El hijo de la exduquesa de Feria Luis Medina será muy listillo y parece un idiota. Solo así se explica que, por ambición, esté poniendo en peligro la generosa herencia de la abuela Mimí por el embargo que puede acarrearle su implicación en el 'caso ... de las mascarillas' con el Ayuntamiento de Madrid. La abuela Mimí querrá ahora volver de la tumba, desheredar a Luisito y dejar la herencia, aún disputada pero en cualquier caso de millones de euros, por ejemplo a mí, que sí sabría qué hacer con ella. Nunca he sabido ganar ni un duro, pero tengo profundos conocimientos –entrenados con esfuerzo– sobre cómo gastarlo en las cosas buenas de la vida. Desde luego, no en inversiones ni en negocios, ni siquiera los turbios. Un auténtico iniciado no lo gasta nunca en cosas que lo aparten de los altos placeres, en «lo mejor», que diría el Mr. Ripley de Patricia Highsmith. Yo nací para duque de Norfolk, aunque quedase en grado de tentativa. Luis Medina no es ya nieto digno de la estupenda abuela Mimí, duquesa de Medinaceli, y se ha convertido en un vulgar tendero. Encima de los que se arruinan. Es de esos tipos que ganan el Gordo de la Lotería de Navidad y a los cinco años no tienen nada, porque lo han pulido todo en brindar junto a medio barrio con sidra El Gaitero.
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Al suicidado Manuel Halcón, señor andaluz y marqués de Villar de Tajo, le salió un hijo como Luisito Medina. Se pulía la herencia familiar en negocios aventureros como el de las mascarillas. Un día, harto de verlo trabajar y de, como diría Luis María Anson en frase feliz, verlo perder miserablemente el tiempo intentando ganar más dinero que el que tenía por cuna en vez de hacer algo provechoso, el marqués Manuel Halcón, gran escritor, exclamó: «Hijo mío, ¿por qué no te dedicas a lo mismo que todos nuestros ancestros?». El hijo respondió: «¿Y qué es, papá?». «Pues a qué va a ser, a nada, hijo, a nada». ¿Por qué el rico Luisito no se ha dedicado a nada, que es lo prudente? Merece que el juez le detraiga las perras de la herencia de la abuela Mimí por la presunta estafa de las mascarillas, por no haber hecho lo que le correspondía por estirpe, una elegante nada. Se ha conducido como uno de esos patanes hechos a sí mismos que nunca tienen bastante y pierden su vida en tontás porque saben que no hacen pie a la hora de gastar dinero, algo que es un don. Luisito debería tomar ejemplo, no ya de la abuela Mimí, sino de su madre, Nati, que hizo carrera de modelo para Valentino con un rostro bastante poco agraciado (solo hay que ver su rostro escalonado y renegrido en la película 'Bananas', de Woody Allen) y que, ya madura, supo hacer una imagen de marca con lo de posar chupándose los carrillos en todas las fotos del '¡Hola!', para aparentar más delgadez. Pero uno empieza queriendo hacer dinero sin necesidad, llevándose chalaneos «pa la saca» para empatar en perras a 'El chatarrero', y termina más bien como su padre, el duque de Feria, quien se quitó de enmedio tras un problemilla por sus gustos con las niñas menores.
Luisito ha demostrado no estar a la altura de su clase ociosa. Se ha comportado como otro nuevorrico. La abuela Mimí, si no se hubiese muerto antes, no recibiría visitas por encontrarse muy indispuesta. Qué vergüenza, Luisito, querer ganar dinero como un cualquiera.
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