Con la actual novela de Richard Ford 'Sé mía', culmina la trayectoria vital de su personaje Frank Bascombe pergeñada desde la excelente primera aventura, 'El ... periodista deportivo', seguida de 'Acción de gracias' y 'El día de la independencia'. En sus inicios dedicado a la información deportiva, después dedicado a la venta inmobiliaria, al cumplir setenta y cuatro años, desde el panorama de esta atalaya de edad' reflexiona con serenidad, ecuánime, aceptando contingencias y altibajos que jalonan toda existencia, con momentos dichosos y desgraciados que a todos conciernen. Se trata de un ciclo narrativo sobre las andanzas y las tribulaciones cotidianas de un sarcástico espectador del modelo de vida norteamericano durante los últimos cincuenta años en un escenario inconfundible, plagado de moteles, gasolineras, establecimientos de venta de coches usados, personajes estrafalarios, grandes extensiones, urbanizaciones y música definitoria de una época, con frecuentes cambios de trabajo, una constante movilidad de residencia en los que se desarrolla un estilo de vida singular.

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En una escritura de peculiar condición, reconocible para sus seguidores, entre la sutileza irónica –rasgo de inteligencia– y, la resignación asumida con sosiego y sincera aceptación de que así es la vida. En este tramo final, resignado ante el infortunio que le sobreviene, acompaña a su hijo recién diagnosticado de una esclerosis lateral amiotrófica en un viaje como una metáfora del tránsito vital. Trufado de diálogos destilando sentimientos felices y sombríos ante la búsqueda de interrogantes sobre el sentido de la vida, en una unión postrera entre padre e hijo en la que afloran estados de ánimo fluctuantes entre el lógico pesimismo ante lo inevitable, mezclados con humor y sarcasmo. Es una búsqueda en un intento de recuperar el tiempo perdido en su relación ambigua marcada por la distancia con el tiempo y la residencia sin compartir desde años atrás. Es un texto en la línea de la escritura personal de Ford sin deseos de trascendencia ni grandiosas proclamas huecas, vacías de contenido, dirigidas a la galería, en lo que podría servir como ejemplo para tantos personajillos inanes e insustanciales, con aires de importancia, a la que con demasía estamos expuestos en estos tiempos del parecer más que del ser.

La novela centrada en ese problema de salud, sirve de introducción al universo clínico de la esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad que afecta a las neuronas motoras, progresivamente incapaces de ordenar el movimiento de los músculos del cuerpo, mientras se mantiene la lucidez mental. Pretexto del que se vale para penetrar en los entresijos de un padecimiento de hondo significado, por sus características evolutivas de progresión desfavorable, y ponderar, desde su estancia en la Clínica Mayo, como último bastión al que aferrarse en un experimental ensayo clínico de pobres perspectivas. A partir de este icono de la medicina se estrechan los lazos entre ambos en una ficción de carretera que transita por esa escenografía tantas veces plasmada en el cine inequívocamente norteamericana como los citados moteles de carretera, grandes almacenes y rutas infinitas, con la intención de visitar lugar tan emblemático de ese país como el Monte Rushmore, promontorio rocoso en el que están esculpidas las efigies de cuatro presidentes de la nación.

Los diálogos en su trayecto buscan esa compenetración, sin deje de amargura ni falsas expectativas ante la progresión del mal marcado de forma inexorable en su pronóstico filial, con sensatez sin concesiones a una demagogia sensiblera, sobre la indudable desdicha a la que por razones distintas están sometidos. En un indudable fondo de desconsuelo, sin indiferencia, sino como apoyo y firmeza al evitar el tono melodramático, cuando todo parece irse a pique ante lo inevitable de la situación.

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Esta esclerosis lateral amiotrófica ha cobrado reciente interés en nuestro país por la reciente aprobación de la Ley destinada a mejorar las condiciones de los enfermos, extensible a otras enfermedades neurodegenerativas de similar jaez. Se trata de disposiciones para agilizar los trámites burocráticos a los que se enfrentan los afectados para determinar su grado de discapacidad y calificar el nivel de dependencia para disponer de acceso a las ayudas. Del mismo modo se establece una atención especializada durante 24 horas para aquellos enfermos, en una fase avanzada de la enfermedad y dedicar apoyo a los cuidadores como colectivo de atención prioritaria, la procura de suministros esenciales para aquellos dependientes de equipamientos electrónicos, como garantizarles un adecuado suministro eléctrico y bonificaciones tarifarias, culminando en el fomento de la investigación. Es un soporte para cubrir los aspectos materiales a los que es imprescindible sumar, como destila la novela de Richard Ford, esa dimensión humana para encarar dignamente, con humanidad, cuando se sufren momentos duros. Sostén anímico que tendría que ser habitual ante coyunturas adversas.

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