Ya he visto el final de 'No mires arriba'

Reconozco que actuó con alguna originalidad a la hora de inventar una conclusión. Cuando la peli está dando las últimas boqueadas, aparecen en la pantalla (mezclándose con las escenas finales) los nombres de los principales intérpretes, usando unos letreros enormemente grandes. Pero no es esto lo más llamativo. La historia acaba rarito, a ver si me comprende usted. No lo voy a desvelar para no destripárselo a nadie. Sí diré que, cuando llegan seguidamente los créditos habituales, te das cuenta de que en 'No mires arriba' han participado, más que cientos, miles de personas. Soportamos una verdadera ristra de nombres que dura varios minutos.

Llegados a este punto, tengo que hacerle a lector una seria advertencia. Vea entera esa relación, porque en realidad la película no ha terminado. Debo recalcárselo para que, en este caso, no haga lo mismo que otras veces: desenchufar a mitad de la retahíla. Porque el auténtico final está aún por llegar. Diré únicamente que aparece entonces el hijo de la presidenta de los Estados Unidos, una Meryl Streep más loca que una cabra. Debo aclarar que este muchacho (al que ha enchufado ella misma como jefe del Estado Mayor) es medio gilipollas. Y ya con eso me callo.

Entonces, ¿qué? Según lo entiendo yo a la vista de la enorme nómina, la peli debe de haber costado bastantes millones de dólares. ¿Bien empleados? Yo creo que sí, pues refleja con desenvoltura y buen ritmo lo estúpidos que somos los seres humanos. Pero no tanto por nuestra culpa, como por la de quienes nos mandan y pretenden ser, sin conseguirlo, espejo de costumbres en el que mirarnos.

Hay dos personajes a los que conviene observar con detenimiento. Un cenizo sabelotodo que aconseja a la presidenta y la científica que descubrió 'el tomate' en el telescopio.

–¿Y al hijo medio gilipollas?

También, pero menos.