emociones del enfermar: miedo, angustia, temor, y, desde este asiento, forjar esperanzas para curar o, al menos, consolar.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.