En sentido figurado un consejo recurrente, en afirmaciones de carácter informal, insta a levantarse y remontar el rumbo vital tras un acontecimiento aciago. Semejante sugerencia resulta difícil de aplicar en el aspecto material, físico, por caídas fortuitas, accidentales, dando con el cuerpo en el suelo, ... fruto del azar omnipresente en la vida cotidiana. Los resbalones, tropiezos, traspiés con el golpe consiguiente al desplomarse la fábrica corporal, comprometen su integridad en diferente grado e intensidad pudiendo originar contusiones, heridas, fracturas óseas, incluso, en último término, provocar la muerte. Eventualidad tanto aguda por golpes en áreas sensibles como en el periodo posterior de inmovilidad, con su cortejo de secuelas, heraldo en muchos casos de un desenlace fatal a corto plazo.

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De acuerdo con los últimos datos del INE recién publicados, durante el pasado 2023 las caídas han sido la principal causa de muerte de carácter externo, es decir aquella que no se produce como resultado de una enfermedad. En este progresivo e imparable aumento han logrado alcanzar la cúspide de un desafortunado podio, desplazando de tan dudoso sitial de honor a las responsables habituales durante los últimos años, suicidios, ahogamientos y accidentes de tráfico. Traumatismos de diversa índole que se ceban con especial profusión en personas mayores, ya que se calcula que a partir de los 65 años un treinta por ciento aproximado sufre alguna caída cada año, que suele repetirse más de una vez, de las que casi un diez por ciento se complican con heridas o fracturas, en una progresión que se presume imparable. Dadas las características del envejecimiento, las estructuras del cuerpo sufren un creciente desgaste que depara fragilidad, con dificultades para mantener una adecuada estabilidad. Disminuye la exquisita y coordinada sensibilidad de los órganos responsables del equilibrio, para dar una respuesta eficaz al integrar de modo reflejo, inconsciente, vista, sistema nervioso y oído, sumada a la pérdida de elasticidad de músculos y articulaciones. Con el añadido de que se trata de un grupo de edad propenso a tomar medicamentos que, de algún modo, contribuyen asimismo a causar inestabilidad.

Caídas de las que también son responsables no pocos obstáculos externos en lugares de paso frecuentados de manera habitual. Ya sean desperfectos, baches, estorbos varios en aceras y asfalto o en el propio domicilio por elementos del mobiliario, alfombras o cachivaches varios en el suelo. O el papel inocente pero cierto de juguetonas mascotas, otro importante elemento a considerar. Traspiés y patinazos trastornan de modo inesperado una trayectoria vital, quiebran de modo negativo la sensación asumida de hábitos, de tener las cosas bajo control en una casualidad inesperada. Con una secuencia repetida que enlaza caídas y golpes contra el suelo con el inicio de un desfavorable peregrinar sanitario, con el corolario del dolor y la necesidad de permanecer inmovilizados para consolidar probables fracturas de los huesos. Una historia que limita sobremanera los movimientos, fuente de complicaciones físicas como psicológicas por impotencia y frustración, privados de la capacidad de influir sobre las costumbres cotidianas, precisados de una dependencia externa para las actividades elementales. En una necesaria reclusión que limita las relaciones sociales, agravada en el caso de esa desdichada soledad no deseada. Se trata de un prevalente e importante problema de salud pública por el padecimiento de los afectados como por el considerable consumo de recursos sanitarios que genera. Una eventualidad que al menos esa es la percepción no despierta similar interés público de informaciones y campañas como otros problemas a los que se destinan innumerables recursos. No es algo baladí, la prevención de las caídas reviste un papel decisivo con una decidida actuación pública, para al menos disminuir esta quiebra de la biografía inopinada e inoportuna de desastrosas consecuencias. A fin de concienciar a los grupos de riesgo, recomendando revisiones frecuentes de su estado general, de esos órganos menoscabados en su función por los años, como de las medicinas que toman y que pueden causar alteraciones en la estabilidad. En el aspecto individual con sugerencias sencillas como el uso de calzado con suelas de goma para evitar resbalones, o el sostén de bastones y artilugios para caminar y el recurso forzoso del báculo de cuidadores.

Traumatismos de diversa índole que se ceban en especial con las personas mayores

Señalar la omnipresencia del azar reitera una afirmación trivial, por obvia, pero al menos se puede contribuir a disminuir su incidencia. Con el recuerdo del sensacional Leonard Cohen, fallecido tras una caída, como la mayoría absurdas, banales, imprevistas en un accidente doméstico cotidiano resbalando al levantarse de la cama, en un resumen poético de malestar emocional y físico «estoy enfadado y cansado». «Sigue tu camino más allá de las ruinas del altar y del centro comercial, de la fábula de la creación y de la caída».

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