No se trata de una mera impresión personal. Hay demasiada gente que no le otorga prestigio a los tiempos que ahora corren. Una sensación que ... responde al famoso: «¡No es esto, no es esto!», que se le adjudica a Ortega y Gasset, en un momento inestable de la Historia de España.

Publicidad

Cuando preguntas el habitual: «¿Cómo vamos?», a modo de saludo, la respuesta no es ni siquiera: «Pues vamos tirando». Ni que decir tiene que a nadie se le ocurre responder: «¡De puta madre!», cosa que antes era bastante habitual. No sé verdaderamente qué está pasando. Ignoro a qué situación concreta nos estamos refiriendo, aunque sin referirnos. Pero el manido: 'Algo huele a podrido en Dinamarca' ha pasado de la ficción literaria a una realidad quizás generalizada.

¿Qué nos pasa? ¿Y a cuántos? Esto a lo que me estoy refiriendo, ¿a qué diablos obedece? Dice el clásico: «En los tiempos en que había dioses y demonios, las cosas eran más sencillas, se explicaban más fácilmente y, hay que decirlo, más naturalmente: se sabía dónde estaba el enemigo».

–¡Hombre! –salta rápido el político–. La culpa es del virus.

A lo mejor hay algo de eso, visto que se trata de una jodienda (por lo que estamos viendo) de nunca acabar. Pero todo lo gris no parece que proceda de la dichosa pandemia. Lo cotidiano se ensombrece por esa apatía dolorosa que a unos los mueve a echarse a la calle para protestar, y a otros los recluye en sí mismos, sin ansias siquiera para buscar una explicación.

Publicidad

Añade el sabio: «Ahora que se nos dice [acerca de dónde está el enemigo] que lo busquemos en nosotros mismos, nos sentimos incómodos, sin contar con que nuestra experiencia, nuestras sensaciones, lo sitúan más bien en otra parte, fuera de nuestro ser; probablemente porque durante tantos siglos se nos ha enseñado a proceder así».

Qué quiere usted que le cuente. A lo mejor es verdad que, hoy en día, ya no hay dioses, ni demonios que influyan en que nuestro vivir sea asín o asao. Si el lector consiguiera aclararse, hágamelo saber, porfa. Tal como se usaba antiguamente, me comprometo a quedarle eternamente agradecido.

Publicidad

–Y el que se ría, que lo pague, claro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes por 1€

Publicidad