Urgente Una tromba de agua anega calles en Murcia y descarga casi 10 litros por metro cuadrado en 20 minutos

Esta es la historia de cómo un hombre mediocre, con un currículum más vacío que una playa en invierno, sin ningún mérito reconocido, una insignificancia ... intelectual y de moral discutible, pudo llegar a lo más alto de la política española. Cuando nadie daba un duro por él en las elecciones generales de 2004, ocurrió el terrible atentado terrorista de Atocha, que cambió totalmente el sentido del voto, dando la victoria al casi desconocido Sr. Zapatero.

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La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al poder en 2004 fue un cataclismo para España. Aupado por la tragedia y el miedo, Zapatero demostró ser un maestro del oportunismo político. Sus promesas vacías y su retórica hueca sedujeron a un electorado, que, afectado profundamente por la matanza de Atocha, favoreció la llegada al poder del Sr. Zapatero. Sin embargo, lo que España recibió fue casi una década de incompetencia y mala gestión

Con esas cualidades, naturalmente hizo lo que se puede esperar de una persona así: arruinó la economía y, con su ley de memoria histórica, sembró la semilla de la discordia entre españoles, resucitando las dos Españas de la guerra civil, semilla que germinó y creció significativamente con la llegada al poder de Pedro Sánchez. Fue Zapatero el primero en levantar el muro que divide a la sociedad española, lo hizo en el pacto del Tinell, negociando con las fuerzas nacionalistas un cordón sanitario contra el Partido Popular. Posteriormente, Pedro Sánchez, puso unos cuantos ladrillos para levantar algo más ese muro.

La economía, que había mostrado signos de crecimiento bajo sus predecesores, se tambaleó bajo el mandato de Zapatero. Sus políticas económicas, basadas en un gasto público desmesurado y una regulación asfixiante, llevaron a España al borde de la quiebra. El desempleo se disparó, alcanzando cifras récord y sumiendo a millones de familias en la pobreza. Y cuando la crisis financiera global golpeó, la falta de previsión y las medidas torpes de Zapatero agravaron aún más la situación, dejando un legado de deuda y desesperanza.

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La Ley de Memoria Histórica fue otro de sus proyectos estrella, diseñado supuestamente para cerrar las heridas de la Guerra Civil. Sin embargo, lo único que logró fue abrir viejas heridas y polarizar aún más a la sociedad española. En lugar de fomentar la reconciliación, Zapatero avivó las llamas del resentimiento, dividiendo a los españoles en bandos opuestos y creando un clima de confrontación que persiste hasta el día de hoy.

Maestro en la categoría de charlatanería líquida, Zapatero también ha destacado por su capacidad de producir frases que oscilan entre lo ridículo y lo absurdo. Su discurso lleno de clichés y generalidades vacías es un testimonio de su falta de profundidad intelectual. Las perlas de sabiduría que suelta con aire solemne, mirada alelada y sonrisa bobalicona, no son más que un conjunto de obviedades y trivialidades que insultan la inteligencia de cualquiera que se tome el tiempo de escucharlas.

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A pesar de sus fracasos, Zapatero ha demostrado ser un superviviente nato en la arena política. Al Sr. Zapatero le encaja perfectamente el calificativo de «el camaleón», debido a su capacidad para mimetizarse, adaptándose sin dificultades a diferentes contextos y cambiar de postura, según las circunstancias políticas. Esta habilidad suya para adaptarse y cambiar de bando según soplen los vientos, le ha permitido mantenerse relevante incluso después de su mandato. Su apoyo a Susana Díaz fue un intento claro de controlar el Partido Socialista desde las sombras. Sin embargo, cuando Pedro Sánchez emergió como el nuevo líder, Zapatero rápidamente cambió de bando, ofreciendo su lealtad al nuevo jefe y asegurándose un puesto como consejero cercano y de confianza. Nadie como Zapatero ha defendido con tanta vehemencia la secuencia de medidas estrambóticas de Pedro Sánchez: los indultos, la supresión de la sedición y rebaja de la malversación, la ley de amnistía y, ahora, el concierto económico para Cataluña.

Uno de los aspectos más oscuros de la carrera de Zapatero es su relación con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Inicialmente percibido como un defensor de los derechos humanos y la democracia, su defensa del gobierno de Maduro, a pesar de las acusaciones de violación de derechos humanos y crisis humanitaria, muestra una capacidad para ajustar su discurso y acciones, según sus intereses o beneficios personales, aunque a menudo a costa de la coherencia y los principios. Los rumores sobre pagos millonarios recibidos a cambio de su apoyo solo añaden una capa de corrupción a su ya deteriorada imagen pública. Su asociación con el Grupo de Puebla, que reúne a las izquierdas más radicales y antidemocráticas de América Latina, es otro indicio de su inclinación hacia regímenes autoritarios y su desprecio por los principios democráticos.

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Su sepulcral silencio, tras las elecciones presidenciales en Venezuela, se vuelve atronador, porque, ni siquiera Zapatero puede defender la magnitud del fraude electoral del régimen chavista y, a la vez, pone de manifiesto su cobardía, precisamente por callarse y no expresar su repulsa al resultado oficialista de dichas elecciones.

La figura de José Luis Rodríguez Zapatero es un ejemplo claro de cómo la mediocridad y la falta de principios pueden ascender a las más altas esferas del poder. Su legado es uno de división, incompetencia y oportunismo. Sus decisiones y políticas han dejado una marca indeleble en la sociedad española, que aún lucha por superar las consecuencias de sus años en el poder. Y mientras siga teniendo influencia, España continuará pagando el precio de su desastrosa gestión.

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La historia de Zapatero es una advertencia sobre los peligros de la demagogia y el populismo. El verdadero liderazgo requiere más que palabras vacías y promesas superficiales; requiere integridad, visión y un compromiso indiscutible con el bienestar de la nación. Desafortunadamente, estos son atributos que Zapatero nunca poseyó y cuya ausencia ha tenido un costo incalculable para España.

Los integrantes del Grupo de Opinión «Los Espectadores» son: Jesús Fontes, Javier Jiménez, José L. Garcia de las Bayonas, José Izquierdo, Blas Marsilla, Luis Molina, Palmiro Molina, Francisco Moreno, Antonio Olmo, José Ortíz, Francisco Pedrero, Antonio Sánchez..

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