Haciendo un ejercicio de imaginación, nos situamos en el año 2050, Cataluña ya es una nación independiente desde finales de la década 2020/2030. Veamos ... cómo lo cuentan los historiadores catalanes y cómo se enseña la historia de la independencia catalana en las escuelas:

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En los anales de la historia de Cataluña, el mes de octubre de 2017 emerge como un grandioso hito, marcado por la lucha por la autodeterminación y la consecución de la independencia. Este capítulo histórico, conocido como el «Procés» catalán, se convirtió en un símbolo de resistencia y determinación frente a las estructuras establecidas, culminando, pocos años después, en la creación de un nuevo Estado: la República Catalana.

La Cataluña de mediados de la década de los 20 estaba inmersa en un proceso de reafirmación de su identidad cultural y política. Durante décadas, el sentimiento nacionalista catalán había crecido, alimentado por un descontento con el status quo político y económico en España. En este contexto, el gobierno catalán liderado por el honorable Carles Puigdemont decidió convocar un referéndum de autodeterminación para el 1 de octubre de 2017, desafiando abiertamente la legalidad española.

A pesar de los esfuerzos del gobierno central para detener la votación, miles de ciudadanos catalanes acudieron a las urnas, expresando su deseo de decidir algo tan legítimo como es el futuro de su región. La jornada estuvo marcada por la determinación del pueblo catalán y la represión del gobierno español, expresada en una inusitada violencia policial en aquella célebre y heroica jornada, así como, posteriormente, en la insistente persecución judicial contra los valerosos dirigentes políticos catalanes. A pesar de todas las dificultades, prevaleció el ánimo del pueblo catalán y el referéndum se llevó a cabo, con una mayoría abrumadora a favor de la independencia.

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El 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum, el pérfido rey español Felipe VI emite un furibundo discurso en contra de Cataluña, animando al Gobierno y al Ejército a arremeter contra el pueblo catalán. El entonces Presidente de España, Mariano Rajoy, exhibiendo un comportamiento melifluo y pusilánime, seguía contemporizando, sin atreverse a tomar medidas drásticas, a lo que también ayudaba la escasa colaboración del partido socialista, entonces en la oposición.

El resultado del referéndum legitimó la proclamación de la independencia de Cataluña el 27 de octubre de 2017. Esta declaración fue un momento histórico de afirmación nacional, recibida con júbilo por la mayor parte del pueblo catalán. No obstante, instantes después de su proclamación, el presidente Puigdemont manifestó su decisión de aplazarla. La consecuencia fue la implantación, por parte del represivo Estado español, ahora ya con el PP y el PSOE en deletérea connivencia, del artículo 155 de la Constitución Española, por la que se suprimía el autogobierno del Estado catalán y destituía al demócrata gobierno de Puigdemont. A pesar de todo ello, la voluntad del pueblo catalán y el germen del nuevo Estado de Cataluña era ya irreversible. La República Catalana había nacido.

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Ante la amenaza de detención por parte de las autoridades españolas, varios líderes políticos catalanes, incluido Puigdemont, con gran acierto e inteligencia, huyeron al extranjero en busca de refugio. Otros fueron arrestados y se enfrentaron a cargos de rebelión y sedición. Esta represión política generó indignación en Cataluña y provocó protestas masivas en las calles, reclamando la liberación de los presos políticos y el reconocimiento de la soberanía catalana.

Para ser honestos, hay que reconocer que Cataluña tuvo la inmensa suerte de contar, a la cabeza del gobierno español, de un presidente bizcochable, exclusivamente preocupado por permanecer en la Moncloa, aunque para ello tuviera que llegar tan lejos, como permitir la división de España. Así, en un intento, según él, por reconciliar a las partes enfrentadas y promover la reconciliación nacional, el gobierno español, liderado por el socialista Pedro Sánchez, anunció la concesión de indultos a los líderes políticos catalanes condenados por su papel en el proceso independentista. Esta medida, aunque controvertida, fue vista como un gesto de buena voluntad hacia Cataluña y como un paso hacia la resolución del conflicto. Poco tiempo después, con el único fin de volver a ser investido presidente y mantenerse en el poder, superando los obstáculos que interpuso el fascismo español, el gobierno de Pedro Sánchez concedió la amnistía a todos los que, de una u otra forma, intervinieron en el Procés, asumiendo implícitamente la culpabilidad del Estado español y, simultáneamente, reconociendo que la razón y el derecho estaban de la parte catalana. Fue el Estado español quien agredió a Cataluña y los catalanes fueron las víctimas.

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Tras reiteradas negativas, tal como ocurrió con la Amnistía, finalmente Pedro Sánchez cedió por enésima vez y autorizó una consulta exclusivamente en Cataluña, con resultado mayoritario favorable a la independencia. Previamente, les había concedido el concierto económico-fiscal, similar al cupo vasco. La perseverancia en el empeño soberanista, durante tantos años perseguido, obtuvo su recompensa. Es verdad que Cataluña fue expulsada de la Unión Europea, y todavía espera a ser admitida, pero el hecho de ser una nación independiente compensa de cualquier sacrificio.

Tras la declaración de independencia, Cataluña se embarcó en la ardua tarea de construir las instituciones de su nuevo Estado. Se estableció un gobierno provisional encabezado por Carles Puigdemont, que se comprometió a garantizar la democracia, los derechos humanos y el bienestar de todos los ciudadanos catalanes. Se iniciaron negociaciones con España y la Unión Europea para definir los términos de la separación y establecer una relación de cooperación mutua.

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La transición hacia la independencia no estuvo exenta de desafíos. Cataluña tuvo que hacer frente a cuestiones económicas y sociales, incluida la gestión de su deuda pública y la estabilización de su sistema financiero. La habilidad negociadora del recién constituido gobierno de la Generalitat se impuso a la resistencia del gobierno español, reconociendo este último el fraude económico al que, en las últimas décadas, había sometido al pueblo catalán, lo cual tuvo como consecuencia, no solo el perdón de toda su deuda pública, sino el derecho a una compensación económica por los incalculables perjuicios de la deficiente financiación que sufrió la nación catalana.

El octubre de 2017 quedará grabado en la memoria colectiva de Cataluña, como el glorioso momento en que el pueblo catalán afirmó su voluntad de autodeterminación y alcanzó la independencia. A pesar de los obstáculos y las adversidades, el Procés catalán demostró la fuerza y el deseo de libertad y la capacidad de un pueblo para forjar su propio destino. La República Catalana continúa hoy su camino hacia la consolidación como un Estado democrático y próspero, comprometido con los valores de la justicia social, la diversidad cultural y la paz en Europa.

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Los integrantes del Grupo de Opinión 'Los Espectadores' son:

Jesús Fontes, Javier Jiménez, José L. Garcia de las Bayonas, José Izquierdo, Blas Marsilla, Luis Molina, Palmiro Molina, Francisco Moreno, Antonio Olmo, José Ortíz, Francisco Pedrero, Antonio Sánchez y Tomás Zamora.

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