El recuerdo anual del conocido históricamente como Desastre de Annual, ya próximo en el calendario, y la guerra de la invasión de Ucrania por Rusia, que no solo afecta a los países en lid sino, tangencialmente y con efectos muy nocivos, a toda Europa e ... incluso más allá, me sugieren recordar, o informar a los lectores sobre una curiosa actividad humanitaria que se puso en práctica en la Región de Murcia y posiblemente también en otras provincias, tras aquel episodio bélico.
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Como es sabido, el ya mencionado Desastre de Annual tuvo lugar a finales del mes de julio de 1921, en el transcurso de la guerra que mantuvo España con las tribus rifeñas del norte de África, al mando de Abd-el Krim. Las tropas españolas, dirigidas por el general Silvestre, sufrieron un serio revés en el transcurso de esta guerra que, como también se sabe, acabó ganando España en mayo de 1927, tras ser derramada mucha sangre del ejército español, y afrontar muchas bajas en el mismo de soldados de reemplazo sin experiencia apenas ni formación en el manejo de las armas, careciendo la tropa de lo más elemental para sobrevivir en el frente.
A pesar de ello, nuestros soldados mostraron un heroísmo irrepetible en otras experiencias bélicas. Entre los héroes de aquel conflicto no olvidamos los murcianos al bullero teniente Floresta, a quien se le recuerda con su nombre en calles de Bullas y Murcia. Ni a otros tantos cuyos nombres conocemos, o no, pero no es este el lugar para su mención.
Tras el desastre al que me refiero, el ejército español sufrió un tiempo de natural depresión personal y colectiva, por el número de bajas y por la fiereza de los moros en el destrozo de sus enemigos. Durante esta época de baja moral, a alguien se le ocurrió establecer un sistema de madrinazgo postal, para mitigar en lo posible el estado de ánimo de los soldados y ayudar a conseguir la confianza en sí mismos de los combatientes.
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El sistema de 'madrinaje' consistió (con la colaboración de los periódicos regionales, sobre todo 'El Liberal') en ofrecer a los soldados del frente de guerra la posibilidad de pedir correspondencia postal a damas de la sociedad murciana, quienes periódicamente escribían cartas de ánimo, e imagino que enviaban alguna cantidad de dinero, o de alimentos y ropa, a quienes decidían fuesen sus ahijados 'de guerra'.
Fueron centenares los soldados que, con su nombre y dirección postal, se dirigieron, a través de la prensa, a las damas murcianas pidiendo su «madrinazgo bélico». A cambio, ellos les enviaban alguna foto suya y de paisajes del frente, del poco material de que disponían, estableciéndose así una correspondencia solidaria entre el frente y la sociedad de toda la Región, lo que sin duda ayudó a recuperar la autoestima y la moral perdidas.
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Recuerdo vagamente escuchar, en mi niñez, conversaciones entre los mayores, recordando a tal o cual dama caravaqueña, que mantuvo correspondencia con algún soldado en el frente; y la desagradable sorpresa que estas se llevaban cuando recibían sus fotos, en cartas de respuesta, que ofrecían el aspecto real de gentes rudas, poco aseadas, con heridas o restos de ellas en su rostro a veces desdentado, y aspecto desaliñado.
Desconozco si las 'madrinas de guerra' fueron utilizadas en otras contiendas, pero reconozco, y reconocerán los lectores que fue un sistema solidario que, cuando menos, ayudó a pasar el tiempo en el frente, con la ilusión de recibir cartas, no solo de su familia, sino de desconocidas señoras y señoritas de la sociedad medianamente adinerada, con fotos que en algún caso llegaron a concebir esperanzas; y sobre todo con algún que otro 'paquete' con algo de dinero, alimento que nada tenía que ver con el rancho militar, y ropa interior, o incluso alpargatas, prenda esta muy codiciada en el ejército de aquel tiempo, vivido por los abuelos de los de mi generación, ahora hace un siglo.
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