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Lemmings

DEMASIADO PERRO ·

El mito de esos simpáticos roedores del norte me recuerda a la migración suicida del PP y Cs hacia la derecha de la derecha

Viernes, 28 de febrero 2020, 03:40

Supongo que conocerán ustedes el mito de esos simpáticos roedores del norte, los lemmings, que según cuenta algunos, cuando llegan a la superpoblación, emigran sin ningún sentido común hacia donde primero se les ocurre despeñándose estrepitosamente por desfiladeros, fiordos y precipicios. Este hecho, no probado científicamente, dio lugar a un excelente videojuego que me hizo disfrutar mucho en su momento, pero que ahora me recuerda a la migración suicida del PP y Cs hacia la derecha de la derecha.

Persistencia. Al menos son constantes, pero en el error. Lo de Cs, de traca: Rivera hunde el partido echándose a la derecha y la conclusión que saca Arrimadas es que hay que derechizarse aún más. ¡Toma ya! ¡Y al centro que le den! Y Casi y Teo, Teo y Casi, pues lo mismo. Tuvieron una 'brillante' campaña diseñada por Teo que echó al partido a la derecha y les dejó con 66 diputados, al borde del cataclismo. A la siguiente se moderan y se callan y ¡sorpresa! mejoraron. ¿Qué conclusión sacan? Pues que se van más a la derecha de nuevo. Por ejemplo, se cargan a un tipo de perfil moderado como Alonso para poner a otro, Iturgaiz, con muchas más sombras que luces y que aboga por aliarse con el partido del quinto gin tonic. De traca. Y una pequeña reflexión sobre la campaña desastrosa de Teo, la de sus primeras elecciones: si tras una campaña de mucha presencia de mi líder, Casado, el resultado es un desastre y a la siguiente, mi líder no sale apenas y subimos..., ¿no será que a ese chaval hay que quitarlo? Ahí lo dejo.

Derechización. El fenómeno ultraderechista ha desquiciado a PP y Cs que tiran para el extremo en una estrategia de radicalización errónea. Ejemplo, el extraño comportamiento de Javier Celdrán, un tipo al que yo tenía por moderado e inteligente. Su actuación reciente en Twitter contestando a ciudadanos de a pie, tuiteando faltas de respeto al Gobierno central o poniendo que 'le gusta' un comentario que decía, literalmente, que la Universidad murciana era «un instrumento de adoctrinamiento masivo». No cabe mayor falta de respeto del presidente de facto a una institución que merece de la admiración de toda nuestra sociedad. ¿Por qué este comportamiento? Celdrán está fiando todo su futuro político a la aprobación de los presupuestos, como sea, y eso le lleva a alinear a su partido con los ultramontanos por ambición personal. Ha metido en un lío a la consejera de Educación con lo del veto parental, cuando su propio partido en Valencia –y ojo que no lo digo yo, lo dicen ellos– no apoya dicha medida declarando públicamente que es ilegal. Compruébenlo ustedes en los medios.

Delirio. En todas las sociedades hay pequeños núcleos de ciudadanos con pensamiento sectario, pero que el partido que debía asumir el liderazgo de un imprescindible centro derecha compre los delirios de los ultras supone un serio problema. Visioné, por ejemplo, un vídeo del partido del quinto gin tonic que afirmaba que estaba rescatando la educación murciana de las «garras sociocomunistas». Analicemos esta premisa: en Murcia, desde hace 25 años gobierna la derecha, la LOMCE es una ley del PP y en nuestra sociedad hay un 60% de ciudadanos que votan conservador. ¿Qué garras sociocomunistas puede haber en el sistema educativo de la comunidad más conservadora de España? Ningunas. Es un delirio, una ilusión, un proyección inexistente que no coincide con la realidad. Que los radicales se crean eso no preocupa, lo que sí horroriza es que Celdrán compre ese material averiado y, ya de paso, el de que la Universidad adoctrina. Algunos dicen que este asunto del veto parental no es una imposición sino que hay un sector del PP al que les mola el asunto. Peor. Y voy a recurrir a otro argumento que no es mío, sino del pope de la derecha española, Federico Jiménez Losantos, un tío que sabe mucho de comunicación, guste más o menos y que siempre ha dicho que una democracia parlamentaria se basa, como una bicicleta, en dos ruedas: una, un partido de centro izquierda, quizá socialdemócrata, y otro de centro derecha, moderado y de corte liberal. Somos muchos los que reclamamos un PSOE con sentido del Estado alejado de simpatías al independentismo y a las 'Venezuelas' de turno, y un PP con aire europeo, centrado, cabal y alejado de estos extremismos de Teo y Casi. A Feijóo le va cojonudamente en esa línea. ¿Por qué los demás no toman nota? Y no lo digo de mala fe, todo lo contrario, mejor nos iría a todos.

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